Vive la France

Tabacón B. Linus
Foto: Tomada de @ActualidadRT
La Jornada Maya

Lunes 24 de abril, 2017

Pues Emmanuel Macron ganó la primera ronda de la elección presidencial en Francia.

Hay que darle mérito, tiene 39 años, creó su propio partido [i]En Marché[/i]! y, salvo que una tragedia ocurra, él será el próximo presidente galo. Tendremos, pues, el primer presidente francés, desde la segunda guerra mundial, que no pertenece a los partidos tradicionales; pero eso es tema de los políticos, aquí queremos hablar de otra cosa.

Hace unas semanas hablamos de la “estupidez masculina”, de la incapacidad de los hombres, una incapacidad socialmente aceptada, para desarrollar un interés romántico por mujeres de la misma edad o mayores que ellos. Macron es la cura a esa patología.

Emmanuel Macron está casado con una mujer 24 años y 8 meses mayor que él. Eso habla de una perspectiva radicalmente distinta del común de los hombres, ya no digamos del promedio de los machos y de los machos mexicanos aún menos. Es casi el contraste perfecto ante un Trump casado, en su tercer matrimonio con modelos, con una esposa-trofeo 24 años menor que él, es lo opuesto del macho alfa narcisista, que ve al mundo como una batalla de ganadores y perdedores, y no imagina nada más allá.

Macron representa una inteligencia rara entre los hombres. Se enamoró de su maestra de preparatoria y encontró la manera, llegado el tiempo, de construir una relación con ella. Brigitte Trogneux será la próxima primera dama de Francia a sus radiantes 64 años, los cumplió el pasado 13 de abril.

Su amor, en palabras del propio Macron, ha sido un amor clandestino, muchas veces escondido y otras más incomprendido, y más de una vez exuberante y exploratorio. Qué bendición tener un presidente de Francia que ha recorrido esa ruta.

Sólo un hombre con esa riqueza en su vida romántica puede proponer cosas racionales en un mundo que está en el precipicio de la locura: él propone más integración con Europa, modernización de la economía, una visión global antes que el racismo y populismo provinciano. Es un hombre sano, feliz, inteligente. Egresado de las grandes escuelas, no un político militante del montón. No es un ejemplar de la estupidez masculina clásica.

De nuevo, [i]La France[/i] enarbola la bandera del futuro, en un mundo que, con Trump, Brexit, Maduro y hasta Del Mazo en el Edomex, se empeña en ver al pasado, se empeña en ver lo peor de lo que somos.

Ahora bien, existe otro ángulo interesante del triunfo de Macron. Perdieron los partidos tradicionales, así que los competidores de la segunda vuelta por la presidencia de Francia serán él y Marine Le Pen, es decir, la derecha extrema y un candidato independiente. Los partidos tradicionales han sido totalmente desterrados.

Sin embargo, en Macron no tenemos un candidato independiente que por ser “independiente” deba ser también populista, nacionalista o racista. Tenemos en él un candidato independiente que quiere barrer con los políticos tradicionales y que ha ganado sin proponer odios y provincialismos, sino proponiendo globalización, liberalismo e integración.

Esto quiere decir que la gente está harta de los políticos y la política tradicional, y no del mundo, ni del futuro de un mundo global. El odio es contra el político tradicional, contra la narrativa tradicional, contra el reparto tradicional del poder, no es contra la globalización, no es contra las nuevas tendencias del mundo. Estamos en contra de los mismos y de los hijos y sobrinos de los mismos, nada más.

Así que tomen nota, el triunfo de Macron demuestra que la gente no está enojada por todo o contra todos, demuestra que la gente quiere el cambio; la gente no quiere aislarse, sólo quiere barrer con la clase gobernante.

La gente -nosotros la gente- queremos hombres y mujeres nuevos, los que son lo suficientemente inteligentes para ofrecernos otra cosa, no lo mismo, no más esposas de telenovela, no más de lo que vemos en las pantallas de Hollywood, no más campañas clásicas de compra de votos, no más los políticos de siempre.

Hay furia, mucha furia, pero es una furia que quiere el cambio, no una que quiere regresar a la Edad Media. Eso hay que aclararlo, eso es lo que Macron refleja, esa es una gran esperanza, una esperanza audaz.

[i]Mérida, Yucatán[/i]

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