Trump eludió tema de Venezuela

Con el fantasma de los expedientes Epstein tras de sí, la reducción de su popularidad y las complicaciones económicas internas, Donald Trump emitió ayer un mensaje a la nación estadunidense de autosatisfacción personal, sin referirse al elefante bélico en la sala, el relacionado con el emplazamiento militar contra Venezuela en busca de derrocar el gobierno de Nicolás Maduro.

Nada adelantó o precisó ante las fuertes especulaciones que auguraban la televisada declaratoria de guerra contra el país sudamericano (horas antes de la comparecencia de Trump, el comentarista conservador Tucker Carlson se arriesgó a publicar en redes que un legislador le había informado de la inminencia de tal declaratoria, lo que fue reproducido mundialmente).

Los emplazamientos armados contra Venezuela, sin embargo, continúan, al igual que el anuncio de que se impedirá el movimiento de embarcaciones petroleras consideradas negativamente por Washington. Trump mantiene la filibustera postura de considerar que el petróleo venezolano, la tierra y los recursos de Venezuela son suyos y que militarmente va por ellos, aunque ayer se cuidó de no abundar en tales violaciones inequívocas de lo que quede del derecho internacional.

Pero ha de insistirse en que la mirilla explícita del filibustero Trump, dirigida a la Venezuela de Maduro y con la Colombia de Petro en cantado turno siguiente, va también, con un cronómetro distinto, contra el México de Sheinbaum, donde diversas voces mediáticas, legislativas y políticas tratan de crear condiciones para más acciones directas de los halcones naranja.

Ayer mismo, en su mencionado mensaje de complacencias, egocentrismo desbordado, Trump insistió en definir en los peores términos la situación de la frontera con México que él habría heredado, pavoneándose de los logros que ha conseguido hasta ahora, sin migración irregular entrante.

Al igual que fue tejiendo las “justificaciones” de actos contra Venezuela y Maduro, el trumpismo va consolidando su discurso contra México y Sheinbaum, que gira en torno al tema del narcotráfico, los cárteles y el crimen organizado en general, y el presunto apoyo cómplice a los gobiernos de Venezuela y Cuba.

Por ejemplo, Elvira Salazar, legisladora nacida en Miami, de padres cubanos, quien lanzó ayer una exigencia a la presidenta de México: “Basta ya de respaldar dictaduras en Venezuela y Cuba. Nuestro hemisferio necesita liderazgo, no silencio. México es demasiado importante para quedarse al margen. Debe estar del lado de Estados Unidos en la defensa de la LIBERTAD y del Hemisferio Occidental”. Y el embajador boina verde, Ronald Johnson, detallando la operación del cártel Santa Rosa de Lima, las actividades del narcotraficante apodado El Marro desde la cárcel y entrando al tema del huachicol con sanciones económicas en Estados Unidos.

En otro tema: la presidenta Sheinbaum ha asegurado, respecto a la sentencia de la Corte Internacional de Derechos Humanos (Coridh), que “lo que está recomendando lo vamos a cumplir. Hay varias recomendaciones que vienen ahí; se va a cumplir a cabalidad cada una de ellas. Desde las víctimas directas, que son los hijos (de Ernestina Ascencio), hasta cuestiones generales que están planteando”.

Habrá de verse cómo y cuándo se cumplirá esta parte en que la citada Corte “ordenó al Estado implementar distintas medidas de reparación, incluida una investigación penal exhaustiva y seria sobre la violación sexual, tortura y muerte de la señora Ernestina para identificar, procesar y sancionar a los responsables”.

¿Ello incluiría a Felipe Calderón Hinojosa, el principal responsable intelectual, político e institucional de encubrir a los responsables operativos, al argüir que Ascencio había muerto a causa de una “gastritis” crónica mal atendida? Respecto al ex gobernador priísta Fidel Herrera, ya fallecido, ya sólo se le puede señalar su corresponsabilidad histórica. ¡Hasta mañana!

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Edición: Ana Ordaz