La renuncia de la primer ministro británica, Elizabeth Truss, desata escenarios nunca vistos que son interesantes, curiosos y hablan de una democracia en crisis de gobierno, pero no de régimen. Las personas fallan, pero las instituciones y rutinas democráticas muestran una vitalidad inusitada.
Se va el primer ministro más breve de la historia, apenas seis semanas y, dado que su renuncia no es acompañada por una elección general, los que deben elegir al nuevo primer ministro en su calidad de nuevo líder del partido Conservador son -en principio- los miembros de ese partido que tiene la mayoría en el parlamento. Una curva sinuosa.
La elección del nuevo líder del partido Conservador pasa primero por los miembros del parlamento entre el viernes y el lunes. Para inscribirse en la contienda se requiere el respaldo de 100 miembros del parlamento. Dado que el partido Conservador tiene 357 miembros en esa instancia, puede haber hasta tres candidatos como máximo, eso dictan las matemáticas. Si el lunes sólo hay un candidato que tenga más de 100 votos de su partido, él o ella será el nuevo jefe de gobierno británico y listo. Línea recta.
Si el lunes hay dos o más candidatos y estos no declinan en favor de uno o una sola abanderada antes del miércoles, entonces la decisión deja de ser de los miembros del parlamento del partido Conservador, para pasar a sus militantes en todo el país. Sin embargo, antes de la votación de los militantes, los miembros del parlamento votarían en una elección “informativa” para la militancia, es decir, para hacer saber a los militantes de a pie lo que piensan sus representantes en el parlamento. Una “señal” sobre dónde está la élite del partido, pero que puede ser ignorada o revertida por la militancia. Curva sinuosa.
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La meta es que a más tardar el próximo viernes 28 de octubre el Reino Unido tenga un nuevo primer ministro; así que la campaña para elegir al nuevo líder del partido Conservador y por ende al nuevo o nueva primer ministro, no será una de playeras, reuniones y eventos. La votación será en línea y de forma exprés. Un ejercicio de democracia rapidísima y de redes. Línea recta.
Finalmente, en la contienda que arranca ahora mismo es posible que Boris Johnson se presente como aspirante a ser primer ministro, haciendo viable un retorno insólito en política. De hecho, las casas de apuestas inglesas le dan 30 por ciento de posibilidades de regreso triunfal al arquitecto del Brexit. Curva sinuosa.
En cualquier caso, un dato que habla de la vitalidad de la democracia británica, más allá de sus crisis cotidianas de gobierno, es que de los cinco principales aspirantes a primer ministro, tres son mujeres y tres pertenecen a minorías no blancas, es decir, equidad de género y diversidad étnica. Línea recta.
La democracia no personalista del sistema presidencial genera crisis de gobierno, pero el Estado y la democracia siguen y hasta se refrescan.
Edición: Ana Ordaz
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