Viva la matria mexicana

Con la colaboración especial de Kenia Hernández Antuna.

Esta semana tuvimos la oportunidad de ser testigos de acontecimientos simbólicos que dan fe de una nueva era en la historia, una era protagonizada por las mujeres de México, en ese sentido podríamos señalar que el término matria ha pasado de ser un neologismo a una forma de vivir y organizarnos en torno a las mujeres.

Ejemplo claro de ello es que en la avenida reforma; por sorprendente que parezca, se colocaron las primeras dos estatuas dedicadas a mujeres que fueron trascendentales para forjar la nación de hoy. La primera fue dedicada a Leona Vicario, oriunda de la ciudad de México, crisol de las culturas de todo el país, a Leona Vicario le debemos  el éxito de la gesta insurgente, que con valor nos enseño el poder de la información y la palabra. La otra estatua esta dedicada a la tlaxcalteca Victoria Dorantes, inmortalizada en el mural de Jorge González Camarena y cuya imagen fue la portada de los libros de texto gratuito durante décadas, ahora su estatua es en simbolismo a todas las mujeres forjadoras de México, sin duda, podríamos decir que es el rostro de la matria.

En concordancia a lo anterior, quisiéramos aprovechar este espacio para hablar de mujeres del país, usando de referencia la exposición de Punto México dedicada  32 vestidos de mujer representativos de los estados  e imaginando que valerosa mujer o la cosmovisión de grupos de mujeres que los portan. El primer vestido de Baja California nos llevó a recordar a Margarita Ortega Valdés quien cobardemente fue asesinada por las fuerzas de Victoriano Huerta al no delatar a sus compañeros, un poco más al sur, en Baja California Sur María Rosaura Zapata Cano, una de las educadoras más relevantes en nuestro país quien recibió la medalla Belisario Dominguez en la década de los cincuentas.

Muy cerca; en Sonora, el traje típico de seris o yakis de la danza del venado con el que mujeres danzan para ofrendar su cansancio al gran espíritu, y las vecinas en Chihuahua con los bellísimos trajes rarámuri con el que corredoras ultramaratonistas como Lorena Ramirez rompen récords en todo el mundo. Por su parte, en Coahuila el traje de las jefas Kikapúes quienes se asumen a sí mismas como guardianas de la Madre Tierra. En Nuevo León el traje es muy parecido al que utilizan las mujeres del enigmático pueblo de Bustamante, donde las señoritas Caso conservan la receta de pan a la leña  y herbolaria legada por sus fundadores Tlaxcaltecas en los años 1700.

En Tamaulipas las mujeres portan sus cueras y son orgullosos de su espíritu empresarial como María Asunción Aramburusabala la única mujer latinoamericana que ha sido considerada  una de las 100 mujeres más poderosas del mundo. En Sinaloa imaginamos perfectamente a María del Rosario Espinoza, la taekwondoín considerada la mejor atleta en la historia de México. En Durango, no podríamos pensar bajo ese bello vestido a alguien más que a Juana Belem Gutierrez de Mendoza quien lucho para derrocar el porfiriato con su libro por la tierra y por la raza.

En Zacatecas destaca Eulalia Guzmán Barrón maestra y arqueóloga, de las primeras feministas en impulsar la educación de las mujeres y las clases sociales desfavorecidas, ella portaba, al igual que sus contemporáneas, con dignidad los vestidos bordados en Zacatecas.

En San Luis Potosí y Nayarit son divinos los telares que las huicholes tejen con los elementos sagrados con los que se identifican para realizar sus peregrinaciones en el desierto, montaña o mar.

En Jalisco como no imaginar a Consuelo Velázquez cuya obra “Bésame Mucho” es la canción más reproducida e interpretada en el mundo y en Aguascalientes una pensadora única; antropóloga e historiadora, considerada como una de las pioneras del turismo en México, Anita Brenner cuyas fotos constan como gustaba vestir los trajes típicos de su Estado natal.

