Lectura y aprendizaje, dos procesos primordiales

Estudiar es una tarea que exige una actitud crítica y una disciplina intelectual, y ésta sólo es posible adquirirla a través de la práctica. Sin embargo, la actitud crítica implicada en el estudio por lo regular tiende eliminar la curiosidad, la investigación y la creatividad. Entonces, la disciplina del estudiante, en relación con el texto a estudiar, se transforma en una disciplina ingenua y no una crítica del escrito. Y cuando los lectores se someten a este proceso ingenuo, la lectura resulta mecánica, lo que provoca una distracción entre los estudiantes, quienes acaban perdiendo el interés por llegar al fondo del texto.

Habrá que destacar que, ante esta lectura ingenua y mecánica, los estudiantes enfrentan la simple memorización sin comprender el contenido. Por lo general, en lugar de entender el texto, el desafío de la lectura es reducido a memorizar el texto. Pero, según la concepción crítica de la lectura, los procesos son muy distintos. Por una parte, el lector debe sentirse desafiado por el texto mismo y, por otra, su propósito debe estar orientado hacia la apropiación del significado más profundo.    

Cabe destacar que, para conseguir este enfoque crítico de la lectura, los estudiantes deben desarrollar ciertos procesos en el acto de estudiar un texto. En primer lugar, el lector debe asumirse como sujeto de la acción, como el agente activo de la lectura, lo que le impedirá conformarse como un receptor inactivo que podría ser magnetizado por las palabras del autor o comportarse pasivamente ante los contenidos y procurar memorizar ciertas ideas. Estas circunstancias señaladas, propias de una lectura ingenua y mecánica, serían un gran impedimento para la lectura crítica.

Estudiar con seriedad un texto requiere de un análisis, que posiblemente fue el mismo que llevó al autor a escribir lo que aparece en su escrito. Para ejecutar ese mismo análisis, será necesario comprender en contexto sociológico e histórico que condujo al autor a las conclusiones planteadas en el texto. Además, será importante investigar el contenido que el lector enfrenta en el texto y establecer relaciones entre lo que el autor plantea y lo que otros habrían propuesto en otros textos similares. 

No habrá que olvidar que estudiar es una forma de re-inventar, re-crear, re-escribir, y esta tarea sólo puede realizarla un lector activo, que cuestione y averigüe. Bajo este enfoque crítico, el lector no podrá separarse del texto ya que estaría renunciando a la actitud activa que exige esta lectura profunda. Vale señalar que dicha actitud durante el estudio es la misma que exige la realidad para ser afrontada y cuestionar las razones que existen detrás de los hechos cotidianos.

Cuando un texto es leído, el lector activo es receptivo ante cualquier planteamiento que provoque una reflexión sobre cualquier asunto aunque no sea el tema principal del libro. Es posible que el lector activo intuya una relación entre lo leído y sus intereses y, así, buscar una conexión entre la idea principal del texto y el propio interés del estudiante. Aunque antes habrá que analizar verdaderamente el contenido del pasaje sin olvidar lo que le antecede ni lo que le sigue. Y este proceso habrá que ejecutarlo con el tiempo necesario, aún haya que detener la lectura y el análisis. Lo que importa es establecer esta relación fundamental entre el tema del texto y el interés del lector. 

Como es posible notar, leer no es sólo pasar la vista sobre un escrito y traducir mecánicamente los significados hasta memorizarlos, no. Leer es analizar, establecer relaciones entre el texto, la realidad y el interés personal. De aquí que habrá que aprender a leer bajo el enfoque crítico planteado. Como se ve, hay mucho qué hacer en las escuelas y las bibliotecas. He aquí un llamado a las autoridades de los sectores educativo y cultural, tanto federales como estatales.

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Edición: Ana Ordaz