Cambio Climático y el fracaso de la ONU

Desde que inicié en la causa ambiental y en especial en el tema de cambio climático hace cerca de 15 años he visto como todas las metas acordadas por el concierto de las naciones representadas en la ONU han fracasado. Por ejemplo en el año 2009 se tenía la meta de no rebasar las 350 partículas de gases de efecto invernadero por millón jamás, cifra que fue excedida y por mucho en el año 2015, o las metas a las que los países se comprometieron en disminuir sus emisiones de gases de efecto invernadero se quedaron en puras promesas. Los resultados de los desafíos que se planteó la agenda 21 terminaron por ser una quimera y conforme avanzan los años y se acerca el año 2030 las expectativas en torno al éxito de los objetivos de la Agenda 2030 se ven distantes. Por el contrario, hoy las políticas de las instancias internacionales se asemejan cada vez más a la praxis  de la política mexicana, caracterizada por decir una cosa y hacer exactamente lo opuesto, convirtiendo a la ONU y sus distintas ramas en el máximo espacio de la demagogia.

Desde que se planteó la Agenda 2030 en el año 2015, si bien se ha generado conciencia al respecto de temas ambientales, la realidad es que todos sus objetivos van de mal en peor, como nunca hemos ido marcha atrás en el ODS 16 de paz, hay mas guerras y violencia, o el ODS 1 de acabar con la pobreza va directito al fracaso, desde que se planteó esta agenda hay mas pobreza en las naciones, o el ODS 3 referente a la salud, que ha hecho que se le invierta a la OMS y las instancias de salud más dinero del que jamás habríamos imaginado ¿sus resultados? Cada vez más enfermedades, pestes, malos hábitos y dependencia a la industria farmacéutica, así podríamos señalar el retroceso en cada uno de los ODS, como diría Carlos Monsiváis “no es que sea pesimista, pero la realidad es pésima”.

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En momentos que estamos enfrentando olas intensas de calor, sequías y fuertes estragos en la calidad de vida de la humanidad, es cuando más pesa la demagogia, porque obviamente genera una resistencia e incredulidad justo en los momentos que más necesitamos tomar acciones y asumir nuestra responsabilidad. Y peor aún ahora que se quiere culpar al cambio climático de todo; por ejemplo se le echa la culpa de las crisis económicas, o que si los efectos secundarios de las vacunas son enfermedades causadas por las olas de calor o a las migraciones se le atribuye a la crisis climática, cuando en realidad es más a causa de las guerras, estupidez y perversidad de unos cuantos. Sin lugar a dudas hay muchos efectos relacionados al desastre ambiental en el que debemos enfocarnos, pero no podemos dejar que sea la forma de escudarse de aquellos que deben enfrentar la justicia.

En México la causa está manoseada a más no poder, cuando conviene son paladines del medio ambiente y cuando no son sus verdugos en aras del progreso. Mientras tanto iniciativas como los derechos de la naturaleza siguen como letra bella en la constitución de la Cdmx sin que se apliquen, o mientras nos secamos en Monterrey nos damos el lujo de exterminar los ríos subterráneos en Quintana Roo para que pase el Tren Maya o mientras sigue vigente la ley general de Cambio Climático se desapareció el instituto nacional de cambio climático, entre otros ejemplos. Es como el diabético que se sigue tomando sus venenos; es decir, ocho cocacolas diarias o el enfermo de cáncer pulmonar que se sigue echando su cajetilla de Malboros todos los días.

¿Qué queda? Ampliar el discernimiento, apostarle a México, a preservar lo propio, dejar de poner esperanzas en los acuerdos globales, recolectar agua, implementar ecotecnias, sumarse a las resistencias ambientales, alzar la voz, exigir y participar en la implementación de medidas basadas en la naturaleza, hacer comunidad, composta, implementar huertos y ser alternantes hacia modelos de vida auténticamente sustentables.

Martha Adriana Morales Ortiz “Colibrí” @witzilin_vuela y César Daniel González Madruga “El Siervo” @CesarG_Madruga

Edición: Laura Espejo