Opinión
Óscar Muñoz
06/09/2024 | Ciudad de México
En días recientes fue convocado por la Presidencia de la República un congreso de medios alternativos de información, que básicamente están representados por los youtuberos. En el foro emplazado asistieron los convocados con el objetivo de conformar una red continental que impulse los esfuerzos de comunicación alternativa con la intención de democratizar la información local y regional, después de analizar los retos que enfrenta la comunicación alternativa, así como las herramientas estratégicas que consoliden los proyectos de información independientes.
En este contexto, surgen las preguntas referidas directamente al funcionamiento de los medios de comunicación públicos, específicamente la radio, que, además de enfrentar la competencia de los medios de comunicación corporativos y las redes sociales, han padecido descuidos internos. Si bien la radiodifusión había sido la reina entre los medios de comunicación en el siglo pasado, en estos últimos años ha sufrido afectaciones intestinas que la tienen hoy al borde del colapso. Y al parecer, no se ve cerca una recuperación ni siquiera remedios que la mantengan a flote.
Ante esta circunstancia, será importante y necesario que sean revisadas las leyes sobre el tema con el fin de, primeramente, actualizar la radio y su propósito, y enseguida, consolidarla para competir con eficacia. ¿Qué ha hecho el Instituto Mexicano de la Radio (IMER) al respecto? Al parecer, nada o no lo suficiente. Hay especialistas que no han sido aprovechados, ni siquiera han sido escuchados en ninguna parte. Si así se continúa, habrá que emprender los preparativos funerarios de la radio pública, a menos que alguien tenga oídos que entiendan el problema y la voluntad de resolverlo.
Si bien el IMER tiene, entre sus funciones, preservar, resguardar y difundir el acervo fonográfico, también tiene la responsabilidad de asegurar que la difusión sea la más amplia posible y con la mejor calidad. Bajo este entendido, es imprescindible realizar una evaluación técnica del estado que guardan los equipos de la transmisión para proyectar su mejoramiento y asegurar una difusión limpia de ruidos, y no sólo de su acervo fonográfico sino de sus transmisiones cotidianas. Y si son descubiertos los requerimientos técnicos y la utilización óptima de éstos, habría que acompañarlos con las asesorías y capacitaciones más adecuadas posibles.
En la mayoría de los casos, las radiodifusoras públicas creen que lo que dicen los técnicos internos es lo certero, pero hay mucha desinformación. A veces las radios universitarias, por ejemplo, creen que la señal abarca un radio de 100 km, pero no saben bien que dicha señal llega con ruido y no es pulcra. Para ello, hay especialistas que están prestos para apoyar, hasta sin cobro alguno y sólo con la voluntad de ciudadanos de contribuir al rescate y mejoramiento de la radio pública.
En cuanto a la situación que guarda la radiodifusión en Yucatán, uno de estos especialistas ha querido colaborar ofreciendo capacitación gratuita al personal técnico del IMER en Yucatán y a Radio UADY. Ojalá que, por lo menos, la radio en el estado no eche en saco roto el ofrecimiento desinteresado de especialistas preocupados, como el Ing. Eusebio Mejía, por mejorar el funcionamiento disminuido de las estaciones radiofónicas locales. Sólo de esta manera la radio pública estará en condiciones de competir no sólo con la radiodifusión privada sino también con las redes sociales en expansión.
Edición: Ana Ordaz