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Gustavo 'Chavo' Escalante Carrillo, toda una época en la vida social de Yucatán

Los amigos, al igual que nuestros padres e hijos, son maestros de vida
Foto: Jorge Escalante Arceo

ADN Yucatán         

 

Un amigo servicial vale más que oro molido.

Anónimo.


Dicen que “los amigos son la familia que escogemos”. La frase es muy cierta, sin embargo, pienso que es la vida -dios, el destino, el cosmos, o como cada uno queramos llamarle- la que realiza esta sabia selección. La amistad es un intercambio perfecto en el que cada experiencia nos regala una enseñanza.

Estoy convencida de que los amigos, al igual que nuestros padres e hijos, son maestros de vida.

Hijo de Gustavo Escalante Rosado y María Etelvina Carrillo Carrillo, Gustavo fue el segundo hijo y primer varón del matrimonio Escalante Carrillo. Chavo o Chavito, como sus amigos le llamaban, nació el 24 de septiembre de 1919. Antes que él vino Elsa, y después fueron Raúl, Lupita, Angelita y Jesús; todos educados con férrea disciplina como dignos hijos de don Gustavo, un militar de rango. 

Chavo estudió en La Nueva Ariel, más tarde ingresó a la Facultad de Medicina, pero mientras cursaba el segundo año un evento inesperado cambió su vida: el fallecimiento de don Gustavo obligó al joven aspirante a doctor a abandonar la carrera, ahora tendría que dedicarse a trabajar para sostener a su familia. 

A finales de 1939, Chavo fue contratado como administrador del recién inaugurado Estadio Salvador Alvarado. De camino al trabajo pasaba todos los días por casa de una bella señorita que llamaba su atención, a quien conquistó al cabo de un tiempo; su nombre era Elia María Arceo Rodríguez.

Entre los asistentes al estadio se encontraban los directivos del Círculo de Empleados Bancarios, con quienes Chavo afianzó una buena amistad. Debido a ello y a su notable habilidad fue que uno de los directivos le ofreció el puesto de administrador del Círculo Deportivo Bancario - ubicado sobre Paseo de Montejo, donde hoy se encuentra el hotel Fiesta Americana- que era conocido en la ciudad como el club Bancarios. Chavo comenzó con el pie derecho: organizaba torneos de dominó, boliche, competencias de softbol -él mismo jugaba en el equipo de Los Pingüinos con los doctores Tello Solís-; así como las famosas posadas y las fiestas de carnaval en las que alternaban bandas locales -como la de Los Aragón- con artistas de la ciudad de México.

En el mes de diciembre se celebraba el emblemático baile de fin de año en el que desfilaban conocidas señoritas de la sociedad yucateca. 

Todos estos eventos eran ideados y costeados por el mismo Chavo con anuencia de los directivos del club.

El 28 de diciembre de 1944, Chavo y Elia María contrajeron matrimonio. Él, un joven de 25 años; ella, un año menor. Tuvieron cinco hijos: José Miguel, Gustavo Hernán, Raúl de Jesús, Jorge Carlos y Mari Liz.

En los años 50, el ingenioso y amiguero Chavo, que tenía muy buena relación con el presidente de la ANDA (Asociación Nacional de Actores) comenzó a traer a la ciudad las famosas Caravanas Artísticas en sociedad con la cervecería. Organizaba los domingos de tardeada que era “el evento” de la semana para los yucatecos. 

Materializando ingeniosas ideas, daba realce al club que cada día era más popular entre los yucatecos.

El abogado Jorge Escalante Arceo, hijo menor de Chavo, me cuenta:

Mi papá era un hombre que nació para trabajar, para hacer amigos y servirlos, tenía un concepto de la vida muy diferente al actual; nada comercial ni materialista, era muy altruista y de mucha bonhomía, un amigo leal y servicial. Durante el tiempo que trabajó en el Círculo Deportivo Bancario, algunas veces llegaban amigos a verlo, le contaban que tenían el anhelo de asistir con sus hijas al baile de fin de año pero no eran socios del club, ‘no te preocupes, yo te consigo la invitación’, contestaba. Cuando algún conocido acudía a él diciéndole que no tenía suficiente dinero para realizar algún festejo, le decía ‘no te preocupes, me lo pagas poco a poco; ahí vemos cómo le hacemos’. La colonia libanesa lo adoraba pues se identificaba con él por ser tan trabajador. Era una persona de mucho carácter, visionario y severo, pero con un corazón de oro; un verdadero idealista de la vida.

Chavo fue pionero en Yucatán dando el servicio de banquetes para fiestas y durante mucho tiempo se encargó de la cena de fin de año en el baile del Club Campestre.

A mediados de los años 70, por ofrecimiento de los hermanos Loría, Chavo decidió comprarles el restaurante que tenían en sociedad con la esposa de uno de ellos, Isabel Brekenrich. Emocionado por iniciar su propio negocio, invirtió todos sus ahorros para adquirirlo sin abandonar el Club Bancarios, del cual terminó desligándose por presión de sus directivos del club; esto sin una sola prestación, ni un peso de jubilación después de más de 30 años de trabajo. A partir de ese momento estaría dedicado a su restaurante y al servicio de banquetes, que iba haciéndose más popular. Uno de sus clientes asiduos, que se había convertido en su amigo, era don Omar Díaz y Díaz, dueño de la agencia de autos Chevrolet que estaba ubicada justo enfrente del restaurante. Es por ello que Chavo decidió nombrarlo en honor a su modelo favorito, el emblemático Impala, que en poco tiempo se convertiría en centro de reunión de artistas, empresarios y políticos yucatecos.

 

Foto: Gustavo Escalante

 

El 23 de abril de 1981, día de San Jorge, Chavo falleció después de algunos meses a causa de una insuficiencia renal. Aquel día una multitud se congregó en la funeraria Perches; empleados, empresarios y amigos acudieron a dar el último adiós al buen Chavito.

Los amigos son la familia que se elige, no importa que tan lejos o cerca se encuentren, l@s amig@s de verdad siempre estarán para nosotros y nosotros para ell@s, así como Chavo siempre lo estuvo para los suyos.

Estoy convencida de que la vida se disfruta más cuando aprendemos a tomarla con filosofía – y una buena dosis de humor-, al entender lo que verdaderamente es: una gran escuela.


Lea, de la misma autora: Ermilo Torre Gamboa: ''Soy sólo un aprendiz de la pintura''


Edición: Estefanía Cardeña


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