Me tengo a mí

Margarita Robleda Moguel
Foto: Ilustración de John Tenniel
La Jornada Maya

Martes 16 de junio, 2020

[i]Me tengo a mí[/i], se llamó la charla que tuvimos hace unos días Gabriela Garza Servín y esta aspirante a tenerse, a través de Facebook Live. La reclusión tiene sus frutos y algunos de estos son abundantes y sabrosos, como los trabajos de Conchi León y las pláticas que Gabriela presenta día a día con sus amigos y los amigos de estos que la buscan para entrar en la cadenita donde “los locos se juntan con los de su especie”.

Gaby es una mujer inteligente e inquieta y tiene una gran colección de locos del mismo club, por lo que las charlas pueden ser de historia de México, yoga, psicología y todos los anexos que se puedan imaginar. Mi favorita fue la que realizó con Rodolfo Lozano Verdiguel sobre [i]Alicia en el país de las maravillas[/i] y su relación con los tiempos extraños que vivimos.

[i]Me tengo a mí[/i] es el título de un libro que publicó la Editorial Panamericana de Colombia. Una amiga me pidió que escribiera sobre el divorcio. No sabía cómo explicárselo a su pequeño de cuatro años. Me tomó otro tanto entender cómo podía llegar al punto clave y aunque espero que al que se lo dediqué le haya sido útil, a pesar la tardanza, creo que para muchos otros sí lo fue.

Osito nos cuenta cómo se encontraron papá y mamá osos en un parque de diversiones. Cómo se fueron conociendo y enamorando hasta llegar al punto de decidir formar una familia. La llegada de Osito y lo hermoso de los primeros tiempos, así como cuando las risas dejaron su espacio ante la llegada de los primeros reclamos. Osito sufría al escuchar el tono de las voces, pensaba que era su culpa. Hasta que la visita de su tía Osa, esa con la que se puede hablar las cosas del corazón, le permitió compartirle su pena. La tía, muy sabia le dijo, “los asuntos de tus papás son cosas de adultos, tú no tienes la culpa”.

Para Osito, las palabras de la tía fueron un bálsamo y aunque siguió su proceso de dolor, llegó el momento en el que comprendió que independientemente de con quién viviera, lo importante es que nunca estará solo, porque Osito siempre tendrá a Osito.

Este es uno de esos cuentos maravillosos que la cuentera saca en el momento que desea crear la magia ya que sin importar si son alumnos de jardín de niños, universitarios o adultos, cuando les pide que cierren los ojos y se abracen para decirse muy bajito: “me tengo a mí, me quiero a mí, me cuido y protejo, entiendo que todo estará bien, porque yo me tengo a mí”; la vocación tiene sentido sanador.

En la charla con Gaby, que se puede encontrar en el muro de Face [i]Margarita Robleda[/i], comprendí muchas más aristas de las que le conocía al título del libro.

Ese afán desmedido de compras que ha surgido de la cuarentena es un grito desaforado de la falta de tenernos. Si no me tengo a mí, necesito cosas, control sobre personas, poder, acumulación de riqueza, juicios y sentencias a las vidas ajenas, problemas que presumir y con qué competir.

Cada uno irá descubriendo qué es tenerse a sí, pero estoy segura de que, como sea, vendrá con un envoltorio de paz gozosa.

"Me tengo a mí", más que una afirmación, es la enunciación de meta de vida.

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Edición: Elsa Torres