Zurcidores de esperanza

En medio de la zozobra de noticias sobre la llegada de la 4TA ola del bicho, fortalecido y retuerto, que está encerrando en sus guaridas a Europa, se agradecen las jícaras de agua de lluvia, dulce y refrescante, de los hombres y mujeres que zurcen nuestra esperanza.

Comenzamos con el sector salud, a los que no hemos agradecido suficientemente mantenerse al frente de la batalla, con todo lo que esto representa: trabajo intenso, inacabable, distanciamiento con sus familias, la impotencia ante la muerte del paciente, acompañarlos solidaria y empáticamente, dar la noticia, mantenerse ecuánime, las bajas del gremio; la incertidumbre al cuadrado ante la cantidad de olas que aún podrían estar por llegar. ¡Gracias! Grandes, cariñosas, alentadoras; pequeñitas ante la inmensidad de su quehacer.

Hace unos días, llegó de visita una amiga educadora de Sonora. En las pláticas salieron reflexiones sobre la gran cantidad de escuelas vandalizadas por todo el país. Curiosamente, la cantidad fue menor en las comunidades más pequeñas. Ahí, los vecinos de la escuela, agradecidos de tenerla para que sus hijos tengan opción de una mejor calidad de vida, estuvieron pendientes. Como es el caso del Jardín de Niños Indígena, José María Iturralde Traconis en Kanxoc, comisaria de Valladolid, donde la directora, la maestra Cielo Tuz, ha conformado un equipo de docentes comprometidos y entusiastas que nos asombraron con una emotiva manifestación artística con sus alumnos. A pesar de la premura, previo a la visita, organizaron un taller con los papás para enseñarles a dibujar ranas que aplicarían a sus camisetas, a manera de saludo. La maestra Yoli, escribió una canción de bienvenida a Margarita, con la música de la Adelita y aprovechando el vestuario de la festividad reciente, del 20 de noviembre, los niños la bailaron y cantaron, mientras que las mamás con las que habían practicado, la coreaban. 

Recordaba la escuelita llena de plantas, que le hacían honor a su nombre de jardín. El equipo había elaborado maceteros con envases de plástico vestidos de animalitos y las plantas, hermosas en sí, ahí duplican su belleza por el cariño que reciben. Para mi sorpresa, estaba igual. Los maestros, la conserje y padres de familia, organizados por la directora, Cielo Tuz, procuraron durante más de 20 meses, mantener el jardín vivo y con él, nuestra esperanza.

Hace unos días, el Programa Nacional Salas de Lectura (PSLN), y su coordinadora Sofía Trejo Orozco, organizaron el primer Encuentro Regional de la zona Sur: Palabra, Voz y Mediación Lectora, que inauguró, vía Zoom, el escritor Paco Ignacio Taibo II Director General de Conaculta.

Después de la inauguración, se realizó un Conversatorio de lujo entre autores de larga trayectoria: el maestro Ramón Iván Suarez Caamal, de Bacalar, Quintana Roo y de Yucatán, invitada por Campeche, Margarita Robleda, en un mano a mano de cuentos, poemas y experiencias de lucha y disfrute por los caminos de las letras y la promoción del amor a la lectura, gentilmente estimulados por Marilina Barona del Valle, Directora General de Publicaciones, para compartirle a los mediadores nuestra enjundia y extensa producción. 

Paco Ignacio habló con entusiasmo sobre la distribución a nivel nacional de los 21 títulos recientemente editados, manifestado la preparación de los 22, acorde a al 2022 que se acerca. Ramón Iván y esta Rana, propusieron que ya sean 21 o 22, tendría que haber una horneada de libros para niños. Los lectores se hacen desde chiquitos.

En la tercera etapa del evento se reconoció la creatividad, tenacidad, amor por la palabra y compromiso con la comunidad, de los mediadores de la lectura: maestros, amas de casa, abuelos; generosos lectores quienes, con su participación en calidad de voluntarios, incluso, proveyendo el espacio, mantienen la vela encendida. 

Candi May Novelo, Flor Valdés, Blanca Alicia Pech, Dalila Casanova… entre muchos otros en todos los rincones del país.

¡Somos más los buenos! ¡Aún hay esperanza! ¡Felicidades, PSLN!

Mano a mano entre los autores Ramón Iván Suarez Caamal y Margarita Robleda.

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Edición: Estefanía Cardeña