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Memoria hemerográfica

La zona maya de Quintana Roo guarda experiencias notables en el ámbito de los medios impreso
Foto: Facsímil de portada

La vitalidad de las culturas populares se aprecia en la composición diversa de sus prácticas y representaciones, más aún cuando unas y otras se nutren de un referente étnico de profundas raíces históricas y lingüísticas. La zona maya de Quintana Roo, escenario privilegiado del movimiento rebelde que despuntó en 1847, guarda experiencias notables en el ámbito de los medios impresos por la buena acogida que algunos de ellos recibieron entre varios sectores comunitarios, afirmando así su sentido colectivo

En marzo de 2001 comenzó a circular la gaceta Nikte’ T’aan (Palabra en Flor), con sede en Felipe Carrillo Puerto, Quintana Roo, la cual alcanzó su número 15 en mayo de 2002. Tuvo una segunda época que inició en enero de 2004 y se prolongó, por lo menos, hasta marzo-abril del mismo año. Su formato de presentación varió de una etapa a otra, aunque en esencia mantuvo su interés primordial en destacar los rasgos de la cultura autóctona mediante un enfoque dinámico que combinó el registro histórico con la actualidad cotidiana en sus manifestaciones artísticas, organizativas y anecdóticas en las que, seguramente, muchos de sus lectores se vieron reflejados. Obtuvo el patrocinio del Instituto Quintanarroense de la Cultura y, en su fase posterior, de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas.

El periodista y promotor cultural Carlos Francisco Chablé Mendoza (cronista de la ciudad desde 2006) se desempeñó como coordinador editorial de la revista, que contó con un nutrido equipo de colaboradores; su alcance fue regional porque abarcó también las entidades vecinas, entre ellas Yucatán. Publicó, por ejemplo, varios textos de la antropóloga Ana Patricia Martínez Huchim (1964-2018), quien en su momento fundó la revista bilingüe K’aaylay (El Canto de la Memoria), que en formato digital dio cabida a importantes contribuciones en el terreno del patrimonio cultural intangible. Nikte’ T’aan atestiguó, de igual modo, el surgimiento y desarrollo de la Academia de la Lengua y Cultura Mayas de Quintana Roo, cuyos estatutos reprodujo, en versión preliminar, en su número 13, de marzo de 2002.

La variedad de sus secciones muestra el equilibrio de contenido que la caracterizó desde su primer número. Una de ellas, denominada Diafragma, estuvo a cargo de Marco Antonio León Diez, responsable de la fototeca de la Casa de la Cultura de Felipe Carrillo Puerto, quien divulgó en ella imágenes e información escrita relacionadas con temas como la genealogía de caudillos mayas, un calendario de fiestas patronales, datos en torno a los dignatarios de los centros ceremoniales de las poblaciones cercanas y un testimonio de su encuentro con el j-men Lorenzo Dzib, vecino de Chanchén Primero, localidad situada en las inmediaciones de la zona arqueológica de Cobá, personaje que evidenció su dominio de la piedra adivinatoria conocida como saastun.

La infancia tuvo un lugar relevante en la revista, tanto por incluir cuentos y adivinanzas adecuados para esa edad como porque los niños encontraron en ella un espacio para expresarse, como se observa en algunos textos enviados por estudiantes de primaria. Otras de sus secciones estuvieron dedicadas a la vida y obra de Felipe Carrillo Puerto y a la tradición oral. Sus páginas centrales se destinaron, invariablemente, a publicar poemas de diversos autores. Sus artículos restantes tocaron asuntos referidos a medicina tradicional, apuntes etnográficos e históricos, derechos de las mujeres, nociones gramaticales de lengua maya, ceremonias en torno a la milpa, recetas y otras particularidades regionales, como el uso de la piedra de los azotes situada en el centro de la antigua Chan Santa Cruz. Algunos materiales aparecieron en versión bilingüe. De igual modo, hubo una serie de entrevistas que realizó un grupo de jóvenes impulsores de un proyecto periodístico afín. Son dignas de mención las reseñas de libros, como las de la novela Cecilio Chi, de Javier Gómez Navarrete; Presencia negra en Quintana Roo, de Mario Baltazar Collí Collí y Palmira, jardín líquido de estrellas, de Leopoldo Creoglio Burgos, además de varias monografías de pueblos circunvecinos.

Los elementos expuestos son apenas una muestra de la riqueza editorial de Nikte T’aan. Este resultado es coherente con sus orígenes porque su aparición derivó de una encuesta previa entre la comunidad local, algo que revela una clave de su paso exitoso entre los medios impresos.


Lea, del mismo autor: Letras decembrinas

Edición: Estefanía Cardeña


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