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Kálmán Verebélyi
Foto: Fernando Eloy
La Jornada Maya

Miércoles 18 de enero, 2017


El cambio en los paradigmas es un proceso lento. En el gusto musical también. En la plaza principal de Campeche, los fines de semana, cuando se presentan grupos musicales, la gente espera una sola canción; Champotón. Si no hay Champotón, no hubo función.

En los últimos años ha habido una apertura en los géneros. Basta ir a la calle 59 para escuchar desde música clásica, reguetón, rock y una variedad enorme de propuestas de músicos campechanos. Ha habido un cambio sustancial en los últimos años, y para bien de los espectadores, de los que disfrutan la música – dice Alejandro Mora, coordinador de la Casa de los Músicos, ubicado en el barrio de San Román, justo en la esquina del parque, donde a la hora de la misa es la música, el canto eclesiástico, la que envuelve con su mensaje acústico de amor y sacrificio las calles aledañas.

La Casa del Músico, inaugurada hace un par de años con la finalidad de dar hogar a la Orquesta Sinfónica de Campeche, hoy día es el centro donde por excelencia se forman los músicos, los que quieren cultivar la música como profesión.

“Tenemos 80 alumnos, regulares a medias, porque hay quien sólo asiste a las clases que le llaman la atención, que siente que le sirve para su superación. El curso de 2017 comienza en pocos días, esperamos que haya una participación más consistente porque la finalidad de los talleres en las diferentes ramas es formar músicos que tengan los conocimientos teórico-prácticos necesarios para enfrentar con éxito su examen de admisión en los conservatorios, sea de Toluca, Jalapa, Mérida, Morelia, Cuernavaca, y que al terminar sus estudios, obteniendo la cédula profesional de la SEP, salir con la certificación de licenciado en música que les permite una proyección personal”, dice Alejandro, quien proviene de una familia ligada a la música.

Su padre, tabasqueño, era compositor. El hermano de su mamá tuvo éxito con Los Aluxes en varios festivales en la capital de República. “El obstáculo para hacer la música como proyecto de vida era mi mamá. Es campechana, para ella el músico era sinónimo de gente bohemia, de trago, de mujeres. No lo quería para sus hijos”, relata.

Alejandro no lo confiesa, pero da a entender que el divorcio de sus papás marcó su vida y lo trajo a Campeche, donde aprendió a valorar los sabores, los colores de la campechanidad.

“Lo que le falta al músico campechano es la movilidad. Como que se conforma con lo que Campeche le ofrece. Pero esta actitud lo orilla a no ser reconocido, no ser conocido más allá de las murallas, y esto pasa teniendo músicos de primer nivel. En Campeche hay diez grupos que, sin dudas, merecen llamarse profesionales. Hablo de la sinfónica, de la camerata, de los conjuntos musicales patrocinados por el gobierno del estado, del Ayuntamiento. Talento tenemos, pero les falta la voluntad, el atrevimiento de salir de Campeche, buscar horizontes más amplios, regionales, y por qué no, nacionales o buscar ir más allá,” dice el maestro Mora, conocido jazzista entre los campechanos.

“Soy compositor también. Esta faceta mía la conocen pocos, dice Alejandro, y empieza una disertación de los tonos, de los tiempos 2 por 3, que es la base de la música mexicana; de los timbres y ritmos, de su interés de incorporar la etnomúsica, que me hacen sentir ignorante porque al escuchar los huapangos jamás capté que se tocaba de una manera, se bailaba de otra, y se cantaba de otra para llegar a la sincreción de las notas musicales y de esta manera llegar al alma popular que lo tiene vivo.

“Música autóctona, salvo de los huicholes, no hay en México. Los que tocan música dizque autóctona utilizan los instrumentos para crear la música que en su sentir es la autóctona”, sentencia Alejandro. Le cuestiono que no existe una mayor difusión, siendo el diez por ciento de la población mexicana de origen indígena que lleva en su sangre los valores de sus ancestros. Imagino un festival de música autóctona, independientemente de si sus raíces son de antaño o son la manifestación del alma de los presentes. Su raíz es la misma, sostengo.

“Es una idea que valdría la pena de valorar. Mucha gente, entre ellos los turistas que llegan a México, son adictos a las diferentes manifestaciones musicales: vienen porque en Campeche encuentra lo latino, la música romántica, la movida como la cumbia, la salsa, pero también buscan lo autóctono,” responde.

Y entre semana, la calle 59 suena a discoteca. Los músicos campechanos sólo son solicitados los sábados. Para hacer diferencia. Del local de al lado.

“El músico campechano, el compositor sentía en sus entrañas el ritmo, la fuerza de las letras. No sabía de partituras. No sabía cómo llenar las cinco rayas paralelas con notas musicales, qué llave poner. Era una música que venía de sus entrañas,” comenta Alejandro.

Los paradigmas están cambiando. Los músicos aceptan este cambio; con los géneros tocados van rompiendo poquito a poco este cerco con que las murallas han encerrado el gusto musical de los campechanos.

[i]San Francisco de Campeche, Campeche[/i]


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