El color del privilegio en México

Aída López

Hace un par de meses se extendió por las redes sociales una campaña en contra del racismo que permea históricamente en México, si bien un amplio sector privilegiado no lo considera racismo sino clasismo, lo cierto es que para efectos prácticos resulta lo mismo. El color de piel marca el destino de las personas y es el pasaporte para obtener los privilegios que la sociedad ofrece. Estudios serios reportan la influencia del color en los niveles de educación, el estatus laboral, la clase socioeconómica en donde el mayor porcentaje es para las personas de piel blanca. 

En el siglo XVIII en los Estados Unidos se llegó a pensar que la raza de piel oscura era incapaz de aprender lo que desmintió la primera esclava africana que en breve tiempo logró aprender a hablar inglés y latín. Phillis Wheatley comenzó a escribir poesía y se convirtió en la primera afroamericana en publicar un libro de poesía en la Unión Americana. 

El filósofo ecuatoriano Bolívar Echeverría (1941-2010) reflexionó acerca de la imposición de la blanquitud: “El racismo normal de la modernidad capitalista es un racismo de la blanquitud”; es decir la adopción de ciertas costumbres y modales. Desde el siglo XV la cultura europea estableció arbitrariamente que sus rasgos raciales definirían las diferenciaciones y las valoraciones de la apariencia humana. La blanquitud de las costumbres sería el parámetro para acceder a los trabajos y posiciones de jerarquía, influyendo en los gustos, la moral, la opinión y el intelecto. 

El año pasado el investigador y analista Hernán Gómez Bruera publicó El color del privilegio (Planeta, 2020), ensayo donde profundiza acerca de la doble moral en el tema, con sutilezas se va dejando de lado a las personas de piel oscura para acceder a oportunidades reservadas para los blancos, el racismo cotidiano: “Eres un racista. Sí, tú. Lo eres tú… Y los soy yo. Lo somos todos…”. El autor reconoce que él es uno de los privilegiados anticipándose a la crítica de los lectores, desconoce cuánto de lo logrado corresponde a su blancura y cuánto a sus méritos. 

“Poder prieto” es el movimiento antirracista de los artistas mexicanos para resignificar la palabra prieto, por ello el hashtag “donde hay prietura hay sabrosura”, es una forma de asociar el color con algo bueno en lugar de conceptos que denostan a los morenos a quienes se les asocia con antivalores. El eje del movimiento es acabar con los estereotipos en las producciones donde siempre se les dan roles de agricultores, empleados domésticos, delincuentes o de pobres. 

Según la organización Oxford Committee for Famine Relief  OXFAM México -movimiento global desde 1942 en 94 países para acabar con la desigualdad- en su informe Por mi raza hablará la desigualdad, la “pigmentocracia” no se puede negar. Proponen que un porcentaje de las becas sea para las comunidades indígenas, se incrementen los recursos de los cinco estados más pobres del país, se cuente con más intérpretes y traductores para garantizar la educación, la salud y la justicia de los indígenas y que se garantice la participación política de los pueblos originarios creando ciudadanía. 

Sería aventurado concluir que dado que en México el 65 por ciento se reconoce como moreno esa sea la causa del porcentaje de pobres que tiene el país. ¿Si disminuimos el racismo, se disminuye la pobreza? Si consideramos que el racismo entorpece el desarrollo de las personas de piel oscura, quizá si habría un cambio en la distribución de la riqueza. 

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Edición: Estefanía Cardeña