En la conferencia presidencial de ayer, la titular de la Financiera para el Bienestar (Finabien, antes Telecomm), María del Rocío Mejía, anunció la puesta en marcha de un instrumento financiero específicamente diseñado para los connacionales en Estados Unidos y sus familias en México: la tarjeta Finabien, por medio de la cual las y los mexicanos que trabajan al norte del río Bravo no sólo podrán disponer de una cuenta corriente en dólares sino también efectuar remesas al territorio nacional de manera directa y a un costo mínimo.
A su vez, los titulares de una de esas tarjetas en nuestro país podrán realizar los retiros del dinero enviado en alguna de las mil 700 sucursales de Finabien que operan en el territorio nacional, especialmente en zonas pobres y marginadas.
De esta manera, el gobierno federal logra un doble propósito: por un lado, realiza una acción concreta para mejorar las condiciones de vida de los connacionales que residen en territorio estadunidense, muchos de los cuales no cuentan, por carecer de documentos de identificación válidos en el país vecino, con una cuenta de banco; por la otra, quienes envían dinero a sus familiares en México podrán ahorrar buena parte de las comisiones que actualmente cobran las empresas privadas que operan ese giro.
Tal reducción de costos será de 14 dólares en promedio a 3.99 dólares. Por añadidura, los remitentes no tendrán que acudir a ningún local físico, pues realizarán las transferencias por medio de una aplicación telefónica.
Debe considerarse que los paisanos en el país vecino han venido incrementando año con año el monto de sus envíos monetarios. Así, el año pasado México recibió de ellos más de 58 mil millones de dólares, cifra récord que constituyó una aportación fundamental a la economía del país, y que es casi el doble de la que representó en ese periodo la inversión extranjera directa, que fue de poco más de 35 mil millones de dólares.
Sin embargo, hasta hace poco, tanto el sistema financiero como las autoridades del país se desvivían por atender a los inversionistas, en tanto que nada o casi nada se había hecho por facilitar a los mexicanos en el extranjero instrumentos bancarios básicos.
En este sentido, el comienzo de operaciones de la tarjeta Finabien representa un gesto de necesaria justicia para con los trabajadores mexicanos en Estados Unidos y un paso importante en la atención a esa parte irrenunciable de México a la que tanto se le debe.
Cabe hacer votos, finalmente, por que la tarjeta Finabien tenga un buen comienzo, que opere con fluidez, sin lastres burocráticos y que signifique un alivio real a las condiciones de vida, casi siempre hostiles, que afrontan nuestros conciudadanos en el país vecino.
Edición: Ana Ordaz
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