Yassir Rodríguez Martínez / Abrahan Collí Tun
En este texto daremos continuidad a la nota del pasado 5 de junio Seguridad alimentaria desde la sostenibilidad: el caso de las granjas porcícolas en Yucatán, en la que Bertha Hernández y Alejandra Reyes mostraron el reclamo de las comunidades de Yucatán, principalmente de origen maya, en contra de las megagranjas de cerdos, caso evidenciado y denunciado por los efectos negativos de estos megaproyectos hacia los humanos y a otros sistemas de vida vulnerables.
El 25 de mayo del presente año, en el marco del Foro internacional sobre los impactos sociales y ambientales de las mega fábricas de cerdos se presentó la Declaración de América sin mega fábricas de cerdos, gestada en el pueblo maya de Homún y producto del diálogo con diversos actores, entre los que se hallan defensores y defensoras del territorio, académicos, actores de la sociedad civil y por supuesto, pobladores mayas.
En la declaración se puede leer sobre el modelo agroindustrial de las megagranjas: “Éste... reproduce los patrones de explotación del capitalismo más voraz que afecta y despoja a los territorios indígenas, genera fractura del tejido social y cultural, violentando la vida pacífica de los pueblos, contaminando la naturaleza y potenciando la crueldad y explotación animal”. Con esta afirmación los que suscriben dan cuenta de una serie de atropellos a múltiples derechos: a la salud, al agua, a la integridad laboral, a la alimentación adecuada, el derecho al territorio, los bienes comunes naturales y el derecho a la información y la participación.
Si bien todos estos derechos son fundamentales, es interesante hacer notar que, para no pocas personas del pueblo maya, el derecho a la información y la participación es uno de los ejes fundamentales para enfrentar las múltiples crisis, problemas y situación de vulnerabilidad que aqueja a los pueblos mayas producto de la imposición de megaproyectos.
Como nos indicó Carlos Yamá en una entrevista al equipo Pueblo Maya: “la vulnerabilidad se da desde que es muy susceptible de que nuestros derechos como indígenas sean violados… Todo aquel que quiera involucrarse en estos procesos tiene que entender que nosotros, como mayas, tenemos derechos. Ese desconocimiento es el talón de Aquiles de toda esta situación, porque esos derechos nos los aplastan a cada rato. Deben entender que cualquier movimiento que quieran hacer nos lo tienen que preguntar de manera previa, libre, informada”.
Durante el contexto de la pandemia, ante las restricciones de movilidad, numerosos pueblos originarios del país y de América vieron vulnerados sus derechos a la información y a la participación en la toma de decisiones sobre el destino de sus territorios; territorios que son espacios, cuerpos, saberes, redes de relaciones entre diferentes formas de vida. Y si algo tienen claro los pueblos originarios es que la vida humana no es la única importante; ellos ven más allá del marcado antropocentrismo característico de las sociedades occidentales y contemplan la tierra, el agua, los montes como iguales o, incluso a veces, como entes más importantes que el propio ser humano. Esto se expresa también en el conflicto a propósito de la imposición de la megagranja en Homún y el riesgo que representa para la Reserva Hidrológica Anillo de Cenotes, ya que sus defensores esperan con urgencia el reconocimiento de los cuerpos de agua —desde marcos jurídicos— como sujetos de derechos, en miras al cuidado de los ecosistemas en sí mismos y a las vidas que allí se albergan.
El derecho a el la consulta y al debido proceso en la implementación de proyectos de cualquier naturaleza, posibilitaría, en cierta medida, no vulnerar una secuencia de derechos vitales de los seres humanos y demás seres vivos. Las defensas del territorio buscan mantener las condiciones mínimas de existencia de cualquier pueblo y su ambiente, según sus propios valores, necesidades y formas de relacionarse con sus entornos. Defender el agua ante las megagranjas, saben los guardianes de los cenotes, garantiza la continuidad de vidas dignas, de mayas, no mayas y demás seres vivos. Síganos en: http://orga.enesmerida.unam.mx/, Facebook, Instagram y Twitter.
Edición: Ana Ordaz
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