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Eduardo del Buey
Foto: Afp
La Jornada Maya

Miércoles 1 de marzo, 2017


On February 28th, President Donald Trump delivered his first speech to a joint session of Congress.

His tone was moderate and more conciliatory that before. He seemed to be reaching out across the aisle to Democrats and independents, and smoothing over the rougher edges of his campaign promises. In short, as one staunchly Democrat pundit observed, he walked into Congress as the winner of a controversial vote, and walked out President of the United States.

He started with a strong condemnation of hatred and hate crimes. This during a week in which a number of these crimes had taken place, and at a time when his rhetoric is being called into question with respect to tolerance and respect for “others”.

He spoke of reforming the system of legal immigration. He discussed the need for a merit based immigration system, requiring immigrants to be able to sustain themselves without taxing the public purse. He called on Democrats and Republicans to work together on a comprehensive immigration plan that would ensure American jobs, enhance American security, and allow immigrants to enter by merit rather than by stealth. He promised that work will begin soon on the wall along the southern border, although did not mention who would pay for it.

He said his administration would end the flow of drugs into the United States, and would increase assistance to those suffering from drug addiction. He called for the restoration of the rule of law along the border, and promised that efforts were already underway to rid the United States of violent cartels and gangs.

Reading on the whole from a teleprompter, Trump struck a far different note than that of his inaugural address a little over a month ago. He spoke in presidential terms of a rebirth of hope, promised to keep his promises to the American people, and promised as he had throughout his campaign to make America great again.

The first part of the speech was devoted to describing a litany of his administration’s accomplishments to date.

He reported that major companies are investing in the United States, and are promising to create tens of thousands of jobs. He spoke about the billions saved in military contracts since he assumed office, and discussed the ban on lobbying by members of the bureaucracy and the Executive. He spoke about deregulation and said that for every new regulation two old regulations must be eliminated. He spoke about the bright future of coal miners, the new pipelines, and about his new directive that American pipelines be made with American steel.

He recalled that the Council of Women Entrepreneurs had been struck with Canadian Prime Minister Justin Trudeau, thus addressing his deficit with women voters and providing women with a path to greater participation in the management and growth of the economy.

He spoke about increasing benefits to women, including maternal health care and maternal leave rights. While this is a major concern of his daughter Ivanka, Republicans have traditionally been against women’s health benefits. It will be interesting to see who will bend on this issue – Congress or the President.

Lambasting the Obama administration, he launched into a litany of its failures, and the ills his administration inherited. He said that resolving these issues will require working together across party lines.

At the basis of this is an economic recovery process making it attractive for companies to stay and disincentivizing them from leaving. He repeated his concerns about NAFTA, and celebrated his withdrawal from the Trans Pacific Partnership. He qualified his love of free trade with his objective to pursue fair trade.

The second part of his speech was more aspirational. He called education the civil rights issue of our time. He called for the passage of a major education bill to provide better education for all children, especially Latino and African-American children. Indeed, on a number of occasions, he pointed to his African-American guests in the audience in an attempt to broaden his reach into that community.

Turning to foreign policy, he lauded NATO, but promised that members would pay their fair share. He promised a strong United States, and said the United States would respect the right of each country to chart its own course. His job, he said, was not to represent the world, but to represent the United States.

His final appeal was for unity, noting that nothing can be achieved if Americans don’t work together. The time for small thinking is over, he said, and all that is needed is the confidence to turn hopes into reality.

This was Donald Trump delivering his objectives in a presidential way. Much will depend on whether this is a one-off speech, or the beginning of a more moderate and conciliatory Donald Trump.

Let’s see.

[b]Trump habla[/b]

El 28 de febrero, el Presidente Donald Trump dio su primer discurso ante el Congreso.

Su tono fue moderado y más conciliador que antes. Parecía dirigirse por el pasillo a los Demócratas e independientes y suavizar las asperezas de sus promesas de campaña. En otras palabras, como un experto y firme Demócrata observó, Trump caminó hacia el Congreso como el ganador de una controversia electoral, y salió de ahí como el Presidente de Estados Unidos.

