Fas est ab hoste doceri

Resulta que en Yucatán la encuesta que motiva cafés, desayunos y grillas de grillos es Massive Caller. Lo anterior está perfecto, siempre y cuando leamos bien las preguntas y las obviedades -sí, obviedades- que implica ese reporte. Massive Caller es un jugador comercial serio. Destáquese lo comercial, sin abandonar lo serio. Cada uno saque sus conclusiones. 

De la encuesta que esa empresa reporta para Yucatán dos veces cada mes, únicamente dos preguntas son realmente interesantes para la población abierta, las demás son contarnos de forma velada que el Sol sale por el Este y se pone por el Oeste. 

La primera pregunta interesante es cómo van los partidos; los partidos solos sin candidato rumbo a la gubernatura 2024. Ahí MORENA saca de forma consistente entre 3 y 4 puntos de ventaja a Acción Nacional y el PRI se encuentra en un lejanísimo tercer lugar. 

La segunda pregunta interesante es el nivel de conocimiento que tienen los actores políticos que suspiran por la gubernatura entre la población en general. Los dos más conocidos son: Renán Barrera y Joaquín Huacho Díaz, ambos cercanos a 60 por ciento de conocimiento entre el electorado. La verdad un porcentaje relativamente bajo para personajes con carreras tan largas y exposición tan alta, algo que ya discutimos en otras entregas. Luego siguen Jorge Carlos Ramírez y un sorprendente Liborio Vidal, arriba de 40 por ciento de conocimiento entre la población. El que llama la atención es Liborio Vidal que ha crecido de forma acelerada en los últimos dos meses. De hecho, es el actor político que más ha crecido en el conocimiento ciudadano de agosto a la fecha y por mucho. 

El resto de los actores están estancados en 30 por ciento de conocimiento (Julián Zacarías, Verónica Camino, Pablo Gamboa, etc.), y su ruta se ve básicamente imposible, si es que la decisión será estratégica y no de dedazo. Hasta ahí llegan las preguntas interesantes de Massive Caller, el resto son obviedades comerciales. 

Nos dicen que el favorito entre los panistas es el más panista de los candidatos. Gracias por decirnos por dónde sale el Sol. Nos informan también, que quien ha controlado MORENA en los últimos cuatro años es el favorito del partido guinda, y que el tricolor con el más alto rango político electoral es el favorito del PRI. Esa pregunta (“¿Quién le gustaría que fuera el candidato a gobernador?” -de su partido-) y su respectiva medición no dicen nada, porque pregunta a los miembros y simpatizantes de un partido, quién es el favorito de su propia organización y lo presenta como si fuera una medición definitiva (y puede serlo, pero puede no serlo). El mejor candidato no es el que gana la elección interna, sino la general (pregúntenle a los Republicanos y cómo les fue en las elecciones pasadas en Estados Unidos).

La pregunta honesta e interesante para hacer apuestas firmes, sería que preguntaran entre la población abierta quién les parece que sería el mejor candidato a la gubernatura, sin importar su partido o que empezaran a medir partido con candidato incluido. Ahí sí podríamos observar quién es el candidato más rentable y viable rumbo a la gubernatura, no sólo los consentidos entre sus propios compañeros de partido. En ese punto la encuesta, hasta ahora, ha sido ingenuo-comercial.

La pregunta no es quién puede ganar el voto de MORENA, sino quién de MORENA puede convertir su frágil mayoría relativa en una mayoría victoriosa. La pregunta no es qué panista puede ganar los votos del PAN, sino quién desde ese partido puede construir una coalición que pare a MORENA. A nadie le interesa quién es el priista más popular entre priistas, sino el hecho de que el PRI no tiene ninguna oportunidad si va solo y, por tanto, deberá buscar dónde sumarse. 

Tomemos de la encuesta de moda lo bueno e informativo, MORENA va adelante y sólo cuatro actores políticos tienen en este momento el tamaño para ser viables a la gubernatura; y descartemos el resto que no informa, sino de hecho distorsiona percepciones. Que la grilla de café sea buena. Un buen alcalde, un delegado federal, un senador y un secretario estatal de educación deben ser contrastados.

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Edición: Emilio Gómez