de

del

La crisis civilizatoria que no es ''de chill''

Como humanidad, en general, hemos perdido el contacto con la naturaleza
Foto: Luis Castillo

Francisco Guerra Martínez*

Si creciste escuchando música en CD’s, casetes o incluso en acetatos, seguramente la frase “de chill” te es desconocida. Esta expresión empleada constantemente hoy por las juventudes va acompañada de un movimiento sincronizado con los dedos pulgar y meñique y se usa para tranquilizar las aguas en una broma, generalmente pesada, “de chill” es ¡tranquilízate!, ¡relájate!

Lo que no es “de chill” y debemos tomar con seriedad es la crisis en la que nos encontramos. Vivimos múltiples crisis -ambiental, social, económica, política, educativa, de salud pública, de ser humano-; todas ellas se conjugan para conformar la crisis civilizatoria actual, es toda una civilización la que se encuentra sin brújula, con un destino incierto, con el GPS del celular estropeado. 

Aunque hagamos el esfuerzo por responsabilizar a las más recientes generaciones y su “de chill” para manejar todo. Realmente la actual crisis no es, del todo, una crisis generacional, es una crisis de sistema, de un sistema hegemónico y depresivo que ha construido engranes de maquinaria y robots operativos que mantengan una “matrix” en funcionamiento. Nos encontramos en un sistema que colapsa y que exige un cambio de paradigma para renovarse y volver a tomar la brújula. Esa es la tremenda tarea que tenemos enfrente.

La faena requiere un diagnóstico de la situación. Como humanidad, en general, hemos perdido el contacto con la naturaleza, la sensibilidad hacia lo que nos rodea, nos hemos alejado de otras expresiones artísticas y humanísticas que nos permitan reflexionar. Desde mi aposento de gente de ciencia reconozco que para la descripción y el entendimiento que tratamos de realizar de la naturaleza, resultan insuficientes las actuales visiones de la ciencia, la tecnología y las humanidades (CTH), por supuesto que nos alimentan espiritualmente a quienes amamos las CTH. Sin embargo, su manera de abordar la comprensión de la naturaleza no representa la única, la poesía, la música, la literatura, la filosofía, la teología, la historia, el arte y demás expresiones permiten armar un rompecabezas aún incompleto. Los valores, el amor y la consideración al prójimo se están degradando mientras más lejos estamos de otras formas de cultivar y alimentar el espíritu.

De todo esto nos hemos apartado como humanidad. Este distanciamiento nos ha alejado de la espiritualidad, nos ha vuelto insensibles e indiferentes a la perspectiva de desarrollo depredadora en la que nos relacionamos con la naturaleza; nos ha convertido en seres automatizados en una permanente búsqueda de satisfacciones que día a día requiere de alimento digital para no sentir un vacío. Requiere una publicación de TikTok, Instagram, X, Facebook o WhatsApp que entretenga o nutra algo más nuestra banalidad o en su defecto nos deprima por idealizar lo que otros extraños han construido. Es un monstruo tan gigante que nos ha cautivado con su superficialidad, que no se deja ver, que se esconde tras pantallas táctiles, en mensajes subliminales que el sistema ha construido, donde la privacidad ya no existe, para la maquinaria no hay secretos.

Entre toda esta bruma y esmog, el mayor de los pilares es la educación. Sin embargo, no está exenta de problemáticas, se encuentra en la búsqueda de rumbo, definiendo senderos, pues se mantiene cooptada por una dinámica que también emana del propio sistema, estamos enseñando técnicas, herramientas y mecanismos prácticos y utilitarios que nos adiestren en la acumulación de dinero para integrarnos a la misma dinámica torcida. El utilitarismo reina en los salones de clase, seduce por los pasillos, permea por lo simple y placentero de su frivolidad. Requerimos mayor número de asignaturas que nos lleven a la reflexión, que construyan criterios críticos, necesitamos más filosofía -ética, metafísica, estética, axiología- en las escuelas.

Las juventudes de los salones de clases de hoy también tienen algo que otras generaciones no desarrollamos tanto, la afectividad, la sensibilidad para cuestionar los vicios de las hegemonías dominantes. Quizá eso les ha arrojado el mote de cristal. En quién más si no en las y los jóvenes, y no tan jóvenes, ¡allí está el cambio! Todas las generaciones vieron en sus jóvenes actos de rebeldía que eran juzgados y pasados por desobediencia. Pero, la rebeldía de esta generación se encuentra en la sensibilidad, si por ser más sensibles a las desigualdades, a la contaminación, a la pobreza y a todo lo desafortunado de la actualidad, se les refiere como “cristal”, entonces hay que reflexionar al respecto. Así como Riemen en su Para combatir esta era me ha hecho reflexionar y reafirmar en estos párrafos que les comparto.

Urge una reivindicación de la sociedad. Una salida de la crisis. Una reconsideración del valor intrínseco de la naturaleza, de la humanidad. De alejarnos de lo utilitario. De sensibilizarnos ante esta crisis civilizatoria que no es “de chill”.

*Profesor en la ENES Mérida, UNAM.

[email protected]


Edición: Estefanía Cardeña


Lo más reciente

Llegan expertos de Estados Unidos para verificar estrategia de México contra gusano barrenador

La inspección determinará si se reabre el comercio al ganado nacional, que fue suspendido el pasado 11 de mayo

La Jornada

Llegan expertos de Estados Unidos para verificar estrategia de México contra gusano barrenador

Comprensible que Trump haya decidido abandonar la Cumbre del G7: Sheinbaum

Anticipó que con Carney hablará mañana sobre el Tratado México, Estados Unidos, Canadá

La Jornada

Comprensible que Trump haya decidido abandonar la Cumbre del G7: Sheinbaum

Copa Oro: Panamá golea a Guadalupe al iniciar su empeño por un esquivo título

El subcampeón llega como uno de los candidatos a llegar lejos en la justa deportiva

Ap

Copa Oro: Panamá golea a Guadalupe al iniciar su empeño por un esquivo título

Sólo debemos hablar de Gaza

Silenciar la tragedia es ser cómplices del genocidio

Ornela De Gasperin Quintero

Sólo debemos hablar de Gaza