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del

Tabacón B. Linus
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya

Lunes 13 de marzo, 2017

Pues el pasado 6 de marzo arrancó, en el PRI, la campaña por la candidatura a la gubernatura yucateca. El nuevo presidente del PRI estatal, en su discurso de toma de posesión, dio el banderazo y las reglas mínimas de la carrera interna.

El PRI yucateco le apuesta al territorio y la agregación de demandas y peticiones locales. Veremos, parece ser, el regreso del PRI como una formidable maquinaria electoral, con presencia estructurada y real en cada espacio de competencia. Obvio, con eso no le va a alcanzar. Harán falta ideas y un buen candidato.

Las únicas ventajas que el PRI de Yucatán parece tener para intentar mantener la gubernatura en el 2018, son -primero- los resultados del gobierno de Rolando Zapata, aparentemente bien evaluados por la ciudadanía y -segundo- la calificación individual del propio gobernador. Obvio, con eso tampoco le alcanza al partido tricolor.

La gran debilidad del PRI yucateco es la absoluta falta -hasta el momento- de un buen candidato, uno que unifique a los grupos internos, que sea bien recibido por la ciudadanía, que muestre madurez y carisma. Uno ve a cada uno de los posibles candidatos y ninguno da el ancho, no todavía. Ése es el verdadero drama priista: tiene que hacer crecer a una flaquísima caballada.

El PRI retuvo la gubernatura en el 2012, a pesar de encabezar un gobierno estatal francamente mal calificado, porque tuvo un buen candidato; pareciera que en el 2018 el PRI puede perder en la combinación opuesta: un gobierno muy bien evaluado, pero un candidato que no emocione ni unifique. Ironías democráticas.

Lo peor de todo para el partido tricolor, es que ninguno de sus suspirantes se atreve a romper el impasse y la inercia. Ninguno tiene la audacia para atreverse a perder. Ninguno propone nada diferente.

Todos están atrapados en el circulo vicioso de la vieja fórmula dinosáurica: reunirse con la base priista, comer o desayunar con cuanto grupo pseudo-ciudadano se deja y mandar boletines de prensa sobre apoyos (las sillas de ruedas, las computadoras, los balones de fútbol, etc.) de la más vieja y desgastada escuela.

Nadie se atreve a perder diciendo “yo quiero y, por tanto, propongo esto”, o mejor aún “yo propongo esto, y por mi propuesta quiero que me apoyen”. Nadie propone ideas, nadie propone una visión de gobierno, todos quieren ganar por simpatía, por popularidad, por nivel de conocimiento, por su posición en la encuesta. Obvio, así tampoco les va a alcanzar.

Es ridículo que el PRI esté atrapado en las más arcaicas fórmulas para ganar la gubernatura, fórmulas de movilización y maquinaria, cuando a Yucatán le urgen ideas, propuestas y una estrategia de largo plazo para su futuro económico, social, educativo, urbano y ambiental.

Nadie se atreve a correr el riesgo de hacer propuestas reales, ofrecer planes concretos y ser un candidato inteligente, para que Yucatán no desperdicie la coyuntura única que tiene en este momento para apalancar su desarrollo; una coyuntura de seguridad, llegada de inversión nacional e internacional, además de un capital humano privilegiado en el sureste de México.

Todos quieren ganar a la antigüita, sumando apoyos aquí, saludos allá, creando comités de simpatizantes acullá. Nadie se atreve a perder o ganar -en serio- con argumentos y contenidos reales. Todos son unos miserables de la política y unos pordioseros de la democracia.

Quieren ganar arriesgando nada y esforzándose menos que nada. No quieren pensar, no quieren leer y, menos, darnos ideas. Quieren ser populares y fotogénicos, les da pereza absoluta decir para qué quieren el poder. Eso de pensar y arrastrar el lápiz, es peor que veneno para quienes ven a la política como espectáculo y a ellos mismos como estrellas de esa desgastada película.

Lo anterior es especialmente triste cuando Rolando Zapata en cada foro, en cada entrevista y en cada gesto -una y otra vez- quiere hablar de las nuevas decisiones que Yucatán necesita para aprovechar la base que él, en un gobierno efectivo (aunque lejos de perfecto), nos está heredando.

El gobernador nos habla de los retos de las próximas décadas, y sus suspirantes no piensan más allá del próximo evento de oropel para seguir cosechando simpatías. Es triste ver que el político que gobierna en el presente, rebasa a cualquiera de los que lo quieren sucederlo mañana. Los aspirantes a sucesor no despiertan, no quieren hacer algo para dejar de ser los clásicos priistas populacheros y llenos de gas de siempre, prefieren saludar, abrazar y posar antes que pensar y proponer.

Si el PRI yucateco y sus suspirantes no se atreven a perder proponiendo, no se atreven a correr el riesgo de convencer, y se quedan confortablemente en el “caer bien”; ni por error van a merecer ganar. ¿Qué esperan para proponer? ¿A qué se están esperando? Mientras la sociedad, las redes, la vida y el futuro les están ganando la partida.

[i]Mérida, Yucatán[/i]

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