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Verás Violencia, un ejercicio de (de)construcción territorial

A través de fotografías, el proyecto explora el espíritu de la sociedad chilena ante el maremoto y el estallido social
Foto: Cortesía Johanna Martin

Huella, registro, surco, herida, cicatriz, costra, MARca, son conceptos palpitando en la propuesta del arquitecto y artista visual chileno Nicolás Sáez, bajo el nombre “Verás Violencia”, en colaboración con un equipo multidisciplinario: Andrea Jösch (fotógrafa, investigadora y curadora), Sonia Montecino Aguirre (antropóloga, escritora) Juan Herrera (poeta, profesor e investigador). Se suman profesionales del diseño Industrial, óptica y diseño Editorial en la confección de los diversos soportes de la obra.

“Verás Violencia”, intervención en el espacio público, reflexiona sobre la violencia ocurrida en Chile a través de la fotografía, a partir de la serie “MARca” (2010) y la serie “#maldeojo” (2019), cada una conformadas por cinco imágenes. La presentación en multiformato de las fotografías contempla: un periódico, de gran formato, que busca explicar el proyecto del artista bajo la mirada de distintos agentes culturales; visores, también de gran formato; y, una caja (libro-objeto) que contiene visores en escala menor. Los visores de gran formato, instalados en distintas ciudades de Chile, así como los pequeños, operan en dos niveles en la producción: interactúan y explican la propuesta al público. 

“MARca” y “#maldeojo”, registran la investigación sobre dos fenómenos ocurridos en Chile: el maremoto (2010) y el estallido social (2019), con una diferencia de diez años. “MARca”, desde el nombre, fija la mirada sobre la realidad natural y social del borde costero. Aquí, Sáez se conmueve al observar los efectos del maremoto: “experiencia estremecedora (…) el caos y la oscuridad (…) abstraído y emocionado entre belleza y consternación sumido en un silencio interior”. En “#maldeojo”, agudiza la mirada ante la violencia de un estallido social que, como un grito estrepitoso, se instala en los muros de las ciudades de Chile y que tuvo como consecuencia a cientos de personas con traumas oculares. 

La marca, en ambas series, será el espacio simbólico de intersección que fricciona los elementos, remueve-desplaza la veladura y, en el ejercicio, (de)construye desde una espacialidad atemporal, un acto político-social-cultural de la escena que se torna cartografía antropológica denunciante. La investigación propone un diálogo entre los fenómenos naturales y sociales del país y los confronta con el modelo neoliberal exacerbado-perverso impuesto durante el periodo de la dictadura en Chile. 

 

La fotografía como herramienta testimonial-memoria denunciante

Los muros y la ciudad se convierten en manifiesto de un país fragmentado y oscuro que repasa-subraya una y otra vez los signos desmembrados de la violencia. La imagen fotográfica testimonial, signada como herramienta poderosa-periodística, vivida-rescatada desde los márgenes se torna narrativa, poética, movimiento-pensamiento, memoria denunciante. La fotografía, corpus mayor, va significando en la captura y el rescate de rayados, borrones, (re)escritura, símbolos; soledad, casos, desesperanza, destrucción. Así, “Verás Violencia”, registra-interroga desde los márgenes territoriales la precariedad, el (des)orden, los (des)bordes y su relación temporal como urdimbre de una ética-estética de la memoria. El corpus mayor tensiona la mirada sobre el abuso, la inequidad, la desigualdad en un intento por (re)significarlos. 

 

El (des)plazamiento como símbolo unificador 

El planteamiento de Sáez logra su mayor definición en el desplazamiento atemporal de la imagen que, en su desfase, opera en dos momentos históricos distintos como símbolo unificador. El cruce de las imágenes entrama una nueva relación, tejido que funde y hermana códigos sin alterar la singularidad de cada relato. Los territorios explorados se presentan disímiles, es sólo la (des)territorialización que genera el desplazamiento de los elementos lo que permite el vínculo y la conexión de todos los factores que moviliza.

El artista-viajero desplazado fija el instante y, en el acto, construye memoria para no olvidar, para aprehender desde el grito y tramar nuevas relaciones posibles. El valor de los códigos que moviliza el corpus, deviene en la tensión de los límites y sus desplazamientos, documento-testimonio de un territorio que se torna (geo)político-social en la (de)construcción de sus estratos y, en ese proceso, el registro iconográfico deviene, (geo)grafía humana testimonial. 

El registro de la imagen, memoria, depositario histórico, síntesis de transformaciones deviene, en el imbricado registro de la memoria, pliegues de una voz colectiva que no pierde su condición de borde.

El otro será siempre una alteridad radical. La marca, tan buscada en el ejercicio crítico por el artista como punto de unificación, deviene herida, cicatriz, costra; y el “silencio contemplativo” grito, llanto, desolación. 

Johanna Martin Mardones

Artista Visual

Investigadora y Escritora

[email protected]

 

Edición: Fernando Sierra


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