Efecto cobra

Por: José Luis Preciado 

Desde abril Doña Teresita se quedó esperando a que el pagador asignado para llevarle sus recursos le diera noticias sobre el compromiso de cumplir con el programa 68 y más, hasta este mes de julio ya no siquiera le recibe las llamadas telefónicas, así como ella miles de adultos mayores están desesperados por los pagos, la mayoría de allí come, compra sus medicinas o paga la luz. Como usted verá se trata de gastos prioritarios, de máxima urgencia.

Todo va mal cuando se le pierde el control a estos programas, cuyo primer error es la falta de censos confiables que nos digan quién lo merece y quién no. Figúrese usted que al ser decretados como universales no hay recursos que aguanten, lo pueden cobrar lo mismo doña Teresita a la que sí le resuelve la vida, así como un magnífico jubilado o pensionado de la CFE, Pemex o empresarios retirados a los que estos recursos les sirven para sus chicles...

A mi parecer los programas federales del presidente López Obrador carecen de falta de supervisión, sobre todo en medio de la contingencia causada por el Coronavirus, en manos con urgencia de la tercera edad. 

Fruta podrida 

La Secretaría de Bienestar de la chiapaneca María Luisa Albores, reconoció que de una meta inicial de 575 millones de árboles y plantas, solo se plantaron 80 millones y apenas sobrevivió la mitad: cuarenta. De este grupo queda aún la idea de que puedan dar esos frutos que tanto se presumen. 

Un diario de circulación nacional publicó un reportaje titulado Da pocos frutos Sembrando Vida, según el cual solo el 7 por ciento de los árboles planeados han sobrevivido en el primer año de aplicación del programa y no hay transparencia en la entrega de apoyos a campesinos El gobierno de López Obrador inició el año pasado en varios estados del sureste del país el programa con el cual entregan 5 mil pesos mensuales a propietarios de terrenos que quieran reforestarlos o hacer plantaciones. 

Efecto cobra 

Ocurrió en la India, aquellos eran tiempos de la dominación británica, aquel país estaba preocupado por la notable existencia de cobras venosas en la ciudad de Delhi, así que ofreció una recompensa por cada cobra muerta, aquello fue una cacería indiscriminada de estos animales, hasta que llegó un momento en que la misma gente las criaba, las mataba y entregaba al gobierno. Una vez detectado el truco, los ingleses suspendieron la recompensa. La gente decepcionada soltó a las cobras y aquello se descontrolo totalmente. Es decir la aparente solución a un problema, lo hizo más grave.

Quizá eso pueda pasar con Sembrando Vida; la gente rural está talando bosques, se lleva de pilón hasta los árboles frutales, desbasta la sabana y luego enseñan al gobierno el sitio para sembrar, recoge su dinero y aquello queda en abandono, ya ha ocurrido en otras épocas la misma situación. Las becas Benito Juárez pueden tener ese mismo fin: un absurdo reparto popular de recursos que ya no alcanzan. 

Muchos de estos programas se siguen haciendo con los pagadores que acuden en autos particulares; se realizan en mesas donde la gente hace largas y pesadas filas, aquello parece tiempo de las diligencias en el viejo oeste, incluso con el riesgo de ser asaltadas como parece haber ocurrido. 

Podría estar generándose el efecto cobra, mientras gente como doña Teresita que sí precisa ayuda del estado, no recibe nada, ella está en el padrón pero cree que al pagador se le olvidó que existe o ¿cobrará por ella acaso? A eso se presta el desorden.

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Edición: Enrique Álvarez