Empezó con una fuerte condena al odio y a los crímenes de odio. Esto, durante una semana en la que han ocurrido varios de estos crímenes, y en un momento en el que su retórica es cuestionada con respecto a la tolerancia y el respeto hacia “otros”.

Habló sobre una reforma al sistema legal de inmigración. Discutió la necesidad de un sistema de inmigración basado en los méritos, requiriendo que los inmigrantes sean capaces de mantenerse por sí mismos sin la necesidad de la bolsa pública. Llamó a los demócratas y a los republicanos a trabajar juntos en un plan de inmigración comprensivo, que asegure empleos estadounidenses, que mejore la seguridad del país y que permita a los inmigrantes entrar por méritos y no furtivamente. Prometió que la construcción del muro en la frontera sur comenzará pronto, sin mencionar quién pagaría por ella.

Dijo que su administración terminará con el flujo de drogas hacia los Estados Unidos, por lo que aumentaría la asistencia a quienes sufren este tipo de adicciones. Llamó a la restauración del estado de derecho en la frontera, y prometió que los esfuerzos ya se preparan para terminar con los cárteles violentos y las pandillas en EU.

Leyendo todo el tiempo desde el teleprompter, Trump llegó a una nota muy lejana a la de su discurso inaugural, hace poco más de un mes. En términos presidenciales, habló del renacimiento de la esperanza; prometió mantener sus promesas al pueblo estadounidense y prometió, como lo ha hecho desde su campaña, hacer grande a EU otra vez (to make America great again).

La primera parte del discurso se dedicó a describir los logros de su administración hasta hoy.

Reportó que grandes compañías están invirtiendo en los EUA y que prometen crear miles de empleos. Habló sobre los miles de millones (de dólares) ahorrados en contratos militares desde que llegó al puesto, y discutió la prohibición de cabildeo por miembros de la burocracia y el Ejecutivo. Habló sobre la desregulación y dijo que por cada nueva regulación, dos de las viejas deben ser eliminadas. Habló sobre el buen futuro de los mineros de carbón, los nuevos ductos y sobre su nueva idea de que los ductos en el país serán hechos de acero.

Recordó que el Consejo de Mujeres Emprendedoras se firmó con el Primer Ministro de Canadá, Justin Trudeau, haciendo frente al déficit de mujeres votantes y proveyendo a las mujeres de un camino hacia mayor participación en la administración y el crecimiento de la economía.

Habló sobre aumentar los beneficios de las mujeres, incluyendo el cuidado de la salud materna y derechos de licencia de maternidad. Mientras que éste es un interés de su hija Ivanka, los Republicanos se han mostrado tradicionalmente en contra de los beneficios a la salud de la mujer. Será interesante ver quién cederá en este asunto –el Congreso o el Presidente.

Criticando fuertemente a la administración de Obama, lanzó en una letanía de sus fracasos y las enfermedades que heredó la actual administración. Estableció que, para solucionar estos problemas, será necesario trabajar juntos independientemente de sus partidos.

En la base de esto se encuentra el proceso de recuperación económica haciendo más atractivo que las empresas se queden. Repitió sus preocupaciones por el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), y celebró su remoción del Acuerdo Transpacífico. Calificó su amor al libre comercio con su objetivo de buscar el comercio justo.

La segunda parte de su discurso fue más aspiracional. Se refirió a la educación como el asunto de derechos civiles de nuestros tiempos. Pidió pasar una reforma a la educación para proveer de mejor educación para todos los niños, especialmente a los latinos y afroamericanos. En efecto, en varias ocasiones, señaló a sus invitados afroamericanos de la audiencia para aumentar su alcance dentro de esa comunidad.

Virando hacia la política exterior, alabó a la OTAN, pero prometió que sus miembros pagarían por su (fair share). Prometió un Estados Unidos fuerte y dijo que su país respetaría el derecho de cada país por marcar su propio camino. Su trabajo, dijo, y todo lo que se necesita es la confianza de convertir las esperanzas en realidad.

Este fue Donald Trump presentando sus objetivos de manera presidencial. Mucho va a depender de si éste fue un discurso único, o si es el comienzo de un Donald Trump más moderado y conciliador.

Veremos.

[i]Mérida, Yucatán[/i]
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