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del

Oscar Muñóz
Foto: Cuartoscuro
La Jornada Maya

Mérida, Yucatán
Lunes 14 de agosto

En el centro de la publicidad del nuevo modelo educativo que tanto pregona Aurelio Nuño, secretario de educación, destaca el menosprecio de la memoria como forma de aprendizaje. Al parecer, el responsable de la educación del país no sabe que la memoria y el aprendizaje conforman una sola unidad neurobiológica. Cabe aclarar que la neurobiología investiga todo lo relacionado con las células del sistema nervioso y la organización de estas células dentro de circuitos que procesan la información e intervienen en el comportamiento.

Desde esta perspectiva, sería imposible que los alumnos, bajo cualquier sistema de educación, formulen hipótesis sin la participación de la memoria. Ante un nuevo aprendizaje, el estudiante echa a andar su memoria para hacer comparaciones. Habrá que recordar que la comparación es fundamental en el aprendizaje: el niño encuentra semejanzas entre lo nuevo por conocer y lo que ya sabe de situaciones anteriores, y también descubre las diferencias a partir de lo que desconoce respecto de lo que él reconoce. La comparación, para ser precisos, es la forma en que el análisis se materializa.

A través de esta supuesta revolución educativa en que tanto insiste la Secretaría de Educación Pública (SEP), el menosprecio de la memoria está desbordado. Se ha hecho creer a la gente que memorizar es lo peor para aprender. Sin embargo, habrá que tomar muy en cuenta que, para analizar lo nuevo por aprender, se requiere de tener en la mente conceptos y/o procesos adquiridos con anterioridad; es decir, todo aquello que está alojado como datos acumulados en la memoria. No es posible aprender algo nuevo partiendo de cero. Hasta los genes llegan a intervenir en el aprendizaje, principalmente porque son unidades de almacenamiento informativo.

En ciertas áreas de aprendizaje, la memoria llega a ser primordial. Por ejemplo, en las matemáticas, la memoria interviene en todo momento: los niños tienen que reconocer los símbolos que son usados en las operaciones aritméticas, ya sea la suma o la resta, la multiplicación o la división. Deben recordar que el signo + corresponde a un proceso diferente y, contrario, si enfrenta el signo -; o que el símbolo x implica una operación diferente a la que incluye el opuesto /. Otro ejemplo de la participación de la memoria en el aprendizaje lo encontramos en el proceso de la lectura: más allá de recordar las palabras que están en un texto que nadie conoce, participan los significados propios de cada palabra, la significación de cada oración, el sentido informativo o imaginativo del texto; en fin, todo lo que puede implicar un texto nuevo.

¿Qué sería del aprendizaje de la historia o la geografía sin la memorización? ¿Cómo podrían los alumnos distinguir los nombres de Hidalgo o Morelos, sin recordar los aportes de cada uno de ellos en la lucha de la Independencia de México, y sin rememorar los tiempos diferentes de cada caudillo? ¿O cómo podrían diferenciar los estados de Hidalgo y Morelos sin su memoria espacial; es decir, sin recordar dónde están ubicados en el mapa del país, sin recurrir a reconocer lo que distingue a cada entidad en cuanto a economía, cultura y demás? ¿Cómo podrían los alumnos de secundaria ensayar reacciones químicas sin tener en la memoria las propiedades de los elementos químicos, aún con la tabla de los elementos en la mano?

En otras situaciones de aprendizaje, como la apreciación de obras artísticas, los alumnos tienen que usar la memoria para descubrir lo que les remite a la imagen, si se trata de una pintura, o lo que les provoca una atmósfera musical. Todo lo que las obras de arte les remiten a los niños está en su memoria: objetos o sujetos que conocen, situaciones que han vivido antes, etc. Tampoco habrá que olvidar la memoria cultural, que tiene una dimensión colectiva, social, y generacional. Los niños del medio rural saben cómo se cultivan ciertas legumbres, porque seguramente forman parte de sus tradiciones. En cambio, los niños urbanos puede ser que lo desconozcan, porque no es parte de su memoria cultural urbana, aunque sí conocen formas de comportamiento citadino, como saber el momento en que pueden atravesar una calle, lo que está en las costumbres urbanas de la población.

Hay que subrayar que la memoria es una representación mental de una experiencia, como la del aprendizaje, y al mismo tiempo tiene la capacidad de evocar dicha experiencia cuando sea requerida. Los aprendizajes nuevos siempre estarán basados en los aprendizajes anteriores. Nunca el aprendizaje estará separado de los demás. Para citar al ya clásico Carlos Fuentes, “un libro es padre e hijo de otros”; así, en el aprendizaje: uno es padre de los nuevos y nunca dejará de ser hijo de los anteriores. El aprendizaje y la memoria están implicados el uno con el otro, en una espiral sin fin. Esta magnificencia del aprendizaje no sería posible sin la memoria. Es necesario recordarlo... siempre.


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