A raíz de mi contribución de la semana pasada, he estado recibiendo –con muchísimo gusto, por cierto– múltiples comentarios de “tirios y troyanos”. La mayoría me explica por qué va a votar en contra de una u otra candidata. Solamente un amigo me dice a favor de qué va a votar, y me deja con la impresión de que al hacerlo hace también una breve síntesis de las mañaneras. Como quiera que sea, me parece que eso hace mucho más sentido que votar en contra de una candidata u otra (dicho sea de paso, en los comentarios que he recibido hasta ahora nadie habla del señor Álvarez, no sé si porque no se le conoce lo suficiente, o porque no encuentran nada en su contra, o a su favor).
Quizá la conversación cambie a partir de ahora, cuando ya empezamos a escuchar propuestas concretas acerca de los que cada partido, o coalición de partidos, ofrece hacer por el país. Xóchitl, por ejemplo, ofrece hacer que el ejército deje de atender obra pública (no les toca tapar baches, dice enfática), pero con la misma promete hacer una carcelotota, con tecnología de punta, para encerrar a “los malos”, quienes quiera que estos sean, y buscar la cooperación con el gobierno de Estados Unidos para que las aduanas se atiendan conjuntamente por autoridades de ambos países, como si todo lo que pasa por las fronteras tuviera que ver con nuestro vecino del norte, o fuera exclusivamente armas y drogas. Encima, va acompañada por Alito, Marco Cortés, Vicente Fox y otras linduras (el PRD subsiste a su lado en lo que creo un postrer esfuerzo por conservar el registro).
Mientras tanto Claudia nos promete una campaña alegre y sin acarreados, y la profundización de la Cuarta Transformación, sea lo que sea que esto signifique. Ofrece irnos presentando tema por tema sus propuestas, a medida que avance la campaña. Habrá que esperar, entonces, a ver si encuentra un camino que no se base en la utilización del odio, la descalificación, el desprecio por el imperio del derecho, el autoritarismo autocrático y el doble lenguaje Orwelliano al que nos tiene acostumbrados el gran timonel. A ver si logra convencernos de que no es grumete en una nave ajena, sino capaz de capitanear la propia. Pero va lamentablemente acompañada por reliquias del antiguo régimen del siglo XX, como Bartlett, Ebrard mismo (que después de unos días de enojo por no resultar ungido, acaba por plegarse a la disciplina partidaria), y el oscuro émulo de Andrés Manuel, Augusto, para mencionar solamente algunos. Cabe decir que ha tenido el tino de formar un equipo de muy destacadas personalidades para formular algo parecido a un programa de gobierno. Habrá que ver qué proponen, y habrá que ver si la candidata los escucha y actúa en consecuencia.
Jorge, por su parte, emite un breve video, supongo que esperando que así pueda resultar algo más conocido para quienes viven fuera de Nuevo León, o siguen de cerca la vida interna del partido naranja. Nos receta algo más del discurso banalizador, en el que la política aparece como la narración de un partido de fútbol (las cosas se deciden “en la cancha”, y supongo entonces que él se asume como un crack goleador, aunque no sabemos si tendrá un portero imbatible) A esto ya nos han acostumbrado los naranjas, desde que nos recetaron la cancioncilla aquélla en la que explotaron desvergonzadamente a un niño indígena. Dicen que van tras el voto joven, en contra de la “vieja política”, aunque tienen un líder más bien añoso, y parecen pensar que los jóvenes solamente podrán interesarse en aquello que suene a lo que escuchan en el “sports bar”, o que les puede resultar divertido o irrisorio. Creo que la juventud mexicana bien puede exigir un trato más respetuoso de su inteligencia, aspiraciones y compromiso.
En la circunstancia de hoy, las posiciones ideológicas convencionales no ayudan a tomar una decisión acerca de dónde colocar nuestro voto. Para empezar, todos los actores políticos parecen empeñados en convencernos de que encarnan a la izquierda, o son social demócratas. La misma Xóchitl, que fue originalmente reclutada por Acción Nacional, cuando resultó electo Vicente Fox, y parecería entonces formar parte de la más rancia derecha, dice que será quien rescate a “la verdadera izquierda”, y sostiene que la acompañan partidos que representan al feminismo, el ambientalismo y la social democracia. En el caso de Claudia, habrá que ver si continuar la cuarta transformación implica un franco viraje a la izquierda, o si resulta que la necesidad de respaldar su acción en el fortalecimiento de las fuerzas armadas, la consolidación del autoritarismo autocrático, y el apego a un historicismo facilón de mitos y leyendas patrioteras, la van orillando a una postura más bien cargada a la derecha, a la manera de los populismos europeos de principios del siglo XX.
El punto que quisiera establecer es que ahora no nos debiera ser tan sencillo determinar por quién votamos, o por qué votamos. El disgusto, el desencanto y el miedo no pueden considerarse argumentos suficientes para elegir; y tampoco la determinación de una postura basada en la geometría ideológica tradicional parece poder ayudarnos gran cosa. Tendríamos que darnos la oportunidad de conocer las propuestas que presenten las diferentes organizaciones políticas, contrastarlas entre sí y con nuestros intereses y aficiones particulares, revisar los perfiles y las historias de vida de las candidatas y el candidato, apreciar quiénes son los actores que les acompañan, discutirlo todo con quien esté dispuesto a escuchar y debatir con disposición constructiva, y después decidir dónde colocar nuestro voto. Después, tendremos que estar dispuestos a criticar, presionar, manifestar, y exigir el cumplimiento de lo ofrecido a quien haya resultado electa (o electo), sea quien sea. Porque la acción democrática debe ir mucho más allá de las urnas.
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