En mi cuarta transformación

Uno ya no puede hacer algo sin que tenga que dar explicaciones. Que si tengo demasiado tiempo libre frente a la computadora, que si para qué escribo si no entiendo de economía, que cómo está eso del nuevo nombre de la columna, que si nada más porque me invitaron al pasado desayuno de escritores me creo con derecho a publicar, en fin. Lo que uno consigue por hacerle al escritor costumbrista.

Todo se reduce a la forma en que salimos de la pandemia. Al menos en casa estamos enteros, a todos nos dio el Covicho, a pesar de que nos pusimos todas las dosis que estuvieron saliendo, y con excepción de El Kizín, que le tocó la de Pfizer, nos hicimos equipo AstraZeneca. Eso sí, con toda seguridad, nuestra salud mental resultó afectada. En mi caso, según donia Ixtab, no es que hubiera mucho que dañar, pero mejor que el desequilibrio no fuera tan pronunciado.

Pero la cuestión de volver a escribir y pedir un espacio en La Jornada Maya es absolutamente personal y por autobrindarme un espacio de salud. En realidad el rato de silencio obedeció a que en su momento tomé la decisión de atenderme y buscar apoyo profesional, al menos para mí, y la doctora Ivonne Bon Bom, mi terapeuta, me indicó que buscara el modo de superar la crisis de la cuarta transformación.

Imaginen mi respuesta ante ese diagnóstico: Lluvia de ideas entre unirme a #SelvameDelTren, coleccionar y dispersar memes contra el AIFA, suscribirme a Latinus, convocar al vecindario a marchar en defensa del INE y votar por lo que sea que lance la alianza con Claudio X. González, pero me detuvieron en seco.

“A ver, Jhonny. Eso te va a llevar más tiempo y no es el diagnóstico. Se trata de tu transformación personal, eso es lo que hay que atender”, me dijo la doctora. “Es que le prestes atención a esta etapa de tu vida. Antes se le llamaba crisis de la edad media, pero en realidad atravesamos por varias”.

Según su explicación, la primera transformación ocurre cuando inicia la alimentación distinta de la leche materna, lo que permite ir moldeando gustos primarios; la segunda es ese triste momento en que se tiene que abandonar la educación para ingresar a la escuela; la tercera tiene lugar al enfrentar la gran decisión de vivir o no con una pareja, pues sea cual sea el camino por el cual se opte, siempre habrá momentos de autorrecriminación, arrepentimiento, negociación, aceptación de la situación y resignación, en fin, un sinuoso camino de aprendizaje.

La cuarta transformación solía estar asociada a las “canitas al aire” aunque se carezca de cabello, o el agenciarse uno o varios “colágenos”, con la previsible consecuencia de una separación matrimonial digna de aparecer en programas de espectáculos. Hoy día, en el caso de los hombres, se lidia mediante el autocuidado, la reinvención de la personalidad y la recuperación de la condición física.

Pues una vez identificado que me encuentro en mi cuarta transformación, opté por la reinvención y en fijarme en el perfil del medio y sus lectores: un periódico en cuyas páginas dialogan cuatro idiomas (dialecto castellano, maya yucateco, inglés y latín vulgar, nada más y nada menos), y un público conocedor de la historia de la historia de Roma, en especial a través de los escritos del emperador romano Claudio, ese al que envenenó su esposa Agripina, cansada de verlo empuñando la pluma. Escribir aquí por supuesto que es un privilegio.

Por supuesto, enfrentar la cuarta transformación ha implicado más iniciativas y esto ha tenido impacto entre la tribu, que por cierto aprovechó el confinamiento para refinar sus gustos y eso significa problemas para la Estrategia Integral de Defensa de la Quincena. Y ahora que vaya al súper, en lugar de ir por mostaza de Dijon para El Kizín, tengo que abrir una partida presupuestal para la adquisición de “Gray poupon”... las cosas que se les antoja.

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Edición: Emilio Gómez