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Pepe Elorza
Foto: AP
La Jornada Maya

Martes 18 de abril, 2017


Cuando George Martin, quien con justicia es llamado el quinto Beatle, se hizo cargo de la dirección musical de la Banda, ésta apenas comenzaba. Al regreso de su primer viaje a Estados Unidos, Brian Epstein, productor y representante, notó que en aquel célebre concierto en el estadio de los Mets de Nueva York, el público iba en realidad a verlos, pues el griterío era tal que aún ellos mismos no podían escucharse cantando.

George Martin era entonces un prestigiado productor de un programa radiofónico con el gran actor inglés Peter Sellers, quien hacía una parodia de [i]A Hard Days Night[/i], canción que daba nombre a su primer film.

Epstein, astuto hombre de negocios, tenía para entonces muy clara la lucha de egos entre dos gigantescos talentos, como Lennon y McCartney. Y sabía que, sin ciertos candados de carácter administrativo, esta lucha acabaría por dar al traste con el cuarteto y, por lo tanto, con aquella veta de diamantes que apenas asomaba. Brian lo vislumbraba con nítida claridad, de modo que los hizo firmar un contrato que los comprometía a signar todas las canciones, fueran de uno u otro, con la mancuerna de Lennon y McCartney.

Y así fue, hasta el año de 1967, cuando el genial empresario murió víctima de una sobredosis, dejando a los Beatles en la más profunda depresión y orfandad. Hasta entonces, y luego de varios extraordinariamente exitosos discos, la relación de Martin con el cuarteto, parecía ir muy bien. La infinita curiosidad de aquellos lo estimulaba y las aportaciones del productor eran muy celebradas por el público y la crítica.

Martin narra, en un memorable documental, George Martin Productions, que cuando Paul le mostró Eleanor Rigby, pensó en las cuerdas de la banda musical de Psicosis, de Alfred Hitchcock. Por otro lado, la cinta usada al revés en [i]Strawberry Fields[/i], deslumbró a un público ávido y literalmente encantado. Sin embargo, y a pesar de los candados de Epstein, ya sin su presencia fueron cayendo uno tras otro, pues Lennon, quien gustaba de una música más simple, optó por prescindir de Martin y, sin previo aviso, contrató a Phil Spector para que terminara Let it be. El disco se fue realizando mientras se filmaba la película que el mundo veía como su testamento. Quedó Get Back, grabado en una azotea, un video celebrado por todos, menos por George Martin, quien con razón se sintió marginado.

Corría el año de 1970 y todo el mundo supo de los arrebatos de John y Yoko en su Campaña por la Paz. Paul, siempre más sensato y agradecido, le llamó y le dijo que quería hacer un último disco bajo su producción. Martin respondió que Lennon no lo quería y que había sido grosero con él, a lo cual Paul respondió que ya había hablado con John y que éste estaba de acuerdo. Le rogó que lo hiciera por él.

Abbey Road es el nombre del último gran disco de una época, precisamente cuando la música popular también fue la mejor.


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