Reporte 8AM

Pablo A. Cicero Alonzo
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya

Martes 14 de febrero, 2017


Comentarios sobre el artículo [i]Entonces, pediré un Uber[/i], publicado ayer en estas páginas:

* “¡Qué decepción leer un artículo de esta naturaleza en La Jornada Maya! Cuidado con lo que publican pues pueden perder el respeto de sus lectores. Por supuesto que ahora Uber ‘está fuera de la ley’ porque la ley se modificó a modo y encargo de priístas y taxistas, con el pretexto de ‘nuestra seguridad’, cuando lo que menos les importa es eso, y lo que realmente les motiva son sus intereses económicos y políticos. Y para rematar justifica a los ‘pobrecitos’ policías que ‘sólo reciben órdenes de hacer cumplir la ley y son juzgados en las redes sociales’. ¿Qué clase de broma es esa? ¿Desde cuando el abuso de autoridad es hacer cumplir la ley? Los agentes han actuado abusivamente al retirar vehículos sin justificación, incluso de gente que no trabaja para Uber. Al día de hoy hay todavía vehículos desaparecidos. Pe?simo y decepcionante artículo”.

* “Me parece que ya se están alineando con [i]Rolo[/i]. Qué pena... En vez de analizar las detenciones ilegales de la SSP y del fallido Escudo, se critica a Uber y a sus trabajadores comparándolos con la mafia de Chicago. Si hay mafiosos en este asunto, esos son los del Volante”.

* “¡… te leo y no lo creo! ¡Obediencia debida y punto final! Lo siento. Yo no creo en muchas leyes y menos en el sistema que las hace”.

…

¿Si no piensas como yo tú estás mal? ¿Si defiendes otra postura estás vendido? ¿Estás alineado con la autoridad si coincides con ciertas políticas? No. Respeto tu opinión. Tal vez no la comparta, pero siempre me enriquece escucharla —y leerla. Por eso me dedico a esto. Por eso escribo columnas. El género periodístico de opinión para eso es, para abrir un debate, para compartir ideas, combustible de nuestra sociedad. Mi intención no es evangelizar. No intento convencerte; mis ideas no se venden, estos párrafos no son cambaceo. Esta es una tribuna que en ocasiones se torna en acalorada discusión, pero siempre es preferible eso que al monólogo. Digiero tus palabras, asumo tu descontento. Y comprendo que me llames vendido o alineado. Es tu opinión.

Aún así, toda postura debe sustentarse en razonamientos. Entre otras cosas, creo en el contrato social. Los ciudadanos tenemos derechos. Y tenemos obligaciones. La vida en democracia implica corresponsabilidad. Clamamos por el progreso y el bienestar; por la libertad. Le exigimos a las autoridades que garanticen la paz y promuevan las posibilidades de mejorar nuestra calidad de vida, pero en ocasiones nos olvidamos de lo que nos toca hacer y no somos recíprocos. Los tribunales son un derecho, no una obligación, me espetaron. Yo creo que son un derecho y una obligación. Las personas con las que más gozo estar son las que piensan distinto que yo. Mi vida, de otra manera, sería muy aburrida. No me imagino encapsulado en un pensamiento único, escribiendo columnas endogámicas, de ideas tan manoseadas que se desdibujan. La intolerancia brota en esos terreno y es estridente y violenta y obcecada. Una visión única para un lenguaje único. Lo distinto desentona y causa escozor.

Específicamente en el tema de Uber, sostengo en la necesidad de que el problema se resuelva conforme a la ley. Los tribunales son un derecho, no una obligación, me repetirán. Yo creo que son un derecho y una obligación, reiteraré. En muchos aspectos no estoy de acuerdo con la ley fiscal, pero aún así pago mis impuestos. Así funciona el contrato social del que ya hablé. ¿No quieres pagar impuestos? Adelante, pero asúmelo. Es un problema tan complejo que no se puede reducir a malos y buenos, a brutales policías y a choferes víctimas; a violadores de derechos humanos y mártires. Hay otros componentes en este merengue. Hay, por ejemplo, una oportunidad de un partido para adoptar una postura popular —populista, dirían varios—, hay un sindicato de una actividad condenada a desaparecer. Y en eso quiero ser claro: los taxistas tradicionales —como los que están agremiados en el FUTV— son discos de vinil que manejan.

Hay un rencor atávico al mismo FUTV, identificado con el PRI y con sus figuras más rupestres, como los Nerios Torres. Y hay unas redes sociales que amplifican cualquier susurro. Por ejemplo, en este caso, fue en una misma red social —Facebook— en la que el director de Transporte del Estado, Humberto Hevia Jiménez, recordó su violento pasado: “Mi formación fue en las lides estudiantiles como checa ahí teníamos que pelear con [i]madriadores [/i]de verdad y la condición es la que prevalecía y malicia ya que la mejor escuela es la realidad y la que nos da e la barrio o a la que pertenecíamos a la brosa como le llamábamos a los grupos de poder (…)”. El [i]madriador [/i]Hevia, creo, no tiene cabida en este debate, en el que se está pugnando por una solución que nos beneficie como sociedad. Su presencia y papel en este conflicto perjudica, y debería ser removido de su cargo. Pero ya. Si esta postura salvaje tiene como contraparte el valemadrismo de los capitanes de Uber en la Ciudad de México, tan trumpianos ellos, el resultado es obvio. Y por eso no me sorprendió que ayer me hayan dicho vendido o alineado. Estamos siendo bombardeados por argumentos sentimentales, más que intelectuales. Animales, no hombres.

Aún así —y más todavía—, el debate es bienvenido. De eso de trata. Tengo la oportunidad de abundar en el asunto, que no puede reducirse al maniqueo está bien o está mal. Los monólogos son dañinos para la salud de la democracia, que debe ser contemplada con ojos de hombre y no de perro, en blanco y negro. El mayor de mis miedos es vivir una sociedad en la que cada quien haga lo que le dé su gana. Una sociedad en la que en lugar que me digan vendido o alineado me amenacen con pegarme un tiro… Sólo por pensar distinto a ti.

[i]Mérida, Yucatán[/i]
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