El sureste necesita crecer

Fernando Calzada Falcón

Acorde con el negativo comportamiento económico nacional, la economía de la región sureste tuvo una caída en el primer trimestre que, con todo, no fue tan pronunciada como en el resto del país. En efecto, esa es una de las conclusiones que se desprenden de lo informado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) a través del Indicador Trimestral de Actividad Económica Estatal (ITAEE) relativas al periodo enero-abril de 2020, recordando en todo momento que esto no refleja aún los impactos de la pandemia y el confinamiento.

En primer lugar, tres estados se ubicaron en el selecto grupo de los siete que tuvieron una economía con crecimiento positivo (en orden descendente, Tabasco 7.7 por ciento, Campeche 0.2 por ciento y Chiapas 0.2 por ciento) en el primer trimestre en comparación con el mismo periodo del año anterior. Yucatán registra una leve disminución (-0.8 por ciento) y Quintana Roo que sí tuvo una de las contracciones más severas (-5.9 por ciento).

En segundo término, se debe ser cauto en la interpretación de los datos toda vez que tendremos que esperar a ver cuál fue el comportamiento durante el segundo trimestre que revelará lo vivido en plena pandemia, señalando desde ahora el tremendo choque en el turismo y, consecuentemente, en Quintana Roo.

Refinería Dos Bocas

Hay en el caso de Tabasco una interpretación que se ha extendido y que sólo es parcialmente cierta. Ese comportamiento positivo se asocia a la construcción de la refinería de Dos Bocas. Claro que esta obra ha ayudado a la economía local, sin embargo, deben tomarse en cuenta dos factores adicionales: uno, que apenas es su segundo trimestre positivo (siempre medido contra el mismo lapso del año precedente) después de al menos siete trimestres con tasa negativa, lo que significa que incrementos leves de inversión se reflejan en buenos números; dos, una cierta recuperación del precio del petróleo que al multiplicarlo por lo que podría ser una misma cantidad producida, aumenta el valor, lo que a su vez se refleja en el indicador comentado, ya que la economía de esta entidad está petrolizada en más de dos terceras partes.

Las cosas se miran diferentes si, como hacemos con una cámara fotográfica, ampliamos la imagen. Veamos qué ocurre si en lugar de fijarnos exclusivamente en el primer trimestre el análisis lo llevamos a los últimos cinco años. Aquí, por ejemplo, los dos estados de la región que en enero-abril tuvieron tasa negativa, resulta que son a los que les ha ido mejor: tanto Quintana Roo con su 3.7 por ciento anual como Yucatán con su 3.3 por ciento, están colocados dentro de los cinco estados con el mayor crecimiento económico, mientras que Chiapas (-1.9 por ciento), Tabasco (-4.3 por ciento) y Campeche (-5.1 por ciento) están en el extremo opuesto dentro de los cinco con menor crecimiento. Ahora, si ampliamos aún más el panorama y consideramos los últimos diez años veremos datos dramáticos: Quintana Roo ocupa el segundo lugar con 4.3 por ciento anual, sólo por debajo de Aguascalientes (4.4 por ciento); Yucatán se ubica en el décimo tercer lugar con 3.3 por ciento y Chiapas, Tabasco y Campeche ocupan los últimos tres lugares de la clasificación respectivamente con 0.4 por ciento, -1.0 por ciento y -3.8 por ciento.

Apostar para que los estados del sureste crezcan conforme al promedio nacional o incluso por arriba de éste, requerirá más esfuerzo que lo observado en apenas tres meses. Los grandes proyectos, como la refinería y el Tren Maya, impulsan la economía regional, pero para que el crecimiento sea sostenido en el mediano y largo plazos es imperativo el impulso a la productividad, pues de lo contrario se corre el riesgo de que sea efímero. 

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Edición: Enrique Álvarez