China y el sueño chino

Anais Maria García

China le apuesta con todo a lo que han denominado el “Rejuvenecimiento de la nación”, que significa en síntesis: el regreso de la grandeza diplomática, económica y militar del país , y en lo interno, una sociedad más igualitaria  y cohesionada, unida por la prosperidad común , bajo el manto, la legitimidad y el control del partido. Es lo que el presidente de China, Xi Jinping, ha denominado como el “sueño chino”. Llegó al poder en 2012 y desde entonces, mantiene la idea de “impulsar el Socialismo con características chinas”, un camino adaptable “ a lo que el pueblo quiere”.

La idea es atajar la profunda desigualdad que existe en China entre las distintas capas sociales y sobre todo, entre la ciudad y el campo. El Partido Comunista ha prometido distribuir la prosperidad del gigante asiático de manera más uniforme, pero ha pedido trabajar arduamente en ello.

El Presidente del país y líder del partido ha dicho que no quieren seguir el camino de muchos países, donde la desigualdad ha llevado al desplome de la clase media y a la polarización entre ricos y pobres. Quieren evitar la desintegración social, la polarización política y un populismo rampante. La pregunta es si lo conseguirán.

Xi pretende desde hace 10 años revivir los ideales revolucionarios -en una sociedad de mil 400 millones de personas- con más igualdad económica y un control más estricto del Partido sobre la sociedad y los empresarios. Ahora está pidiendo a los magnates y la élite adinerada que aporten par el bienestar social y respalden el reto de convertirse en un competidor tecnológico global. 

El partido pone el énfasis  en la equidad -en lugar de la eficiencia-; en la prosperidad común en lugar de la prosperidad temprana. Sin duda, hay una Revolución profunda en marcha que deberá ver frutos en los próximos cinco años. 

En las últimas tres décadas, China ha sacado a más de 600 millones de personas de la pobreza y ahora busca reinventarse con “voluntad indomable” y trabajo duro al igual que los ideales de la vida. Sencillamente porque el pueblo quiere más. 

Por eso; Xi y el partido han llamado a hacer más esfuerzos para resolver los problemas del “desarrollo desequilibrado e insuficiente” y  construir completamente un país socialista moderno hacia mediados del siglo en marcha. Los antepasados chinos decían que “Si puede mejorarte a ti mismo en un día, hazlo todos los días, construyendo siempre sobre la mejora.

Y para ese rejuvenecimiento, Xi Jinping asegura que la reunificación es imprescindible y por medios pacíficos. Lo contrario, sería ir en contra del camino de la historia y conduciría a un callejón sin salida. 

Es más, considera que la “secesión dirigida a la independencia de Taiwan” es el mayor obstáculo para la reunificación nacional, el mayor anhelo de Xi, quien rechazó la visita de Nancy Pelosi a Taiwán argumentando que es un asunto interno de China que no admite interferencia extranjera. El gigante asiático defiende la idea de un país, dos sistemas y la reunificación pacífica.

¿Están los chinos frente a una inevitabilidad histórica?

Por lo pronto, están frente a un esfuerzo heroico que involucra a cientos de millones de chinos. El gobierno los ha llamado a unir fuerzas y, con coraje y habilidad, superar los grandes desafíos que pudieran impedir caminar hacia el rejuvenecimiento nacional y salvaguardar la soberanía, seguridad e intereses de desarrollo. 

La realización del rejuvenecimiento nacional necesita, dijo Xi, no sólo de un entorno interno estable y unido, sino también de un escenario internacional pacífico y estable. Las bases quedaron reiteradas en su discurso por otro aniversario de la Revolución de 1911. “La agresión y la hegemonía no están en la sangre del pueblo chino”.  Un ejemplo de esa voluntad es la iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI), que evidencia la apuesta de China por fortalecer su lugar en el sistema internacional e incidir directamente en este.

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Edición: Ana Ordaz