Eduardo del Buey
Foto: AP
La Jornada Maya
Martes 21 de marzo, 2017
Isaac Asimov, autor y filósofo estadunidense, escribió: “Hay un culto a la ignorancia en los Estados Unidos, y siempre lo ha habido. La presión del anti intelectualismo ha sido una trama constante desenvolviéndose a través de nuestra vida política y cultural, nutrida por la falsa noción de que democracia significa mi ignorancia es tan buena como tu conocimiento”.
Éste es un problema importante que enfrenta la sociedad estadounidense: rechazar los hechos científicos por mensajes populistas basados ??en mentiras o ideología.
¿Qué deben hacer los medios de comunicación?
En primer lugar, no existen “Los medios de comunicación”.
Los periodistas vienen en todas las formas y tamaños, de todas las perspectivas sociales y políticas, de todos los lados del espectro político. Varios son honestos, algunos admiten a ciegas lo que marque la ideología, otros están disponibles para el mejor postor.
Los seres humanos son subjetivos. Son producto de su clase, raza, educación, crianza y medio ambiente. Los periodistas no son diferentes. Cada uno tiene un interés creado. Ninguno es puro y completamente objetivo. Ninguno está comprometido con la verdad última. Los periodistas dicen la verdad tal como la ven.
En consecuencia, cuestionar cuál es el papel de los medios en un mundo trumpiano es, de hecho, un tema difícil.
Desde el principio, Trump comprendió a su electorado y supo cómo “llegarle”. Los medios no lo hicieron. Por el contrario, calificaron a sus seguidores de ignorantes, sin pensar en su efecto en las elecciones, especialmente en los cruciales estados del "cinturón de herrumbre", esenciales para ganar el voto en el Colegio Electoral, el que cuenta.
El electorado de Trump -varones de más de 30 años, blancos, subescolarizados -acudió a votar en buen número en esos estados. Los medios de comunicación parecen haber olvidado que el sufragio de un trabajador subescolarizado y desempleado cuenta tanto como el de un doctorado en Harvard.
Trump también sabía que sus electores creerían sus ideas más extravagantes, puesto que necesitaban creer que sus problemas eran causados por fuerzas externas y no por su propia falta de educación o capacitación para una economía globalizada. De hecho, Trump modeló sus puntos de vista para dirigirse a sus necesidades y apelar a sus esperanzas y aspiraciones.
Los medios de comunicación jugaron a la mano de Trump por dos años, cubriéndolo 24 horas al día, siete días a la semana, durante sus campañas. En total, se estima que le proporcionaron más de 1.2 millardos de dólares en publicidad gratuita. Cubrieron todas sus declaraciones, sin importar cuan extravagantes o deshonestas fueran, dándole un estrado desde el cual desplegó sus mentiras y en apariencia convertirlas en verdad para sus seguidores, dada su constante repetición.
Entonces, ¿qué deben hacer los medios?
Los principales periodistas deben restablecer su credibilidad, en un país altamente dividido.
Ésta no será una tarea fácil.
De hecho, puede ser imposible, pero los medios deben hacer el esfuerzo.
Los medios de comunicación deben dirigirse a sus públicos y subrayar las mentiras de Trump, resaltando la verdad, la sustentada en fuentes confiables y hechos reales.
Los medios deben decir la verdad de una manera inatacable. Con fuentes y hechos verídicos.
Los moderados deben fundirse en torno a un líder creíble y carismático. Debe encontrarse, y cultivarse, un “Trump” demócrata. Él o ella debe carecer de lastres, poseer una excelente habilidad para hacer contacto con millones de votantes, entender sus preocupaciones y aspiraciones, ofrecer soluciones reales y tener la credibilidad para conseguir que el 40 por ciento de los votantes que se quedaron en casa y no votaron en 2016 acuda a las urnas.
El liderazgo demócrata debe también dominar el arte de construir una narrativa predominante y mensajes sencillos que resuenen con los votantes. El electorado de Trump en estados cruciales sintió su mensaje, los votantes de Hillary Clinton no. Conectar con los electores en circunscripciones clave debe ser su objetivo principal.
Los líderes demócratas deben abstenerse de emplear la estrategia de Trump, de azotar a sus oponentes hasta la muerte, y trabajar diligentemente para asegurar que cada declaración que hagan esté respaldada por la verdad, por hechos puntuales y fuentes verídicas. Deben dominar el arte de tuitear la verdad al igual que Trump lo ha hecho con el de tuitear mentiras.
Los medios deben emplear la verdad para educar al votante promedio entre sus públicos. Los periodistas deben dejar de cubrir cada inanidad proferida por los populistas y darles credibilidad de facto. Deben abogar y denunciar la verdad en todo momento y comprometerse con el reporte preciso. Deben evitar la tendencia a jugar con los ratings y actuar responsable y profesionalmente.
Si bien no llegarán a muchos partidarios a muerte de Trump, estos sólo constituyen el 40 por ciento del electorado en el mejor de los casos.
Si consiguen motivar al otro 60 por ciento a que vote, Trump podría perder en 2020.
Los políticos anti-Trump deben también perfeccionar estas habilidades. Deben seleccionar un líder y candidato sin la carga que finalmente destruyó a Hillary Clinton. Deben darse cuenta que si las mentiras fueron elementos noticiosos en la campaña de 2016, la verdad puede ser igualmente una novedosa herramienta de campaña en 2020.
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