'El silencio de los otros'

Por: José Ramón Enríquez 

No he leído esta vez una novela ni he visto una película de ficción. Ha sido un documental violento, amargo, contundente que me ha golpeado en la boca del estómago, El silencio de los otros (dirigido por Almudena Carracedo, 2019). Puede verse en México por Netflix.

Podrá encontrarse en la red de otras maneras, porque fue hecho para que circulara, se conociera, indignara a los deudos de las víctimas, hiciera reflexionar a los herederos de los victimarios y ayudara a que, por fin, se haga justicia, se revelen historias y se abran fosas comunes que existen a todo lo largo y ancho de la geografía española.

Su tema es la impunidad de asesinos y torturadores, así como el olvido en que se tiene a la enorme cantidad de cadáveres de quienes fueron asesinados por el franquismo, terminada la Guerra Civil, y arrojados en fosas comunes porque se negó a los deudos el derecho a enterrarlos e, inclusive, a hablar de ellos durante los cuarenta años de esa noche de muy amargo silencio.

La amnistía que se pactó para la transición a la democracia en los setentas ha vuelto imposible que se castigue a los culpables y la sevicia de las derechas ha impedido que se cumpla con la Ley de Memoria Histórica (aprobada por el Congreso en 2007) y se busquen los cuerpos. Muchas fosas están ya localizadas y convenientemente señaladas pero la falta de presupuesto o las trabas administrativas vuelven imposibles las exhumaciones.

Respecto a la justicia, el documental sigue la querella abierta en Argentina por una jueza que plantea como imprescriptibles los crímenes de lesa humanidad, uno de ellos el genocidio de la posguerra española.

El silencio de los otros arranca con una anciana, casi sin voz, pero que rompe el silencio y señala el lugar de la fosa común en la que yace su madre. En paralelo, la cámara persigue a uno de los torturadores más tristemente célebres por su sadismo durante la dictadura franquista: Juan Antonio Rodríguez Pacheco, conocido como Billy el Niño (Billy the Kid) por toda la fiereza que tal apodo puede evocar. Éste se escabulle de la cámara como rata de albañal.

Antes de terminar el documental, la hija de la víctima había muerto sin recuperar los restos de su madre. Después de terminado, Billy el Niño murió, el 7 de mayo de 2020 sin haber sido condenado por la justicia y sin perder sus condecoraciones.

Mis hermanos y yo estamos entre los deudos que, gracias a los trabajos de quienes han dedicado su vida a desenterrar la memoria, sabemos el lugar, en Valencia, donde está la fosa común en la que yace nuestro tío, hermano de Isidoro, nuestro padre. No ha habido presupuesto para las exhumaciones.

Conocemos también el proceso sumarísimo, el día, así como la causa de su muerte. Esto gracias a Tomás Ballesteros y el grupo al que pertenece, “Huellas de la Memoria en Ciudad Real”. Para él muy especialmente nuestra gratitud.

Pero El silencio de los otros no sólo golpea a quienes de una u otra forma están implicados. El renacimiento del fascismo se antoja telúrico y ocurre en toda Europa. En España con la aparición de Vox y el desplazamiento a la derecha del partido que se quería centrista. En toda Europa, a 75 años del final de la Segunda Guerra Mundial y a un siglo del desastre de la Primera, la historia parecería repetirse inclusive en forma de pandemia como hace cien años fue la Gripe Española.

Se fortalecen los neofascismos, como si nada se aprendiera de la historia. En Hungría, Viktor Orbán tiene poderes de dictador y en Polonia las recientes elecciones han sido letales para la democracia.

El silencio de los otros es un documento tan vivo como lleno de muerte.

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Edición: Ana Ordaz