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Foto: Fernando Eloy

Por: José Luis Preciado

 

La salud y la economía hacen colisión en Yucatán, de paso parten a la opinión pública; allí están aquellos que quieren abrir la economía y saltar a la siguiente ola en medio de un pico interminable de esta pandemia, frente a los que quieren que se aplique el semáforo rojo y todos nos quedemos encerrados de nuevo en casa y de esta forma recular hasta quedarnos sólo con el comercio de los productos esenciales como la primera vez. 

La tercera vía 

Me gustaría que juntos reflexionemos sobre una posposición distinta: ni los liberales de la economía, ni los duros que abogan por el rojo, vámonos en medio; la pandemia ya pasó por varios países antes que por nosotros, países con mayor solidez hospitalaria y, por supuesto, económica. ¿Cómo es que no aprendimos de sus mejores prácticas?

Se supone que luego de más de cuatro meses ya conocemos los focos y sitios de contagio, ya existe un mapa total del paso de la pandemia por la entidad, ya sabemos qué negocios y personas no acatan las reglas, que el transporte público y los paraderos es un punto, así como mercados, sitios de reunión, etcétera. ¿Entonces por qué no atender con mayor fuerza a esos lugares y reforzar el mensaje? Pienso que si controlamos las calles nos olvidamos de las camas en los hospitales. No pretendo defender el semáforo rojo, quizás nos lo merecemos, pero, ¿cuál será el costo si al final perdemos salud y también la economía. Tokio, Hong Kong y otras grandes ciudades redujeron al mínimo sus contagios sin sacrificar la economía, sólo supervisando el uso correcto de las mascarillas y el distanciamiento. 

A estas alturas presiento que la gente ya no se quedará en casa, ya salió y no se volverá a meter; de ser así, entonces apretar fuerte en la calle, allí donde no usan cubrebocas, no guardan la sana distancia, se amontonan en transporte público, hacen colas por compras, etcétera. 

Otorguen facilidades y apliquen las reglas, seguir haciendo pruebas, localizar casos, ello incluye a los asintomáticos, el rastreo de contactos y aislamiento selectivo, seguimiento de casos, y volver al manual de indicarle a la población que se lave las manos, que use caretas, distancia social, usar datos, análisis, ejecutar tareas y responsabilidades específicas; una suma de acciones donde se involucre a toda la población. Volver al rojo es sentarnos a observar incrédulos cómo se desmorona la economía y mirar pasar a las ambulancias rumbo al hospital saturado, así como volvernos locos ante la incertidumbre que también mata, pero lentamente.

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Edición: Enrique Álvarez


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