Solidaridad contaminada

Eduardo Lliteras Sentíes
Foto: Carlos Águila Arreola
La Jornada Maya

Lunes 16 de enero, 2016

En el año de 1997, reporteando en las brechas recién abiertas por los desarrolladores de lo que años después los gobiernos de Quintana Roo llamarían pomposamente Riviera Maya, en su afán de compararla con la Costa Azul, Playa del Carmen era todavía un incipiente desarrollo turístico, en el que apenas existía una décima parte de lo que hoy es la llamada Quinta Avenida, lo que no obstaba para que advirtiéramos sobre la contaminación, tala de manglares y amenaza del crecimiento desordenado de esa zona, lo que se ha cumplido a cabalidad.

El municipio estaba colmado de exuberante vegetación y fauna, las playas eran un auténtico paraíso soñado y meta de aves, tortugas y del turismo europeo que desdeñaba ya desde entonces la megalomanía de Cancún y su asfalto, para preferir la tranquilidad y naturaleza de Playa del Carmen.

La carretera de Cancún a Playa era de un solo carril en cada sentido y nadie, en aquel entonces, se imaginaba que de la mano de políticos y empresarios, ambiciosos y corruptos, el municipio de Solidaridad se convertiría en una inmensa mancha urbana en crecimiento sin control, brutalmente desigual y que genera montañas de basura y aguas negras que se vierten por todos lados en medio de una grave crisis de inseguridad.

Precisamente, en los recientes días, un ciudadano se comunicó a nuestra redacción y nos compartió dos videos, así como fotos y una denuncia presentada ante la Profepa, tras el descubrimiento de un florecimiento de aguas negras (al menos de ese color y olor) de casi dos metros de circunferencia del que no habían tomado nota (distraídas en quién sabe qué) las autoridades en la concurrida y muy erosionada playa de Chunzubul.

Dicha playa se ubica a la altura de la llamada avenida CTM o calle 46 de Playa del Carmen y claramente destilaba un intenso color negro chapopote y olor a albañal. Como antecedente, menciono que recorriendo la avenida Constituyentes en las cercanías del asta bandera (sin bandera desde hace 6 años) me encontré en enero con un río de aguas negras que escurría desde lo alto de la calle y que brotaba hediondamente de dos alcantarillas, incluyendo restos de excremento y papel de baño frente a los asqueados turistas extranjeros que contemplaban la escena.

Tras publicar en [i]Twitter[/i] y en [i]La Jornada Maya[/i] e Infolliteras.com la noticia, la alcaldesa de Solidaridad, Cristina Torres, acudió a toda prisa a la playa en cuestión rodeada de funcionarios municipales y federales para asegurar, sin tener evidencia científica, que se trata de un brote de agua de manglar, según buzos a los que citó como fuente.

El apresuramiento de la funcionaria tiene que ver, no cabe duda, con la grave crisis en la imagen de Playa como destino turístico que puede comprometer, además, su impresionante y sospechoso [i]boom[/i] inmobiliario. En un boletín con fotos, se admitía que todavía se debían realizar análisis del agua, los que llevará a cabo Aguakán y el Ayuntamiento, cuando sería pertinente una tercera voz, por ejemplo, de un instituto independiente como la Universidad del Mar de Puerto Morelos.

Sin bien la empresa Aguakán ha sido señalada como presunta responsable por la contaminación del manto freático, lo cierto es que estamos ante la intención de dar carpetazo y tapar el sol con un dedo, en lo que parece una crisis ambiental fuera de control de las nuevas y rebasadas autoridades municipales en un estado víctima del saqueo inmisericorde de Roberto Borge.

Las afirmaciones, en el sentido de que son aguas de manglar no tiene mayor sustento científico. Por ejemplo, a qué distancia se ubica el manglar más cercano, sin olvidar que los manglares, filtros naturales, sólo realizan tal función si están vivos, lo que es de Perogrullo. Además, es sabido que los manglares y los cenotes, por el crecimiento fuera de control de Playa y su destrucción, precisamente, y el arrasamiento de flora y fauna de la zona con la complicidad de las autoridades federales, son utilizados como vertederos, no raramente, de aguas negras.

Playa del Carmen, no cabe duda, se encuentra en un punto de inflexión con su crecimiento en todas direcciones, mientras no paran de erigirse nuevos condominios y hoteles que venden el paradisiaco mar del Caribe, de aguas “aceptables” (sea lo que sea que esto signifique) según un informe de Cofepris.

[i]Playa del Carmen, Quintana Roo[/i]

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