Retomando el valor del arte

Óscar Muñoz
Foto: Cuartoscuro
La Jornada Maya

Miércoles 18 de enero, 2017


Si alguien quisiera averiguar cuáles son las premisas sobre las cuales está diseñado el programa de educación artística que supuestamente opera en las escuelas de México, particularmente de Yucatán, podría hacerlo directamente en los programas nacionales para la educación primaria, para empezar. En estos sería posible identificar sin dificultad alguna los propósitos, conocería los contenidos de aprendizaje y el enfoque de competencia (cuestionado por los más importantes pedagogos de la actualidad). Sin embargo, más allá de lo que esté planteado teóricamente en los planes de estudio y los programas correspondientes a esta materia, es más que difícil constatar en la práctica escolar logros sustantivos y concretos en cuanto al aprendizaje de los niños en las artes.

En los trabajos de los alumnos no será posible encontrar muestras de que haya sido promovida su percepción y apreciación artística y su sensibilidad e imaginación creativa. Y no, porque los docentes no están preparados para educar en este campo. Aunque no es su culpa que no tengan la preparación para dirigir a sus alumnos hacia una visión estética de la vida, si los docentes no la tienen. Es el caso particular de los maestros de grupo, aquellos que son responsables de un grupo escolar por todo el año lectivo. Si bien les va, los alumnos han tenido que realizar las actividades que recomienda el programa de educación artística, sin ton ni son, es decir, un poco al “ahí se va”. Mucha gente del magisterio, principalmente los directivos y supervisores opinan que, a diferencia del español y las matemáticas, la artística no es una materia fundamental para la vida.

Ante esta situación, en la que la educación artística es minusvalorada desde el mismo seno de las escuelas, la formación de los niños continuará sin sentido alguno. ¿Acaso el sistema estatal de educación ha intentado asegurar que los niños aprecien realmente las manifestaciones artísticas del lugar donde viven, tal y como ha sido planteado en los programas de esta materia? Ni siquiera ha intentado buscar estrategias que permitan llevar a los alumnos a reconocer las manifestaciones artísticas de la nación y del estado, mucho menos ha hecho algo para que los niños aprecien las expresiones artísticas que pudiera haber en su entorno inmediato, en su comunidad, su municipio. ¿Entonces qué ha hecho el Estado para resolver esta gran ausencia en las escuelas? Tal parece que no mucho, y, en algunos casos, nada.

Efectivamente, existen docentes especializados en educación artística, quienes laboran en diferentes planteles escolares y comunidades, tal como lo hacen los maestros de educación física. No está nada mal que haya estos maestros especializados en el sistema; por el contrario, es muy importante su participación. Sin embargo, los directivos y los maestros de grupo generalmente solicitan a estos docentes que dediquen sus horas de servicio a preparar festivales escolares. En este aspecto, bien por los festivales. Pero, en otra perspectiva, qué mal por la ausencia de una educación artística en las escuelas.

La educación artística, desvalorada y desviada de sus propósitos originales, tendrá que ser retomada en sus propósitos auténticos y orientada bajo un enfoque que garantice la formación integral del individuo (física, mental, espiritual y socialmente). Tendría que aplicar una pedagogía que permita desarrollar en los niños su capacidad de imaginación tanto para la apreciación artística como para la expresión creativa. Si bien no se pretendería que los niños terminen siendo artistas, sí se apostaría para que sean lo más imaginativamente creativos en la vida, la cual ha exigido cada vez más ideas innovadoras hasta para sobrevivir.

En este rumbo iba muy bien el Taller Itinerante de Arte, programa operado por la Fundación Cultural Macay, pero cancelado sin motivo alguno. Tal vez este desacierto haya sido a causa de cierta insensibilidad y cierto desprecio por la infancia y el arte, algo demasiado paradójico si esta fundación se dedica a la difusión del arte y recibe grupos escolares en el Museo de Arte Contemporáneo Ateneo de Yucatán.

[i]Mérida, Yucatán[/i]
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