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Foto: Wikimedia Commons

Alia Lira Hartmann

Adentrarse en las particularidades de la herencia musical de Leipzig, Alemania, puede dar como resultado una especie de musicofilia con tintes obsesivos, como Oliver Sacks, el famoso neurólogo que relató en su libro con ese nombre en el que dio cuenta de algunos casos que estaban al límite de lo que podría considerarse normal.

Esta ciudad, otrora segunda urbe más grande de la antigua Alemania Oriental, se encuentra cerca de 200 kilómetros al sur de Berlín.

Actualmente cuenta con poco más de 600 mil habitantes y su legado musical se respira y palpa a cada paso. En Leipzig vivieron gigantes de la música alemana como Johann Sebastian Bach (1685-1750), considerado uno de los más grandes músicos y compositores de la historia y que influenció a Mozart, Beethoven, Mendelssohn y Chopin.

Aquí también vivieron y trabajaron Felix Mendelssohn-Bartholdy (1809-1847), Robert Schumman (1810-1856), Clara Schumann (1819-1896) y Richard Wagner, quien vio la luz en esta ciudad (1813-1883), por citar sólo unos nombres famosos.

Para el visitante que decida seguir las huellas de la vida y el quehacer de todos ellos, la ciudad ofrece un ruta musical que está señalada en el pavimento con 23 estaciones. Esculturas y bustos de grandes músicos se encuentran en diferentes puntos, así como museos y archivos dedicados a resguardar su legado. Aquí se fundó en 1843 el primer conservatorio de Alemania como escuela superior de música, iniciativa de Mendelssohn-Bartholdy.

En Leipzig se formó uno de los más antiguos e importantes coros de niños del mundo cuya fecha se documenta en 1212, el Coro de la Iglesia de Santo Tomás de Leipzig, en alemán el Thomanenchor. Está formado por cerca de 100 niños de entre 9 y 18 años que asisten bajo el régimen educativo de internado en la Thomasschule, escuela Santo Tomás, institución que promueve especialmente el aprendizaje de música e idiomas.

A estos niños cantores se les llama los Thomaner y el director artístico suele ser un músico de renombre; el coro tuvo el honor de haber sido dirigido por Bach de 1723 a 1750, quien fue director musical de la iglesia hasta su muerte; la tumba del gran compositor se encuentra dentro del templo de Santo Tomás.

La religión fue siempre uno de los temas preferidos en las composiciones de Bach para acompañar los servicios eucarísticos y para cada uno de los evangelios de la Biblia compuso una pieza. Durante este periodo creó permanentemente piezas para el coro, una de ellas especialmente famosa, el Oratorio de Navidad.

El coro tiene una intensa actividad en toda Alemania y en el extranjero, además de las citas semanales en la iglesia de Santo Tomás los viernes a las 6 de la tarde, los sábados a las 3 y los domingos a las nueve y media de la mañana. Estos servicios religiosos con acompañamiento de voces y órgano reciben el nombre de Motetes. Ese templo está considerado una especie de Meca para los organistas de todo el mundo.

Edición: Emilio Gómez


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