Las madres a prisión

Tabacón B. Linus
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya

Lunes 15 de mayo, 2017

Entre este 10 y 14 de mayo, tuvimos el día de la madre en México y el día de la madre en buena parte del mundo occidental. Un día típico de celebraciones, reuniones y regalos. Días de convivencia familiar sincera o de consumismo frívolo. Sin embargo, poco se habla del lado oscuro del día de la madre, del día que utilizamos para encasillar y aprisionarla en su papel de ama de casa, de mero servicio doméstico, sin derecho a paga.

En la radio encontramos el clásico anuncio de “regala a mamá la nueva plancha”, “aprovecha las promociones en lavadoras y electrodomésticos”. Hubo incluso un anuncio más vil por parte de una tienda de plomería y materiales en Mérida: “regálale a mamá la remodelación de la cocina”. Nadie dijo nada sobre claros actos de estigmatización y repetición de estereotipos.

Esos anuncios sonaban tan nefastos, que las promociones de las tiendas de lujo del tipo “regálale una bolsa o unos zapatos a mamá”, presentando a la madre con la frivolidad de la mujer estereotípica, se escucharon -en comparación- como liberadoras y de vanguardia. Así de mal están las cosas.

Me da miedo que mi hija escuche esos anuncios, que le siembren esa idea: la buena madre es la abnegada, la dedicada a atender a su familia. Porque por “atender” nadie entiende “trabajar” en la economía laboral, generar un ingreso, ser exitosa o triunfadora.

No, la buena madre, la mamá del 10 de mayo, “es mamá de casa”, la que atiende como atiende un mesero, un lavador de ropa, una ama de llaves. Que la mujer atienda a su familia en la cocina, planchando ropa o limpiando baños; eso es una buena madre.

Si se hicieran el mismo tipo de anuncios, llenos de estereotipos e imposición de roles sociales para distintos grupos demográficos, religiosos o de preferencia sexual, todos -con razón- nos indignaríamos por encasillar a alguien por su simple condición económica, racial, religiosa o de género.

Sin embargo, si nos bombardean con promociones del día de la madre en los que se dice “regálale a ella algo para que haga mejor su trabajo doméstico”, “para que su prisión en la cocina esté más bonita”, nadie dice nada.

La madre no es persona, no es esposa, no es amante, no es profesionista. No, la madre es servicio doméstico para la familia. La realización humana de la madre es hacer buenos licuados, dejar las camisas bien planchadas, tener el nuevo procesador de alimentos. Es indignante.

Comenté el punto con mi pareja, y me quedé aún más lleno de indignación. Me platicó que algunas mujeres que se reunieron para autocelebrarse este 10 de mayo, tuvieron como tema de plática -y dan ganas de gritar-: la Thermomix. Un nuevo utensilio de cocina.

Las mujeres se reunieron y el tema fueron los electrodomésticos. Viva, entonces, la mujer que ya aceptó su prisión y que de verdad sueña con la plancha ultramoderna para este 10 de mayo. Ya internalizaron ese rol restrictivo y socionormativo que la delega a la cocina y al cuarto de lavado.

Nos urge un 10 de mayo que celebre a la mujer que es madre, a la mujer que es compañera, amiga, jefa, sostén de la casa, ejemplo de éxito, un ser humano lleno de inquietudes intelectuales, deportivas, sociales y sexuales.

Nadie dice nada. A la madre la despersonificamos, la deshumanizamos todos: hombres y mujeres, hijos e hijas, incluso otras madres. Queremos a la madre disfrutando la remodelación de su cocina y ya. Es tiempo de hacer algo, de pedir que en el 10 de mayo impere el respeto a la mujer que ha tenido hijos, sin aprisionarla en roles predeterminados.

El día de la madre de estos días, es un peligroso resabio del pasado, uno que está destruyendo el horizonte humano de muchas mujeres del presente y del futuro.

[i]Mérida, Yucatán[/i]

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