Opinión
Pablo A. Cicero Alonzo
11/09/2024 | Ciudad de México
Rentrée es una voz francesa que se usa con cierta frecuencia en español con el sentido de vuelta o regreso a la actividad normal tras un periodo de ausencia, especialmente tras las vacaciones de verano. Y este marca un juego nuevo. Las reglas son las mismas, pero algunas piezas cambian; otras se mantienen, pero en posiciones diferentes a las que antes habían tenido. Previo al primer movimiento, se requiere conocer el tablero.
En el ámbito local, Cecilia Patrón está aprovechando los treinta días de ventaja que tiene respecto a otros actores políticos; anunció desde su toma de protesta que implementaría una nueva forma de gobierno, y así lo ha hecho.
En una nueva dinámica, mucho más activa, la alcaldesa se ha enfocado en los servicios públicos y en las colonias y fraccionamientos del sur de Mérida y en las comisarías. Estas segmentaciones —temática y geográfica— marca claras estrategias de responder a las principales inquietudes y necesidades de los meridanos. Cecilia Patrón actúa como si tuviera el tiempo en contra, y en parte así es. De ahí el frenético ritmo de este arranque.
El gobernador electo, Joaquín Díaz Mena, por su parte, ha intentado dar pistas de sus prioridades. Han sido, en realidad, señales un poco confusas, que podrían nortear a quienes intentan leer el futuro. Sus principales actividades —por lo menos, las públicas— se han enfocado a reuniones con diversos sectores.
Sin embargo, esos acercamientos no han sido lo que más han llamado la atención, sino la decisión de boletinar sus planes para Xmatkuil, su cumpleaños y su participación en fiestas populares. Aunque parte de la mitología mercadológica que se está tratando de imponer apela a lo nuevo, para muchos implica un deja vu.
Y no demasiado forzado. Yucatán ya ha tenido gobernantes con esas características, estrategia que ha tenido claroscuros. El germen de ese discurso se puede encontrar en varios de los asesores del gobernador electo, que incluso en días recientes han presumido sus productos políticos en foros y entrevistas.
La cercanía popular que Díaz Mena y su equipo quieren inocular desde el génesis de su administración puede convertirse en un bálsamo para una población que, por diversas razones, ha sentido a sus gobernantes lejanos y ajenos. En contraparte, si esa imagen fagocita otras actividades relacionadas con la gobernanza puede tener graves consecuencias para Yucatán.
El anuncio del equipo que acompañará al nuevo gobernador igual ayudará a disipar dudas. La principal incógnita radica en cómo Díaz Mena conciliará las diversas tribus que lo apoyaron para que alcanzara la victoria el pasado 2 de junio. Esta tarea se imagina en extremo complicada, toda vez que —y eso no es ni secreto ni crítica— esos grupos tienen marcadas diferencias y orígenes.
La nueva legislatura estatal aún es un ente abstracto, indescifrable, que ha llamado más la atención por su forma que por su fondo. Los discursos de sus principales capitanes —la mayoría, de buenas intenciones— no se han cuajado en acciones. Pero aún es demasiado pronto y el Congreso, demasiado paquidérmico.
En lo nacional, las principales noticias han orbitado a la conformación del gabinete de Claudia Sheinbaum y a los debates de la reforma judicial. La estrategia de revelación del equipo de la presidenta electa ha sido un efectivo goteo que ha mantenido ocupados a analistas, zambullidos en perfiles; por medio de una sonda informativa se ha alimentado la gastritis de la comentocracia.
La iniciativa de la reforma al Poder Judicial ha servido como un preámbulo a lo que viene; las cámaras de diputados y senadores es lo más parecido que tenemos a una bola de cristal o a las entrañas de animales muertos, según la técnica adivinatoria. Llaman la atención los giros argumentales en los que están involucrados veteranos actores políticos, como Gerardo Fernández Noroña y Ricardo Anaya Cortés.
Será interesante ver el desempeño de los yucatecos en el Poder Legislativo recién parido, en el que coinciden los últimos tres gobernadores del
Estado: Ivonne Ortega Pacheco (en la Cámara de Diputados, por Movimiento Ciudadano), Rolando Zapata Bello (en la de Senadores, PRI) y Mauricio Vila Dosal (Senadores, PAN).
Otro de los temas que se respiran en esta última bocanada del gobierno federal es el futuro del presidente saliente, Andrés Manuel López Obrador. El más reciente ingrediente al cóctel de especulaciones es la revelación que hizo el presidente el lunes, que su hijo Andrés será electo en la formación izquierdista que él fundó, en el mismo proceso interno en que Luisa María Alcalde asumirá la dirigencia de Morena.
El tablero está puesto para lo que se vislumbra será una partida interesante, teniendo en cuenta que aún falta por revelarse un jugador clave: la sociedad. En los últimos años, ningún esfuerzo ha logrado unir a una fuerza ciudadana real. Han habido iniciativas artificiales, aceitadas por intereses ajenos y oscuros. Sin embargo, eso podría cambiar en un futuro próximo.
Edición: Ana Ordaz