“La pandemia de angustia mental que aflige nuestra época
no puede entenderse ni curarse adecuadamente si se considera
un problema privado que sufren personas dañadas”.
Mark Fisher
Aída María López Sosa
En el año de 1973, el siquiatra William WK Zung (1929-1992) de la Universidad de Duke, planteó un cuestionamiento para comprender los desequilibrios afectivos, debido a que la palabra depresión, se utilizaba para referirse a un tono emocional subjetivo de breve duración; a una disposición de ánimo de estado sostenido y prolongado; a una emoción en la que intervienen factores fisiológicos visibles; así como a un desequilibrio de la personalidad con síntomas característicos. Entonces, ¿cuándo se vuelve anormal la depresión? Considero importante hacer una diferenciación para no etiquetar de depresiva a cualquier persona que esté pasando el trance.
Las causas de la depresión pueden ser por influencias genéticas, factores bioquímicos y fuerzas sicosociales. Una manera práctica de clasificar la depresión en normal o patológica, es si el individuo tiene capacidad de manejarla o se vuelve incontrolable e incapacitante y entonces necesita ayuda de un profesional. Los afortunados encuentran un lugar seguro en su interior para refugiarse en lo que pasa la tormenta, ese pedacito de cielo que los hace flotar encima de las desavenencias, pero otros viven el mismo infierno dantesco.
El tema de la depresión -enfermedad del siglo XXI-, en el curso de la pandemia, es de interés para las ciencias humanas: sicólogos, médicos, científicos y sociólogos, desde sus perspectivas, están observando el gran laboratorio en lo que se han convertido los hogares tras el confinamiento, donde los desórdenes orgánicos se están manifestando a través de conductas desadaptadas.
¿Cómo echarle ganas cuando la depresión de despoja de ella? La apatía es una de las manifestaciones que imposibilitan a la persona para actuar en medio de ese bosque de tinieblas. Estar “depre” no es cosa menor cuando se pierde la racionalidad, existe una distorsión de la realidad, se apodera de nuestro sueño en largas noches de insomnio; y personalidad fragmentada con ideas suicidas u homicidas.
La socióloga franco-israelí Eva Illouz, profesora en la Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales de París y de la Universidad Hebrea de Jerusalén, hace hincapié en la importancia de la esfera pública para sobrellevar la intimidad del hogar -esfera privada y doméstica-, la cual se vuelve opresiva sin la convivencia laboral y social. Las casa es el lugar al que volvemos después de trabajar o convivir con los amigos fuera de los confines del hogar, no para vivir 24/7, resultado del encierro impuesto que ha eclipsado tal posibilidad, convirtiendo el espacio en un war room, que no está equipado para ello.
Por otra parte, el sociólogo, médico y profesor de Ciencias Sociales en la Universidad de Yale, Nicholas Christakis, quien considera que los virus no son solo un fenómeno biológico, sino también social, augura una época de desenfreno sexual y derroche económico pospandemia alrededor de 2024, como lo ha registrado la historia desde hace 2000 años. Al término hay una fiesta, para redimir el dolor de las perdidas familiares, laborales y de estilo de vida.
Estamos al final del principio. Todos esperamos ver la luz al final del túnel como cuando Dante y Virgilio, después de recorrer las atrocidades de los nueve círculos infernales, salen y se maravillan del estrellado cielo nocturno.
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