En Guanajuato, mujeres como Emma Godoy fue una promotora de la dignificación de la vejez y cuyas ideas siguen hoy igual de vigentes que hace tres décadas y en Querétaro, aunque el vestido de la exposición es un poco más moderno, pero el estilo es el mismo con el que la corregidora Josefa Ortiz de Dominguez pasó a los libros de historia al adelantar a sus compañeros el golpe que darían las tropas virreinales en contra de su conspiración (a pesar de haber nacido en Michoacán, su gran obra que registró la historía fue en Queretaro). Y allí, pegadito, en Hidalgo, las otomíes bordan en sus faldas los naguales o elementos naturales y cosmogónicos en los que creen.

El bellísimo bordado con la imagen de la virgen de Guadalupe del vestido de Colima bien lo pudo portar Griselda Álvarez la primer Gobernadora de México y en Michoacán Gertrudis Bocanegra que apoyo la insurgencia organizando una red de comunicaciones para facilitar los ataques vistiendo bordados de la biodiversidad que en su región abunda desde hace milenios, las mariposas.

En el Estado de México contamos con una científica que ha revolucionado la forma de comprender el agua como lo es la Doctora Esther del Río Serrano y cuyo vestido hace perfecto juego con su elemento favorito; el azul y blanco. De Tlaxcala ya hablamos de Victoria Dorantes pero esta su vecino, Puebla, donde Elena Garro dejó toda una escuela artística que hoy sigue dando frutos. En Morelos, paso su niñez y forjó su temple Sor Juana Inés de la Cruz, donde en su época ya celebraban danzas muy parecidas a las de los vestidos de los chinelos con las que las mujeres del estado realizan sus danzas.

En Veracruz el son se zapatea con tacones y vestidos muy llamativos, mismos que le gustaban mucho a Luz Nava quien defendió el tres veces heroico puerto de Veracruz durante la intervención norteamericana y en Guerrero destaca la participación que tuvo Catalina González durante la larga resistencia de Vicente Guerrero y la vinculación con los guardianes de Tradición. En la ciudad de México, una mujer considerada una especie de salvadora o Daikini en otros países es Regina, quien murió acribillada durante un ritual el 2 de octubre de 1968 o Rosario Castellanos una de las literatas mexicanas mas importantes del siglo XX.

En Oaxaca la mazatecas bordan los vestidos con los que María Sabina hizo ceremonias y fue visitada por personajes como Walt Disney, Bob Dylan o los Beatles. Ya hacia el sureste, el vestido de Chiapas nos hizo pensar (aunque el vestido es mucho más moderno con bordados únicos) en la reina roja, madre y consejera de uno de los mejores gobernantes en la historia de México, Pakal. En Tabasco las largas y bellas faldas nos remitieron a lo que a nuestro juicio son los ríos más bellos de la Tierra, navegarlos es sentir a plenitud habitar la Diosa Tonanzin (madre tierra). Ya en Campeche el elegantísimo vestido nos refirió inmediatamente a la primer presidenta del Senado, María Lavalle Urbina.

En Yucatán, los trajes distintivos de las mujeres fueron dignos de ser portados por mayas y mujeres como Elvia Carrillo Puerto quien es un ícono de la lucha sufragista del movimiento feminista, y finalmente, en el recién creado Estado de Quintana Roo, su traje representativo tiene dibujado una iconografía maya que representa a la mujer divinizada, la madre tierra.

Sin duda hay muchas mas referentes de la matria a las que pudimos hacer mención, sin embargo, sirva este espacio para que estas fiestas patrias podamos gritar con orgullo por ellas y por la matria.  También, para hacer un llamado a que cada vez más se erijan homenajes para ellas.

@witzilin_vuela, 
@CesarG_Madruga 
@Cortesmoncortes13

Edición: Enrique Álvarez