El parque de la Plancha: ejemplo de colaboración exitosa

Cristina Puga

Me alegró saber que el terreno de la vieja estación de La plancha sí se destinará finalmente a un parque local. Ello renueva mi confianza en la tradición participativa de Yucatán y en la posibilidad de llegar a fructíferos acuerdos cuando confluyen las voluntades ciudadanas y gubernamentales para la realización de proyectos. Es esta una convicción que se ha fortalecido más recientemente con el trabajo realizado desde el Observatorio Regional de Gobernanza que impulsa la ENES-Mérida (orga.enesmerida.unam.mx). 

Mi interés por la Plancha surgió hace tres años durante una estancia de investigación en el Centro Peninsular de Humanidades y Ciencias Sociales (CEPHCIS) de Mérida que ocupa el hermoso edificio mayense que fuera el Hospital de Ferrocarriles, contiguo a la vieja estación. Ahí conocí la historia del movimiento de vecinos que,  desde  2013, propuso convertir la zona en un parque.  Algunos eran estadunidenses o europeos retirados que imaginaban “algo como Central Park” e incluso hicieron los primeros planos. Otros, que sembraron los primeros framboyanes y frutales en las orillas del terreno, proponían un área verde entre sus casas y el centro de Mérida en la que crecieran árboles propios de la región. Muchos habían vivido en la zona por generaciones y habían participado en otros movimientos urbanos. El grupo realizó reuniones a las que asistían los profesores y estudiantes de la cercana Facultad de Arquitectura y de la Escuela Superior de Artes alojada temporalmente en el edificio de la vieja estación. En 2014 convocaron a un  concurrido “Foro interdisciplinario” para discutir los planes del parque. 

Cuando tomó posesión el gobernador Zapata (2013-2019) los vecinos de La Plancha aprovecharon para exponer su plan y el gobierno inició consultas que resultaron complicadas por las diferentes expectativas que se tenían para el área, incluidas las del gobierno municipal que había considerado la zona para el paradero del transporte urbano. Ante la  gran diversidad de opiniones, alguien sugirió y el gobierno aceptó la propuesta, pedir la opinión del  Proyecto Universitario de Estudios sobre la Ciudad de  la UNAM que ya había intervenido en otros centros históricos. Las reuniones convocadas por el PUEC, con asistencia de todos los grupos interesados, se hicieron, durante 2016 en el CEPHCIS y participaron en ellas, además de los vecinos y los profesores de las escuelas involucradas, autoridades gubernamentales y expertos del Cinvestav y de la UADY. Fueron propicias para reducir tensiones, aportar información y  llevar a cabo  una discusión inclusiva en la que se consideraron obstáculos, dificultades, identidades locales y visones de largo plazo. La idea de un jardín “etnobotánico” con áreas culturales en las que se instalaran la Escuela de Artes y varios museos adquirió consenso. 

Acordados los nuevos términos, en 2017 el PUEC entregó al gobierno un plan detallado para llevar a buen término el proyecto de un parque que se justificaba por su posible impacto social y ambiental en la vida urbana de Mérida y que fue aceptado oficialmente. El terreno tiene en total 37 hectáreas, de las cuales se cedieron ocho para la primera sección del parque que más tarde podría crecer al menos otras 15 cuando las maniobras ferrocarrileras que aún subsistían y todo el material acumulado de la vieja estación fueran trasladados a la nueva estación de Umán en el suroriente de la ciudad.  

En mayo de 2018, estuve presente en una ceremonia en los propios terrenos del futuro parque,en la que el gobernador celebró la colaboración que lo había hecho posible y declaró formalmente inaugurados los trabajos. Asistieron el Presidente Municipal de Mérida (hoy gobernador del Estado) los representantes de la Asociación “Gran Parque la Plancha”, las universidades participantes, los representantes del Consejo Empresarial de Yucatán, la Cámara de Comercio, los directivos del ferrocarril y cientos de vecinos. 

El acto, de acuerdo con mi análisis, era demostración de lo que un esfuerzo ciudadano bien organizado, con un plan concreto y una movilización pacífica e inteligente es capaz de lograr cuando encuentra en el gobierno a un interlocutor bien dispuesto y cuando interviene un mediador -en este caso la UNAM- que puede contribuir a un diálogo fluido que aporte soluciones de consenso. Eso sostengo en un artículo con varios ejemplos más,  que formará parte de un libro, aún en proceso de edición, sobre escenarios democráticos. Por eso me congratulo de que el proyecto no se archive y me permito recomendar al Fonatur y al gobierno de Mérida que, antes de iniciar un nuevo proyecto de parque revisen con cuidado el documento elaborado por el PUEC-UNAM en el que se incluyen estudios botánicos, ambientales y socioeconómicos de la zona y que representa la cristalización de un acuerdo excepcional entre vecinos, académicos y  gobierno. 

En el trabajo original sobre el tema, agradezco la información proporcionada, entre otros actores participantes, por  Felix Rubio, actual Presidente de la  AGPP, Guillermo Cortés quien encabezó la consulta, Ricardo López Santillán, investigador del CEPHCIS, Marco Peraza profesor de la Facultad de Arquitectura y José Luis Sierra, conocedor de la vida colectiva de la ciudad.