Gobernador promete aniquilar frivolidad

Tabacón B. Linus
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán

Lunes 16 de enero, 2017

Pues ayer fue el informe de gobierno en Yucatán. Esos son temas que a los ciudadanos nos dan flojera (y mucha). Hay tantas cosas interesantes sobre las cuales escribir, que analizar un evento de gobierno parece tortura.

Sin embargo, hubo un pasaje -muy al principio del mensaje- que hizo que me reacomodara en el sofá y pusiera atención. ¡No podía creer lo que estaba diciendo el gobernador! Luego revisé las redes para encontrar el texto oficial y confirmé que efectivamente había escuchado bien y, entonces, me quedaron grandes preguntas ¿lo habrá dicho con convicción? ¿De verdad lo cree? ¿Va en serio?

Rolando Zapata dijo, y lo citamos a la letra para evitar alegatos: “Asumo a plenitud que ya es momento de dejar atrás [i]los rasgos frívolos[/i] de nuestra democracia… Es cierto que hace unos años, cuando apenas se ampliaba nuestra vida democrática y la alternancia política era incipiente, los partidos, los gobernantes y los políticos necesitaban de reflectores y espacios para llamar la atención y ganar el apoyo de los ciudadanos… Estoy seguro que es momento de dejar atrás esa etapa… En Yucatán tenemos una sociedad participativa, una ciudadanía crítica, una juventud informada y aguerrida que -desde hoy y en el futuro- juzgará el trabajo de los gobernantes y los políticos por su cercanía con el pueblo, el cumplimiento de sus compromisos, sus resultados de fondo y no por el marketing”.

Esa es una gran promesa, una que vale la pena que se cumpla. Hasta optimista se pone uno. Imaginemos lo que los ciudadanos nos vamos a ahorrar en gastos de comunicación social del gobierno. Digo nosotros los ciudadanos porque el dinero para pagar pancartas, espectaculares, calcomanías, anuncios en radio y TV sale de nuestros impuestos. Y en realidad ese ahorro monetario es la menos importante de las consecuencias de lo que dijo el gobernador.

Él nos está diciendo que reconoce el actual estado de ánimo social y, más importante, que entiende el hartazgo de una sociedad bombardeada por la autopromoción de los políticos.

De pronto los políticos yucatecos (y en general todos los políticos mexicanos) han montado un [i]reality show[/i] en nuestras calles y redes. Ellos nos llenan las ciudades de anuncios de autopromoción, saturan los periódicos con boletines sobre actos de gobierno huecos e insulsos, en donde nos “informan” que aparentemente están haciendo su trabajo; trabajo que es su obligación realizar y no algo para presumir.

En serio, los ciudadanos estamos hasta el tope de los políticos que creen que ganar el poder es un simple ejercicio de convertirse en “celebridades” de la farándula política. ¡Ya basta!

El gobernador nos pide que tengamos un optimismo sensato en el futuro. Y adoptar ese optimismo sensato suena lógico cuando él ya renunció a los informes faraónicos; y a uno le dan ganas de creer que él también pondrá orden en los “artistas” políticos que andan desatados en estos días.

Sería digno de un optimismo sensato ver que la sucesión gubernamental del 2018 se decida en el trabajo de fondo y en los perfiles correctos, y no en una bacanal de concursos de popularidad y simpatía ramplona entre los suspirantes de todos los partidos.

Nos haría muy felices que las palabras se tradujeran en acciones. Que el gobernador meta en cintura - usando las facultades legales que tiene sobre sus subordinados- a los funcionarios que andan en la “autopromoción” pura.

Y que Rolando Zapata ponga también en orden a los políticos que -si bien no son sus subordinados (senadores, diputados federales, locales, etc.)- están en su esfera de influencia como líder político del estado. Tampoco estaría mal que los suspirantes de otros partidos tomaran nota y liquiden sus actos de oropel y anuncios con imágenes “fotoshopeadas” en las que posan como galanes de telenovela.

Si el gobernador cumple este compromiso y vemos el fin del [i]reality show[/i] político en Yucatán, él habrá sido el eje de un profundo viraje histórico, y será una razón esencial para garantizar que sea un gobernante trascendental.

Si la política en general nos da flojera, la política de la frivolidad es insufrible. Así, le doy a Rolando Zapata la confianza que él nos pide para ser el decidido sepulturero de esa espantosa etapa de nuestra -ya no tan joven- democracia.

[i]Mérida, yucatán[/i]

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