Morir de hambre

Ricardo Peralta Saucedo*
Foto: Fabrizio León Diez
La Jornada Maya

Miércoles 8 de marzo, 2017

Una pequeña niña que no susurra nada, acostada sobre su costado izquierdo, se le resbalan las lágrimas por el efecto de la gravedad, las llagas que tiene en todo el cuerpo que le atormentaban, son casi imperceptibles por el nivel de debilidad, sus casi 3 años de edad han sido en la somnolencia, en una vida fantasmal, donde probar alimento ha sido un logro; jugar, reír, cantar no son verbos que se conjuguen en su vida, comer es un anhelo familiar, de los que quedan de su familia…

Su vecino de la improvisada cama de hospital tiene la mirada perdida como todos los niños que se encuentran en el umbral de la muerte, sin absolutamente ninguna posibilidad de crecer y desarrollarse, sin poder probar alimento más que la limitada mezcla líquida a base de cacahuate que la pobre ayuda humanitaria internacional envía, un futuro incierto para millones de somalíes que han sufrido la indiferencia del mundo.

Uno de los supervivientes, de 8 años, abandona el hospital, camina con gran dificultad, sus piernas son casi del grueso de una zanahoria, su aspecto es de un niño de 4 años, sus ojos mantienen rastros de infecciones, y su piel es tan frágil y sensible que no soporta ropa alguna; no fue amamantado desde recién nacido, pues las creencias populares someten a la leche materna a una prueba: si una termita muere en la leche servida en un vaso, la leche está contaminada y no debe beberla el bebé, o se trata de una hechizo hecho por una de las amantes del marido; la promiscuidad es elevada en aquel país. Los niños no toman calostro, ni leche materna en los primeros meses de vida gracias a la ignorancia y la falta de atención de programas gubernamentales.

Entre la malaria y principalmente la desnutrición, los niños pesan menos de la mitad del promedio mundial, las constantes sequías han hecho de las hambrunas una constante en lo que se le conoce como el cinturón del hambre. En los países africanos que lo integran, la población vive con menos de 1,25 dólares al día, cantidad que les impide comprar una canasta básica elemental.

Lo anterior, sumado a que el 80 por ciento de la población vive en zonas rurales y el 77 por ciento de las personas son analfabetos, son mezclas fatales donde la desigualdad crea escenarios poco alentadores para el desarrollo humano.

En Somalia reina la violencia desbordada. El estado se enfrenta con terroristas (Al Shabaah) y piratas en el mar.

Otro factor que ha venido destruyendo su poco potencial es la corrupción, Somalia ocupa el último lugar del Índice de Percepción de la Corrupción en el mundo (IPC), el 176. Su gobierno está involucrado con escándalos que lo señalan por haber recibido dinero de empresas extranjeras en el sector energético principalmente petrolero, además de desviar recursos destinados al desarrollo social de la población.

En nuestro país, tenemos algunos municipios que se acercan al nivel de pobreza de países africanos. CONEVAL presentó un estudio donde señala el porcentaje de su población en pobreza, que abarca del 2012 al 2014: 1. Chiapas: 76.2 por ciento; 2. Oaxaca: 66.8 por ciento; 3. Guerrero: 65.2 por ciento; 4. Puebla: 64.5 por ciento; 5. Michoacán: 59.2 por ciento; 6. Veracruz: 58 por ciento; 7. Estado de México: 49.6 por ciento; 9. Jalisco: 35.4 por ciento; 10. Distrito Federal: 28.4 por ciento.

Sin embargo, estas cifras no necesariamente tienen que ver con las víctimas de la corrupción; en 2015, el INEGI reportó 12 mil 590 víctimas de corrupción por cada 100 mil habitantes, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Calidad de Impacto Gubernamental, aquí los 10 principales estados: 1. Morelos, 2. Sinaloa, 3. Chihuahua, 4. Michoacán, 5. Ciudad de México, 6. Hidalgo, 7. Jalisco, 8. Durango, 9. Baja California, 10. Sonora.

Esto nos lleva a una reflexión: no necesariamente la pobreza es detonadora de la corrupción, sino al revés. Las enormes diferencias del PIB y desarrollo humano entre México y Somalia son determinantes. Sin embargo, nos separan sólo 53 escaños, del (IPC) mundial, por fortuna estamos lejos de sufrir las atrocidades humanitarias que hoy ocurren en ese país africano, pero ¿por qué somos un país con una tradición del “moche”, por qué está institucionalizado el pacto económico entre particulares y algunos actores del poder público?

Habrá que replantearse la forma de otorgamiento de los recursos a estados y municipios para evitar que se realice de manera discrecional, sin tomar en cuenta el número de pobladores y sus necesidades básicas. No sólo el cabildeo político donde va de por medio en algunos casos el “diezmo”.

[b]¿Por qué Dinamarca es el país menos corrupto del mundo?[/b]

El alto nivel de libertad de prensa y de expresión; libre acceso a los datos gubernamentales en tiempo real sobre presupuestos y su ejercicio; confianza y respaldo ciudadano sobre los servidores públicos que tienen grados importantes de integridad y autonomía frente a grupos de poder; ejercicio del poder judicial con igualdad y apegado al estado de derecho; real separación e independencia entre los 3 poderes del estado.

¿Estamos lejos de eso en nuestro país? La gran gesta anticorrupción ha iniciado, tenemos que limpiar el buen nombre de nuestra nacionalidad, nuestro prestigio internacional. México no puede estar en el lugar 123. No lo merecen nuestros niños, hoy nuestra hambre debe ser por la legalidad, la justicia y la denuncia.


[i]Ciudad de México[/i]
[b]Twitter: @ricar_peralta[/b]

*Mtro. Ricardo Peralta Saucedo. Profesor de la Facultad de Derecho de la UNAM