Que 50 años no es nada

Es difícil explicar en el mundo actual…

explicar quién era yo en ese momento

 y el relámpago que fue aquello.

Al Pacino 

Con visión heraclitania quise retornar a El Padrino en pantalla grande, como debe verse el cine para tener la experiencia estética total. A 50 años de su estreno en Nueva York el 15 de marzo de 1972, la película aún es joven y portentosa. Los espectadores de aquel entonces, después de cinco décadas no somos los mismos, “no nos bañamos dos veces en el mismo río”, sin embargo, me pareció aún más fascinante el confirmar por quinta ocasión, que la trama, la atmosfera, la fotografía y principalmente las actuaciones, siguen siendo prodigiosas, a pesar de que ahora hay adelantos técnicos y tecnológicos que han modificado al séptimo arte. El mundo del hampa nunca fue tan seductor, los sicilianos se pusieron de moda y aparecieron restaurantes de comida italiana y pizzerías con nombres de capos. 

Cuando se estrenó la película no cumplía los diez años de edad, en aquel momento solo escuchaba a los adultos que la comentaban y el tema que se oía en todas las radiodifusoras. Por mis escasos años no comprendía a lo que se referían cuando decían “la familia”, por supuesto no era la que un niño tiene en su mente. En la adolescencia encontré en uno de los libreros de la casa la obra de Mario Puzo en inglés, pero tampoco pasó de ser un hallazgo fortuito. Ya en la adultez es que la he visto una y otra vez hasta el punto que, antes de la pandemia, curiosa me di a la tarea de recorrer las locaciones en Nueva York, el Old Calvary en Queens y la catedral de San Patricio en la Quinta Avenida, sabía que la siguiente vez que viera la película, la emoción sería distinta. Tomé la embarcación que lleva a Staten Island en busca de la casona donde se desarrolla la primera de la trilogía, la escena en la que Marlon Brando acaricia a un gato en su regazo estando en la oficina mientras se celebra la boda de su hija Connie; donde Johnny Fontane acude a él para lamentarse por no ser tomado en cuenta por un productor; donde Diane Keaton a sus veinticinco años tiene escenas románticas con Michael Corleone, el futuro padrino en la segunda y tercera parte, papel que lanzó a la fama a Al Paccino: "sin Al Pacino no existiría Michael Corleone, pero sin Michael Corleone no existiría Al Pacino". 

Por la simbiosis entre la persona y el personaje, Pacino ha declarado: El Padrino me dio una nueva identidad que fue difícil sobrellevar. Me ha llevado toda una vida aceptarlo y seguir adelante. Próximo a cumplir 82 años, desde la película que lo catapultó no ha dejado de filmar, cuando menos una por año, en ocasiones dos y hasta tres. En 2022 se espera el Film Noir, Sniff, donde comparte créditos con Morgan Freeman, Helen Mirren y Danny DeVito.

Mario Puzo tocó el sueño de todo escritor, una adaptación magistral de la literatura al cine, esto por la asertividad del director y guionista Francis Ford Coppola en la elección de los actores quien, como ha declarado, los tuvo en su mente desde que leyó la novela. La música de Nino Rotta que le otorgó el Premio Grammy, el Globo de Oro y el Premio Óscar por “Mejor Banda Sonora”. Un extraño y afortunado caso en el que convergen las inteligencias y las condiciones para la creación de una obra genial que, para beneplácito de Coppola -el único vivo-, asombra a las nuevas generaciones por su actualidad. Sello italiano que marcó el cine y ha quedado para culto de los cinéfilos de todas las épocas. 

Edición: Laura Espejo