La película fue muy bien recibida en casi todo el mundo. Una vez más, la dirección de C. Nolan fue extraordinaria junto con la actuación de Cillian Murphy como Robert Oppenheimer; todo el elenco estuvo a la altura.
El filme ha recibido excelentes reseñas, aunque es necesario hacer visible otros aspectos no mencionados.
Oppenheimer nació en Nueva York, hijo de una familia que no tenía problemas económicos pero que supo distinguir y apoyar a un niño muy inteligente. Su padre fue empresario textil que emigró de Alemania a Estados Unidos, su madre era artista. Estudió Química en Harvard pero también se interesó en Física Cuántica. Para avanzar sus conocimientos tuvo que irse a Europa, ya que en Estados Unidos había atraso en ese campo. En 1927 regresó a Harvard, pero en 1928 se integró al Instituto Tecnológico de California y posteriormente a la Universidad de California en Berkeley donde insistió en enseñar Física Cuántica y Teórica, ciencia que prácticamente no había en todo el país. La universidad tenía la suficiente flexibilidad para permitir que un destacado profesor pueda ofrecer cursos no contemplados en el plan de estudios vigente, algo que es muy difícil de lograr en nuestro país.
Con sus investigaciones Oppenheimer destacó muy pronto, logrando demostrar que Einstein tenía razón, que los agujeros negros existen. También demostró una combinación rara: excelente científico y con don de gentes que lo convertían en un líder natural.
La Física que Oppenheimer dominaba ya estaba siendo puesta en práctica por los alemanes para fines belicosos. El gobierno de Estados Unidos no tuvo otra opción más que entrar en esa carrera, la de lograr que mediante el bombardeo de neutrones al núcleo de un átomo pesado se produzca una reacción nuclear en cadena, es decir una bomba atómica. Oppenheimer fue contactado y ofrecido dirigir el proyecto Manhattan en Los Álamos, Nuevo México.
O sea, los grandes proyectos se dan en un país que reconoce el talento y confía en sus científicos, formados en universidades de alto nivel. Formaron parte de un proceso que, basado en ciencia, implicó crear un grupo de trabajo interdisciplinario, interinstitucional, con el liderazgo de un científico, no político, que entendía muy bien el objetivo del proyecto, cómo desarrollarlo y cómo articularlo con política. Tarea nada fácil. Los países que procuran espacios de alto nivel educativo, en todos los niveles y modelos educativos, lo potencializan y fomentan la práctica del trabajo en equipo, son los países que coincidentemente tienen mejor desarrollo social y económico en el planeta. Esto debe ser motivo de reflexión en nuestro entorno inmediato y nacional.
Sabemos el resultado del proyecto Manhattan y lo terrible que puede ser la ciencia y tecnología cuando no se desarrollan con fundamentos éticos. Aun así, argumentar que la falta de apoyo a la ciencia se debe a no poder controlar sus resultados, no tiene sentido; fomenta el subdesarrollo y amplía brechas sociales y económicas en un país.
La película ilustra muy bien muchos de los dilemas que tienen los proyectos de gran envergadura, especialmente las armamentistas, incluyendo la interferencia de ambiciones y politiquería. Aun cuando hay cientos de ojivas nucleares en el planeta, afortunadamente no ha habido uso de la bomba atómica después de 1945 en Japón. Pero el riesgo y peligros existen y debemos estar vigilantes.
¿Qué mejor forma de estar atentos y listos para crear alternativas a nuestros retos como país que invirtiendo en educación de alto nivel para su población?
Es cuanto.
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