Arturo Contreras Castillo
Nací en 1954. Un año memorable por varias razones: Tolkien publicó La Comunidad del Anillo, primer libro de una saga que cambiaría la literatura; en Suiza tuvo lugar El milagro de Berna cuando la selección de Alemania obtuvo su primera Copa del Mundo derrotando a la imbatible Hungría; y, también, ese fue el año en el que Paul McCartney y George Harrison se conocieron en Liverpool, iniciando así una colaboración artística que aún resuena hasta nuestros días. En fin, una época de gratos recuerdos, añoranzas y en la que todos mis problemas parecían tan lejanos.
Nací en la localidad de Álvaro Obregón, municipio de Othón P. Blanco, a unos 60 kilómetros de Chetumal. Imagínense un bote en un río y flores que crecen increíblemente alto, pues así fue mi infancia, justo a orillas del Río Hondo y a unos pasos de Belice. Mi madre me transmitió principios y valores. Mi padre, maestro por vocación, me enseñó que la mejor herencia es una buena formación. Ambos me inculcaron que no hay nada que puedas hacer que no pueda hacerse. Así, en el hogar y en mi comunidad aprendí que siempre vale la pena intentarlo con un poco de ayuda de amigos y familiares.
En Quintana Roo, y esto lo he aprendido con los años, siempre he encontrado una mano solidaria que me ayuda a retomar el rumbo y a poner de nuevo mis pies en el suelo. En 1955, el huracán Janet azotó la región y nos enseñó que cuando cae la lluvia todo es lo mismo, pero los quintanarroenses demostramos que las sonrisas vuelven a los rostros y el agua retoma su nivel cuando nos cuidamos los unos a los otros.
Estudié medicina y me especialicé en otorrinolaringología. Durante mi época como recién egresado aprendí dos cosas. La primera, que el movimiento que necesitas está sobre tus hombros. Es decir, si queremos cambiar el mundo, debemos empezar por nuestra calle, supermanzana, municipio y estado. Y segundo, que sólo el tiempo dirá si tengo razón o me equivoco, aunque eso sí, siempre lo podemos resolver, porque el mayor desatino es quedarse en el error.
Ser médico, al igual que ser docente o trabajador social, implica mucho de labor comunitaria, por lo que, en paralelo, comencé a desempeñarme en el servicio público. Recuerdo con mucho cariño y aprecio una de las mejores experiencias en mi trayectoria, fue hace poco más de 20 años, cuando fui presidente municipal de un naciente y pujante Benito Juárez. Y como servidor público, corroboré que si decimos que tenemos la solución verdadera, a todos les encantaría ver el plan. Lo cual implica arrastrar el lápiz, trabajo de planeación, definir la hoja de ruta, disciplina y orden administrativo.
Y eso es precisamente lo que se ha hecho en la actual administración encabezada por el gobernador Carlos Joaquín. Una administración que mientras algunos decían que SÍ al despilfarro y a las acciones de oropel, nosotros le decimos que NO al dispendio que ponen en riesgo el futuro de los quintanarroenses; mientras algunos le decían ADIÓS a la ética en el servicio público, nosotros le decimos HOLA y le damos de nuevo la bienvenida a la disciplina financiera y al desarrollo sostenido; mientras algunos le quieren decir ALTO al diálogo y al ordenamiento financiero, nosotros decimos VAMOS adelante con transparencia administrativa, buen manejo político y resultados.
Y sí, vamos juntos por Quintana Roo, por esta tierra en la que no tenemos otra cosa más que trabajo, hospitalidad y solidaridad ocho días a la semana, por esta tierra que después de la noche de un día difícil ha comenzado a ver de nuevo que aquí viene el sol; una sociedad pluricultural e incluyente que en cada amanecer encuentra una nueva oportunidad de vivir.
Permitamos que sea sostenido el crecimiento, permitamos que sea duradero el desarrollo, permitamos que sean aún más sólidas las bases y el sustento que se han construido, para que así sigamos navegando hacia el sol en busca del mar verde esmeralda y turquesa que nos da identidad y orgullo en esta zona del Caribe Mexicano.
Quintana Roo está listo para un mejor futuro. Con la visión del gobernador Carlos Joaquín admito que va mejor, un poco mejor cada vez; ahora nos toca asegurar que los buenos resultados sean duraderos. Y todo lo que necesita nuestro estado para que eso sea posible está en nosotros, en los quintanarroenses, en el código que nos da identidad y nos hace mantenernos de pie aunque huracanes, ciclones, tormentas y pandemias quieran doblarnos. En ese código que nos hace ser pioneros, audaces, innovadores y alcanzar metas Juntos por Quintana Roo.
Todo lo que necesitamos es Quintana Roo y sólo estábamos esperando este momento para elevarnos todavía más. Está en nuestro código, en el Código QR.
Edición: Emilio Gómez
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