Planes frustrados

Jhonny Brea
Foto: Raúl Angulo Hernández
La Jornada Maya

Lunes 03 de junio, 2017


Ni modo, hay días en que todo lo que uno tiene en mente sale mal. No sé si sea cuestión del biorritmo, de la alineación de los astros, de la fase de la luna o voluntad divina, pero de que pasa, pasa.

El viernes por la noche me afané limpiando las ventanas, que con estas lluvias quedan cubiertas de lodo en lugar de polvo. Ya saben, las labores propias de mi sexo. Mientras, la impedimenta (La [i]Xtabay[/i], El [i]Kizín[/i] y La [i]Cutusa[/i] en cónclave) se dedicaban a definir el itinerario del sábado.

“¡No quiero el Festival de la Chicharra, vamos al beisbol!”, aulló El [i]Kizín[/i], que está feliz con los cambios en los Leones y se frustra cuando están de gira y en consecuencia no ve el partido en vivo.

Frustrados… frustrados como los que quisieron ir a ver a las conejitas de [i]Playboy[/i] y se encontraron con promotoras del supermercado; frustrados como aficionados del Cruz Azul, como los que vieron el partido de la selección contra Portugal…

La verdad es que, con excepción del [i]Kizín[/i], todos estábamos emocionados y listos para ir al Festival de la Chicharra en Xcalachén. Desde el viernes me abastecí de cervezas -porque con eso de que en Yucatán no somos civilizados no hay venta las 24 horas –, el sábado me levanté y me lancé por dos bolsas de hielo, y me declaré preparado para la expedición por esas calles donde no llega el ácido, ni la repavimentación.

Primera hazaña: llegamos como habíamos programado, al cuarto para la una. La segunda: logramos estacionar a dos cuadras de donde era la feria. Hasta ahí, todo iba de maravilla. Todo comenzó en cuanto bajamos del auto.

Mi previsora nevera de rueditas no funcionó. Se atoró en un bache y de la sacudida se rompió la agarradera. Ni modo, me regresé a guardarla. Por más que uno sea macho omega grasa en pecho, espalda peluda, abdomen de lavadora, nalga de mayonesa y bebedor de cerveza light, una nevera cargada, pesa y se vuelve más impedimenta.

Segundo problema: la cifra oficial dice que fueron 3 mil personas… seguro fueron cada hora. El gentío impedía avanzar tranquilamente y por más, no había un solo lugar dónde sentarse. Además del bochorno que se sentía debajo de los toldos.

Otro detalle horrible fue la tarima de animación. Con el volumen que manejaban, el primero en quererse alejar de ahí fue El [i]Kizín[/i]. Se desperdició la oportunidad para transmitir de qué se trata este platillo tan asociado al gremio de la construcción. De hecho, esperaba ver más ingenieros en el derrotero.

Si los organizadores tuvieron como meta la asistencia, lo lograron. Pero esto fue como en la marcha oficial del día del trabajo: todos llegan al pase de lista y a las dos cuadras ven cómo escabullirse de la caminata, así que los que llegan al final son una minoría. Si se trataba de tener clientes satisfechos, la oferta fue a todas luces insuficiente. Yo nada más vi que había una cola de 30 personas para la compra de la chicharra y el cálculo mental fue “vas a esperar una hora y media en para poder comprar”. Así que, una vez transmitida la proyección al alto mando (La [i]Xtabay[/i]), procedimos a la graciosa retirada. Nada más adquirimos una botella de agua.

Pero bueno, teníamos un cartón bien helado y presupuesto para algo. Terminamos comprando pescado frito y combatiendo el calor, pero en casa. La chicharra será en otra ocasión… sin festival.