Para mi hermano Octavio.
Sueño que lloro en el sueño mismo
y el llanto nubla totalmente mi vista.
Apenas si te distingo a lo lejos
y mis ojos se inundan de sal y agua.
¿Es el sueño que me hace llorar
o eres tú que invades mi sueño?
¿O es mi lamento que me hace soñarte
en medio de esta tragedia onírica?
Estoy en mitad de este sueño tan triste
y no he parado de llorar ni un instante.
Sólo lloro sin parar, no porque yo quiera,
sino porque no puedo evitar este dolor.
En mi sueño te veo en tu propio sueño,
un sueño que no es como el mío, de llantos,
sino un sueño que no es de este mundo,
un sueño que se extiende en el tiempo.
En mi sueño te alcanzo a ver en tu sueño,
pero no puedo saber lo que tú sueñas;
sólo imagino que sueñas lo que yo sueño
entre mis interminables llantos amargos.
Quiero imaginar que sueñas sin llanto alguno,
que sueñas todos las vivencias que tuvimos,
aquellas que me harán resurgir de mi sueño
aunque tú te quedes en tu sueño de paz.
Edición: Enrique Álvarez
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