Johanna Martin Mardones
[i]Artista Visual[/i]
[i]Investigadora y Crítica de Arte[/i]
Foto: Facebook José Luis Díaz
La Jornada Maya
Miércoles 29 de enero, 2020
“Proyecto Lontananza” de José Luis Díaz, presentado en el Centro Cultural La Cúpula, es la mirada atenta sobre lo micro y lo macro, lo cercano y lo distante, lo que se intuye y lo incomprensible por su naturaleza, lo tangible y lo incorpóreo, la certeza y la incertidumbre; en Lontananza deambulan, además, conceptos como transición, arraigo y trascendencia, por citar algunos. Su propuesta, en una dualidad de aparente contrarios, sitúa al arte abrazada por el pensamiento filosófico y por emociones metafísicas contenidas en el micro-macro cosmos en el que deambulan los elementos que dinamiza la obra, entre los cuales el sonido de la cigarra es relevante, así como la intermitencia de las imágenes, bajo la lupa de Díaz que toma distancia y los observa desde el lugar más lejano, de ahí la designación Lontananza a su proyecto artístico.
La mirada de ambos universos, en la aparente división y contrasentido, tensiona la reflexión de lo macro como ejercicio de retorno a lo micro, de lo externo hacia lo interno, de afuera hacia dentro y viceversa en un ejercicio de retroalimentación permanente para situarnos en la idea que un universo se construye y se entiende en y desde el otro, de ahí que el autor conceptualiza ambos mundos en “Lontananza hacia fuera” y “Lontananza hacia dentro”.
La revisión de la obra nos conduce, íntimamente, a vivenciar la integración-unificación bajo una mirada metafísica que gravita en la propuesta y sobre la cual deambula “Proyecto Lontananza”, sin olvidar que el valor está puesto en el sujeto que vivencia cada particularidad (lo micro y lo macro) del mismo modo como, en un acto intuitivo, las une, las hermana y comunica y, al mismo tiempo, permite comprender la complejidad de ser parte del engranaje.
En lo micro, que el artista resuelve bajo el nombre “Lontananza hacia dentro”, Díaz pone al hombre como totalidad, el ser humano es un universo en sí mismo; el universo supeditado al sujeto. En lo macro, nominado “Lontananza hacia fuera”, es el universo el centro y el ser humano aparece supeditado a esa inmensidad. Sin embargo, en ambas miradas, el ser humano aparece como factor fundamental para el entendimiento de ambos universos. En el espacio micro Díaz instrumentaliza la cigarra y, con ello, pone en juego la relación temporal, en el ejercicio de detener el tiempo, en una representación que se magnifica para ser vista, observada, recorrida y comprendida por el sujeto que la enfrenta en un tiempo otro. Podemos decir que el vínculo es, en apariencia, más cercano por la relación directa y tangible que se establece. La cigarra, en este sentido, es un insecto que, por su naturaleza, refuerza interrogantes que se desprenden en la relación con lo finito e infinito, la vida y la muerte, lo efímero y lo imperecedero.
El en espacio macro, Díaz opera de manera contraria, reduce la imagen para hacerla más cercana, asumiendo que entre las formas macro y el hombre existe una distancia inconmensurable, es ahí donde la propuesta de Díaz nos acerca a la relación con las cosas desde la emoción y la relación inexplicable con el universo. Lo macro-intangible puede resultar más cercano que lo micro, porque en esa cercanía operan otras relaciones vinculadas a la emoción como construcción humana, más allá de la relación directa y en apariencia cercana con lo que nos rodea.
La dinámica se acentúa cuando el artista realiza un ejercicio inverso de darle más tamaño a lo micro para visibilizarlo, y lo macro es llevado a una escala menor para acercarlo. Ese ejercicio, que resulta un contrasentido, agudiza la relación emocional-filosófica con los elementos que rodean al hombre, su relación temporal y la relación con la pequeñez e inmensidad de las cosas que lo rodean ¿Qué es lo pequeño y qué lo inmenso? ¿Dónde ponemos la emoción y qué la motiva? ¿Desde qué lugar y tiempo nos vinculamos con el mundo?
Lo interesante del trabajo de Díaz es el lugar que juega el sujeto que, en “Proyecto Lontananza”, se establece como otro universo y se configura como el tercer factor que moviliza la obra y, por lo mismo, completa su sentido más universal-existencial. El ser humano, en el montaje, es un universo completo-complejo que, en esa arista, lo conecta con lo micro y lo macro. El universo que representa el hombre es infinito en cuanto a su complejidad, no a su tamaño, de igual modo como lo es el micro universo del insecto que se pone en conexión con el macro universo espacial en un entramado que sugiere la relación imperceptible e incomprensible que gravita sobre las cosas, las relaciona, las vincula y las separa y, en ocasiones, las fusiona en un orden desconocido.
En la propuesta de Díaz la relación entre la pequeñez y la inmensidad como universos separados pone sobre el tapete la idea que los universos difieren por su tamaño no por sus cualidades, poética que trasciende, atraviesa y rescata el espíritu de “Proyecto Lontananza”.
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