¿Un recorte del 75 por ciento en el gasto gubernamental?

Ulisses Carrillo
Foto: Notimex
La Jornada Maya

La Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) ha ordenado “la aplicación urgente y categórica de la medida de austeridad para no ejercer 75 por ciento del presupuesto disponible de las partidas correspondientes a los capítulos 2000, materiales y suministros, y 3000, servicios generales del clasificador por objeto del gasto para la administración pública federal” y uno se queda pensando ¿y eso qué quiere decir?, ¿se puede hacer un recorte así de radical?, ¿qué es eso de capítulos 2000 y 3000?, ¿qué significa lo que están ordenando?

Lo que la SHCP ha ordenando es que, durante el resto del año, todas las oficinas del gobierno federal (con excepción de Salud, Defensa, Marina y Guardia Nacional) recorten el 75 por ciento de su gasto en papelería, gasolina, alimentos y todo suministro que necesiten.

Recorte de 75 por ciento a hojas, plumas, tóner para las impresoras, clips o folders. Tampoco nada de pensar en combustible para mover los vehículos y, en algunos casos, nada de comida para los CERESOS. Por supuesto, nada de gasto en ceremonial, así que se acabaron las flores para las conmemoraciones, la mampara para el evento, el cafecito y las galletas para la reunión. También se acabó el material didáctico para las escuelas y el uniforme para el personal. Eso es el capítulo 2000. Hay cosas indispensable y otras no, pero habrá que aplicarles el 75 por ciento de tijera global.

En el capítulo 3000 las cosas se ven igual de tremendas: se acabaron tres cuartas partes del pago por mantenimiento de vehículos, oficinas y edificios. Se acabaron tres cuartas partes de las asesorías o servicios profesionales. Se acabó el cuidado de jardines, el cambio de focos y mobiliario. Por supuesto, a recortar 75 por ciento del gasto en internet, telefonía, agua, luz y, obvio, los viáticos. Claro, adiós al 75 por ciento de los gastos en comunicación social.

En suma, tendremos un gobierno que estará presente en oficinas, pero que tendrá muy poco papel y tóner para imprimir formatos, oficios o permisos. Habrá limitado o inexistente combustible para los vehículos que vigilan la norma en campo o embarcaciones que cuidan parques nacionales; probablemente sin internet para sus sistemas y computadoras funcionando a medias.

Tendremos un gobierno que “estará”, pero podrá hacer muy poco. Eso sí, la nómina se queda entera. Será un gobierno carísimo, porque aunque gastará menos, casi no hará nada.

La medida implica que el gobierno entra en hibernación de aquí a diciembre. El gobierno federal tendrá dinero para atender únicamente los programas del presidente (que no sufren recortes), pagar salarios y punto. Todo el resto de la amplia tarea pública quedará profundamente comprometida.

Además, si la medida se cumple (eso todavía hay que verlo), el gobierno federal dejará de ser un cliente importante que active la economía nacional y local, contratando servicios de todo tipo y adquiriendo insumos a lo largo y ancho del país.

El gobierno federal se declara en recesión y básicamente baja la cortina hasta nuevo aviso, justo cuando muchos dirían que necesitamos el gobierno más dinámico y presente en décadas, pero eso ya es cuestión de opiniones.

Eso sí, si la medida de recorte va en serio, estamos ante el desmantelamiento final de las instituciones públicas como las conocemos, todo al amparo del COVID-19.

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Edición: Elsa Torres