La torpeza de un presidente

Kalman Verebélyi
Foto: Tomada de www.animalpolitico.com
La Jornada Maya

Lunes 13 de febrero, 2017

Cuando veo su rostro de expresión engreída, siento que mi navaja quiere salirse de su funda; su cachete rosado está diseñado para la palma de mi mano. Me hubiera gustado ver ese rostro rosado tornándose rojo cuando le dieron el veredicto del juez: es anticonstitucional su decreto presidencial.

Hablo de Trump, de Donald, quien está en nuestra boca como trago amargo; es un intruso en nuestra vida cotidiana, en nuestros pensamientos, en nuestros sentimientos. Su presencia se la debemos a los electores del país del norte y habremos de convivir con él hasta que la misma sociedad norteamericana se harte.

La política es como una tienda de porcelana, hay que tener mucho cuidado con lo que se toca, evitar empujones para que nada se rompa. No creo que sea casualidad que el elefante sea el animal que representa a los republicanos. Trump es el elefante alfa de los republicanos que en tres semanas logró demostrar ineptitud total para su cargo.

El revés en las cortes es significativo, pero es más elocuente cómo reaccionó al enterarse de que su orden ejecutiva ha sido suspendida, que los musulmanes de los siete países señalados pueden entrar y salir de los Estados Unidos, a pesar de la voluntad del presidente del país más poderoso del mundo.

No hay nada extraño en ello. Trump dijo durante toda su campaña que quiere imponer un orden nuevo en el mundo, donde todos ciegamente acepten su eslogan: América first; pues frente a ese América first, los jueces sentenciaron: The american constitution first.

Celebramos la primera derrota de Trump, pero es esta derrota lo que vaticina que su carácter narcisista va a salir a flote en su máxima expresión, porque no se va a dejar; tomará decisiones para demostrar cuál de los gallos es el que canta más fuerte en el gallinero.

Las agresiones verbales de Trump están generando un estado de incertidumbre entre los mexicanos que viven en los Estados Unidos. A diario nos llegan noticias sobre casos de deportaciones, cuyo objetivo es precisamente crear un ambiente donde ningún migrante, con papeles o sin papeles, se pueda sentir seguro.

La retórica antimexicana de Trump es una constante en sus declaraciones públicas y su tema preferido es el muro. Cuando menciona esta palabra su rostro refleja una satisfacción sádica.

Lamentablemente el muro como punto de lanza de su antimexicanidad es donde Trump puede lograr éxitos rápidos. A menos que estas personas se defiendan. Trump dice que en primera instancia quiere deshacerse de los hombres malos, de aquellos que hayan tenido que responder a la justicia estadounidense, pero la realidad pinta de otro color. Trump va contra todos, sin importar el estatus migratorio, no se tienta el corazón al separar a madres de sus hijos.

Trump ha demostrado con estas acciones que su falta de humanidad. Al parecer Trump es insensible al dolor ajeno, lo único que le interesa es tener resultados contundentes y rápidos. Sin embargo, como lo señalan conocedores del sistema judicial estadounidense, existen soluciones para estos migrantes preocupados: acudir a las cortes.

Los jueces con la decisión de echar abajo las bajas intenciones trumpianas referentes a los musulmanes son garantía de que el estado de derecho es la mejor defensa de los migrantes mexicanos. Pero para que tengan éxito hace falta que los abogados contratados por los consulados mexicanos sean personas competentes comprometidos con la causa de los mexicanos.

No son los migrantes los únicos que se han ganado la aversión de Trump; él odia todo que no se maneja según sus preceptos. Tiene bronca con la media, con los jueces, con el mundo.

Para fortuna de nosotros, en el equipo tan cuestionado de Trump hay personajes que entienden el quehacer político y están poniéndole riendas al caballo salvaje, le aconsejan, porque ordenarle aún no consiguen. Las metidas de pata de Trump quien piensa que la política consta sólo de emitir órdenes ejecutivas, presidenciales, están ejerciendo una presión sobre las cabezas pensantes de la Casa Blanca, y serán ellos quienes tarde o temprano le pondrán el alto.

Mientras tanto, no nos queda más que aguantar.

[i]San Francisco de Campeche[/i]