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Foto: Juan Manuel Valdivia

Sólo que el chikungunya, zika o el dengue esté muy fuerte en las oficinas de Secretaría de Fomento Turístico (Sectur), es que se puede entender la nueva mafufada del distintivo “reinos de México”, lo cual no hace sentido ni histórica ni culturalmente, como política turística no tiene sentido y está a años luz de lo que pregona la 4T.

Para empezar, históricamente en México jamás existieron “reinos”, hubo virreinatos. Culturalmente, el mexicano no es pro monárquico, incluso en la época de los Tlatoanis mexicas que no eran más que lo que significa la palabra, el portador de la palabra del Tlatocan o Consejo de Sabios para compartir la palabra, o inclusive antes de los mexicas hubo formas mucho más elevadas de organización política como la de los Toltecas o Mayas, y tras la Conquista la herencia de la Colonia que, insisto, cuando mucho era virreinato. 

Al aspecto de política turística valdría la pena que expliquen ¿cuál es? ¿Hacia dónde va? ¿Qué pretende? Porque parecen acciones que tratan de llenar un vacio ante la carencia de esta y se convierten en ocurrencias amorfas que nada aportan y, por el contrario, distorsionan lo poco bueno y serio alcanzado. Ahora resulta que una copia de un pueblo de la Toscana es reino de México y ¿los otros destinos motivo de orgullo nacional como Pueblos Mágicos, Ciudades Patrimonio, Patrimonios Arqueológicos o Áreas Naturales Protegidas qué?

Está tan alejado del discurso de la 4T, que valdría la pena preguntarle, por ejemplo, que opinan de esto en la SEP; Marx Arriaga, que promueve una educación anticolonialista, o a la esposa del presidente, Beatriz Gutiérrez Müller, que piensa de este distintivo que presume el sistema de castas, del cual España jamás se disculpó, se le hubiese llamado “raza cósmica” o “todos somos mexicanos”, pero ¿reinos de México? ¿Para qué? ¿Encumbrar nuevas castas?

En lugar de consolidar el trabajo pujante de los Pueblos Mágicos o Patrimonios existentes, que son pequeños empresarios, locatarios, guías, prestadores de servicios y que sus destinos persisten gracias a ellos y no a los gobiernos; en cambio, se promueve a empresarios grandes para crear “reinos” ―así, con r minúscula―, pero además tienen la osadía de presumirse en su comunicado de prensa como una actividad sustentable porque generará empleos a las comunidades de los alrededores, lo que es muestra de los tumbos que se ha tenido al respecto en la materia.

Me explico, si se lee el Programa Sectorial de Turismo (Prosectur), es una oda a la sostenibilidad turística, en particular a lo referente al programa “México Renace Sostenible”, pero eso es una cosa y lo que se ha hecho hacia finales de sexenio es absolutamente diferente ―como reinos de México―, ¿por qué? Sencillo, por los intereses económicos, políticos y, por supuesto, el cambio del tramo cinco del Tren Maya. 

Quienes al interior de la Secretaría pugnaban por empoderar a las cooperativas turísticas, que la promoción la hicieran los cronistas locales y no las agencias de publicidad ―como VisitMéxico―, la no masificación y gentrificación de los destinos, empoderar a ejidatarios con proyectos turísticos en comunidades forestales, rutas de peregrinación ―el turismo de los más humildes―, emprendimientos locales en pueblos mágicos y, en general, la sustentabilidad, se convirtieron en un estorbo y fueron avasallados. En tanto que el modelo que hoy busca consolidarse es el de la “Vidanta Colonización”, los “reinos” ―turistas reyes y mexicanos esclavos―, turismo masivo, pérdida de identidad, despojo, empleos bajos, daños irremediables a los ecosistemas, atracción de migración y, por supuesto, lavado de dinero.

Es cierto que México creció en el ranking de la OMT de países con mayor recepción de turistas, sin embargo, fue gracias a una política sanitaria en la que México se recibió desde los Pfizer, los CanSino, Sputnik, no vacunados, etcétera, que se concentran en los mismos destinos de siempre, a un costo altísimo de destrucción de los ecosistemas, prostitución, drogas, crimen, despojo de tierras, entre muchos otros daños colaterales de un turismo masivo y mal planeado, desordenado y de los que vienen a hacer lo que en sus países jamás se les hubiera permitido.

Particularmente, el desastre que se heredará por el nulo ordenamiento turístico de cara al Tren Maya, en la que cabe la pena señalar que Sectur sabía perfectamente el daño ambiental y social que se generaría en las localidades donde habrá estación del tren y que en caso de no atender los temas de saneamiento de agua o tratamiento de basura para que no colapsen ―por la simple ecuación de que entre más turistas es igual a más basura y más idas al baño―, los estudios se hicieron públicos, pero se prefirió voltear para los “reinos” y soslayar destinos, pueblos y comunidades enteras.

El Siervo @CesarG_Madruga

 

Lea, del mismo autor: La migración de cara al 2024


Edición: Estefanía Cardeña


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