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La Jornada Maya

Por fin todos los taxis de Yucatán dispondrán de GPS y botón de pánico. Uno no puede negar que eso es un avance esperado. Sin embargo, antes que una decisión de vanguardia, es una acción para ponerse al día con lo que plataformas digitales de transporte ya ofrecían desde hace tiempo. 

Un poco tarde, pero esas adiciones esenciales para el transporte y la seguridad pública están llegando a un estado que crece y crece en su población y que parece multiplicar geométricamente sus extensiones urbanas. Un rumbo correcto. 

Desgraciadamente ese rumbo correcto se extravía cuando entramos al tema de los moto-taxis. Un tema en el que antes que encontrar una opción viable de largo plazo, simplemente se reconoce el [i]status quo[/i], así éste no sea del todo deseable. La inclusión del moto-taxi en la legislación de transporte estatal, antes que un triunfo para los usuarios y operarios, es un triunfo para los actores grises y las agrupaciones nebulosas que “controlan” ese servicio. 

Con moto-taxis que cobran entre 15 y 20 pesos por viaje, trabajando con unidades hechizas, inseguras e inestables que tienen un costo de alrededor de 70 mil pesos cada una, además de operarios que deben pagar hasta 350 pesos de renta diaria a los “pulpos” dueños de flotillas, la mesa estaba puesta para pensar en algo mejor. 

La mesa y los números económicos daban para antes que hablar de moto-taxis, se hablara de micro-movilidad urbana y se pensara en mejores vehículos, con energías limpias, seguros, operando en vialidades y distancias claramente definidas, con velocidades reguladas y, especialmente, con acceso a financiamiento para quien los opera, trabaja y busca hacerse de un modesto patrimonio, antes que simplemente regularizar las cosas para quienes controlan decenas de unidades y buscan enriquecerse con este perfil del negocio del transporte. Se transita en el carril equivocado y ya se verá qué puede hacer el reglamento para tratar de enderezar las cosas. Remedio y ya.

En temas de seguridad vial pareciera que se opera con ligera prisa, pues se esperan las contribuciones de la Secretaría de Seguridad Pública y, si no llegan, pues a seguir caminando sobre concepciones generales. Buenas intenciones legislativas sin mucho soporte práctico y operativo real. Las cosas se mueven y hay que reconocerlo (tal vez hasta aplaudirlo), pero pudo haberse hecho mejor la tarea. Se siente apuro y uno espera que no sea urgencia electoral. 

Sí, el rumbo es correcto: el transporte es el gran tema de Yucatán para dinamizar su economía y garantizar que siga creciendo sin cuellos de botella. Tristemente no se transita por el carril de la movilidad sustentable, sino el de atender lo que se puede, cubrir atrasos, poniendo fechas fatales y haciendo concesiones a grupos de poder, antes que pensar en lo que se necesita para construir un bienestar colectivo duradero y reactivar urgentemente la economía. Avanzamos, pero pareciera que nuestro carril no es el mejor. 

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Edición: Enrique Álvarez


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